El siguiente fragmento es traído hasta usstedes por cortesía de la Palabra "Licor", de Licor 43... Espero les abra el antojo de saborearlo.
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Buscando Mas Pruebas en Contra
de Ella ®
GO Trigers, Ludo Mentis©
Edicion De El Escrutinador ?
2o Acto Pte 1 ( ¿Te Vienen las Dudas?, o te Importa Un Carajo?... )
Después de aquella incomoda cita, así pasaron varios días durante los
cuales no pude apartar de mi cabeza sus palabras y la imagen de mi mujer, ya
fuese entrando a algún hotel, besuqueándose con alguien afuera de algún antro o
el asiento trasero de su propio vehículo, estacionado en algún lote muy
apartado de un parqueadero bastante escondido; o a veces – en ocasiones llegaba
a visualizarla dejándose acariciar de manera indebida e indecente adentro de un
lujoso auto aparcado durante algún buen rato justo frente a la puerta de
nuestra casa antes de que a ella la dejaran bajar. E incluso de pronto volando
presurosa mi mente, la veía caminando por algún pasillo que la conducía a la
habitación donde, sin ella suponer todo había sido arreglado para tenderle una
trampa, un vigoroso desconocido la
tomaba entre sus brazos antes de llevarla a la cama donde para consumar el
connivente e infame adulterio, ella le recibiría entre sus piernas.
Entonces, sin que mediara entre nosotros ninguna clase de acuerdo final o
reserva, de pronto, aquellos pleitos y diferencias por las que en inicio había
llegado al punto de considerar la necesidad del divorcio, bajaron de intensidad
y tensión cuando en apariencia superficial todo volvió a la normalidad, e
hicimos o tuvimos una especie de tregua, pero de cualquier manera yo seguí
atento por si de la nada descubría cualquier rastro que denotara alguna señal
extraña en su comportamiento; y así con frecuencia durante el día me comportaba
de manera torpe al quedar por momentos absorto ante los cada vez más tremendos
pensamientos que se me venían dentro de la cabeza junto a aquellos alucines e
intentos por descifrar en su actitud algo que me indicara que Ricardo bien
pudiera hallarse en lo cierto; tuviera razón, y de forma contundente y precisa
delatara que ella salía con alguien, por lo que poco a poco comencé a fijarme
en detalles como la hora que salía de
casa y regresaba de trabajar, así como la ropa que ella usaba en determinados
días.
Así transcurrieron algunos otros días y semanas, hasta un fin de semana, ‑y
de manera precisa, un sábado por la tarde‑, cuando regresé a casa tras hacer
algunas compras en la enorme tienda del logo naranja, y al entrar me encontré a
nuestra joven cuñada sentada
plácidamente en la sala ocupando uno de los amplios y mullidos cojines
del sofá esquinero que llena buena parte de ésta. Y al momento que entré, se
hallaba sentada e instalada en su sitio tomando el trago de lo que parecía ser
un carajillo bastante bien preparado y bien presentado en su copa redonda de la
cual ella tomaba cuando la saludé para preguntarle enseguida por qué era que
salvo por la otra copa que se hallaba sobre le mesita de centro para acompañar
a la que ella sostenía entre sus dedos, era que no se veía ningún rastro de mi
mujer alrededor.
Denotando entonces ya desde ese momento cierta actitud que cambió del
absoluto desparpajo que de improviso y
en un santiamén pareció convertirse en algún grado de velada sorpresa e
incomodidad, muy semejante a la que demuestran los que sin sospechárselo son
sorprendidos en circunstancias comprometedoras, pese a lo cual tras
escuchar mi pregunta, luego de saludar y
hacer una pequeña plática, ella me dijo que mi mujer se encontraba en el baño
probándose un vestido que entre otras cosas que habían hecho durante la tarde,
le acababa de acompañar a comprarse.
Ah bueno… ¿Y qué?... ¿algo bonito o
cualquier cosa de esas sin chiste que luego se compran ustedes?‑ Pregunté al tiempo en que movido por el
antojo me dirigí hacia el área del comedor y cocina para prepárame a mí mismo
uno de aquellos aromáticos elixires a base de licor y café.
Continuando a distancia una especie de plática sin mayor trascendencia,
me dispuse bien servido mi trago, y después sin regresar al vestíbulo de la
entrada o la sala, permanecí cerca de la barra abierta de nuestra cocina y bebí
de mi copa dando algunos sorbos que alterné
entre una bocanada de humo y el aromático trago… Mientras consumía de
ambos tranquilizantes, pero sin saber precisar el motivo de una extraña
inquietud que forma inesperada pareció apoderarse de mí de improviso, decidí
quedar allí mismo aprovechando el resguardo que me proporcionaba la lejanía y
ubicación de aquel punto de nuestra casa desde donde podía sentirme seguro de
todo lo que sucediera. No obstante me
resultaba algo incómodo de vivir la sensación que se me sobrevino al sentir
como si me encontrase yo agazapado a los márgenes de algún territorio enemigo
al que temiera aventurarme de nuevo a pisar sin antes haber visto cualquier
posible peligro que pudiese correr en las inmediaciones de mi propia casa.
