Aunque aun no me siento en nivel óptimo, he aquí la primera parte de este proyecto.
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En Manos de un Vividor
El -Abusivo- Jefe de mi Inocente Marido.
Adaptación © Dra.R.Mani © Jordy Xors y © El Relator.
Ludo Mentis y G.O. Tigers
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Chacalón /a:
1. s. m. ZOO Mamífero carnívoro del grupo de los cánidos, aunque parecido en la forma de menor tamaño que el lobo . Éste vive en grupos y por lo general se alimenta de carroña y pequeños animales mas débiles.
2. – col . Méx : Término utilizado de varias formas... Más allá del ámbito sexual, se define al chacal/chacalón en primera instancia, como que éste es aquel hombre, - por lo general de “sangre morena” -. fuerte, rudo, tosco, de pocos modales. Aquel que hace palidecer a un “hombre promedio”, ya que es más “Viríl”, o masculino que la media.
Buchon /a:
1. ‑adj. ZOO . Dicho del palomo o paloma domésticos: Que se distinguen por la propiedad adquirida de inflar el buche en forma desmesurada.
2. col. Méx, Mujer, por lo general joven y bella, que ya sea casada o soltera gusta del lucir –amén de costosos ‑lujos exóticos, vestir llamativo con atuendos vistosos . Término que en general se popularizó por primer vez en el estado mexicano de Sinaloa como una forma de describir a las extravagantes novias de una generación de traficantes del siglo XXI a quienes se hace referencia en masculino como “buchón” o “buchones”
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“Un -A. A. S. S. I.” o (A. S. I.) *
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Cómo pronto leerás, pseudónimos, nombres o sobrenombres puedo tener muchos… ‑ “Mami “; Edilma “Bomboncito”, Edith, “Pequeña “, Eli o Elizabeth, “La Profe”; Enriqueta o “La Lola”… O quizás hasta “ Lola, la Profe” . ¿Por qué no?. ‑ E Inclusive; y sólo por decir unos cuantos que de hecho me saltan en este momento al azar o comienzan con “E” , hasta Elena tal vez...‑ Así que llámame como tú quieras o a ti más te convenga y te guste. Eso no me es importante; que para el caso como yo pueda llamarme en verdad ese dato resulta algo irrelevante tal como ya lo verás al ir leyendo esta historia..
Así que
disculpando la omisión de ese detalle, “me presento “ y creo que bien
puedo yo comenzar a contar que estaba Yo trabajando como
educadora en un prestigiado colegio de la
ciudad en donde desde que soy chica he vivido, cuando Fernanda, ‑ Quien a la postre se convertirá en mi cuñada – y a la
que conocí desde entonces siendo mi compañera y amiga del mismo centro escolar en
que ambas laborábamos impartiendo clases
a los alumnos del grado pre-escolar, un buen día me presentó a Francisco, mi esposo, que en ese
entonces se hallaba en la misma condición de soltero que yo. Así que después de
presentados , salimos, nos gustamos y al poco tiempo, decidimos casarnos en
nuestra boda en la iglesiaa. y así empezamos felices hasta que más o menos dos
años luego de nuestro enlace matrimonial; -‑ y esto y después de algunas
pruebas que hicimos ‑,, descubrimos que debido al escaso conteo de
espermatozoides en el semen de mi marido que aparecía bien, aunque con
movilidad algo por debajo del nivel óptimo en los tests que nos habían
realizado, cuando nos dimos cuenta que tener
hijos de manera natural no nos sería algo muy fácil de conseguir ya que en caso
de querer concebir habría que intentar otros medios para culminar todo el
intento logrando un feliz embarazo. Y
así aunque sin querer dar a conocer la nueva de este inconveniente imprevisto entre
la familia, ni recibir comentarios por parte de ellos: callados seguimos
con nuestras vidas de pareja casada, resolviendo
que aún cuando al principio nos sentimos algo desalentados por las
desalentadoras noticias, pronto decidimos que al menos así por el momento antes de tener hijos las cosas nos
podrían funcionar bien. Y sin tantas preocupaciones acerca del riesgo de llegar
a tener yo un inesperado embarazo, continuamos con nuestra vida sexual.
A mí, en lo particular, el hecho de poder tener sexo sin recaudos con mi marido en realidad me encantaba sobremanera y estaba deseando siempre probar las cosas nuevas que él o yo quisiera hacerme intentar o que yo hiciera con él. Y en eso estábamos, él y yo explorando nuestras sexualidades cuando ocurrió un hecho que pronto cambio nuestras vidas; pues verás :
Tenía ya Paco algún tiempo trabajando de manera habitual para una empresa que se dedicaba al montaje de locales de ocio, cuando por aquel entonces estaban por terminar de construir e instalar todo el equipamiento necesario para inaugurar una especie de discoteca/antro/club para socios y bar, en un ciudad vecina a la nuestra, cuando una noche apenas llegando a nuestro apartamento mi marido me dijo que no podía yo hacer planes para el próximo viernes por la noche pues aunque no me lo había dicho antes estábamos invitados a la inauguración de la misma. – Así que por favor , busca algo sexy y bonito que ponerte para que vayamos, que allí irá gente muy bien arreglada y también, digamos que obvio estará este monote con algunos de sus jefazos y mis jefes con sus novias o esposas. –
‑¿Dirás que, con sus novias , esposas y alguna que otra de “sus amiguitas”, mas bien?, ¿no?...‑ Jugueteando con él acerca de sus jefes y sus posibles acompañantes le corregí al tiempo en que tras soltar la pregunta le acabé torciendo los