Aquello que de pronto me sucedía era algo bastante inoportuno, como si
fuese yo un completo extranjero que estuviese a punto de invadir la privacidad
del momento que hasta esos momentos habían compartido entre ambas, y como si
por alguna extraña cuestión que en dichos instantes no atinara yo a adivinar,
tuve la sensación de estar teniendo un presagio cuando tras unos minutos más
que pasaron, desde mi sitio por fin vi a mi esposa bajar a reencontrarse con su
cuñada.
Reapareciendo entonces Mónica llegando a la base de la propia escalera
antes de dirigirse a la sala para que ésta pudiera verle luciendo un elegante
vestido azul cuyo dobladillo caía hasta el tobillo, por ende, sin mostrar en modo alguno nada debido a lo largo
de la confección, empero de manera latente resaltaba su agradable figura de
manera especial que modelaba la parte alta de su trasero y ceñía su cintura
para sin dejar de ajustarse a su cuerpo rematar por delante en un encantador
escote que dejaba ‑ sino ya la mitad ‑, o porción semejante a la misma, de
menos si una obsequiosa parte de sus voluptuosos senos de señora casada y madre
de dos. Tales que pude apreciar cuando,
quizás alertada por su propia invitada, luego de modelarle y dejarle apreciar
la prenda vestida por ella, volteó por fin a saludar y mirarme antes de volver
a preguntar que opinaba del mismo.
Caso a lo que su cuñada que ya antes le había dicho que en definitiva le
favorecía mucho, e incluso la recalcó y aumentó que en ocasiones desearía ser
un poco más dotada de la parte superior de su cuerpo para poder lucir como ella
lucía con tal tipo de escotes.
‑Bueno…¿Y tú que haces allá
paradote?... ¿A ti que te parece como me queda?...‑ En modo
despreocupado y poco solemne, de momento mi esposa resolvió mi inesperada
incomodidad suspendiendo su improvisada sesión de modelaje casero cuando
preguntó mi opinión, antes de preguntar había dejado a el niño en casa de
sus pequeños primos.
Instantes después, tras modelar otro poco para su cuñada y lo poco o
mucho que alcanzase a mirar de su propia persona en el amplio reflejo del
espejo de nuestra sala de estar, Mónica pareció querer convencerse a sí misma
de lo bien que todo aquello lucía, y sólo terminó cuando alzó de la mesa el
cristal de la copa, tomó un trago de su carajillo, y tras pedirme que atendiera
a nuestra pariente, y volviendo hacia la escalera regresó a cambiarse,
dejándonos de nueva cuenta a su cuñada y a mí solos allí abajo.
Entonces luego de ver subir a mi esposa con rumbo a nuestra recamara me
acerqué a mi cuñada ‑que a su vez se levantó de su asiento‑ antes de que yo
mismo llegara y se ofreció a ayudarme a que le prepara otro trago mientras
esperábamos a que volviera. –Tiempo
que pretendí aprovechar para indagar con cierta cautela ‑.
Así en tanto que nos encargábamos de calentar otro poco el café, y no
queriendo tener un nuevo roce con la madre de mi pequeño; en tono confidente pregunté
a mi cuñada, si acaso me estaba olvidando de alguna ocasión especial que ella
supiera pues no recordaba tener nada similar a una fiesta o celebración en
puerta que motivase tal selección, y suponía que mi mujer habría comprado el
vestido con tal motivo.
Pregunta hecha de manera cuasi del todo exprofeso, a la cual ella me dijo
que en verdad no lo sabía bien, pues ‑a su decir‑, Mónica sólo le había
confiado que necesitaba alguna ropa nueva por simple antojo, pero que también
escogería algo para atender alguna especie de evento o compromisos que
atendería pronto, pero no dijo cual, ni cuando éste sería.
Tras un poco más de plática entre los dos que esperábamos, empecé a notar
que caíamos de nuevo en cierta incomodidad que causaba yo en Alejandra con mis
preguntas y desatinos, por lo que decidí
cesar en mi intento de averiguaciones cuando de pronto, luego de haber
oído los pasos de Mónica descendiendo
por la escalera, para el momento en que ambos volteamos, ella pareció haberse
escurrido de nuestras vistas; por lo que los dos nos quedamos mirando
extrañados y nos preguntamos entre nosotros.
‑¿Sí bajó?... ¿No?... –
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Buscando Mas Pruebas en Contra
de Ella ®
GO Trigers, Ludo Mentis©
Edicion De El Escrutinador ?
3er Acto Pte 1 ( Si, si Bajo!... - Pero, Te Gusta como se Ve?!...)
‑Sí, yo la acabo de oír… ‑ No
recuerdo bien ni quien preguntó o de entre nosotros dos quien contestó, aunque
no tiene mayor importancia. O quizás
fuese mejor dicho que, al menos hasta ese momento no consideré que tuviese
relevancia ninguna, pero cuando ambos
volvimos hacia la sala a esperar a mi esposa, de pronto sentí como si las causas se fuesen cercando
en torno de mí, y él modo de comportarse de mi cuñada cambió otro poco de nuevo
ante mi atribulada inquietud. Y más aún
esto se acrecentó dentro de mí al instante en que sin –hasta dicho momento –
haber precisado en donde se hallaba ella escondida u oculta, ya estando
nosotros dos con mi cuñada en la sala , se escuchó desde el baño la voz de
Mónica preguntando a Alejandra :
ya lo lei jajaja riko
ResponderEliminarY el relato de Diana una madre ideal ?
ResponderEliminarPor favor saludos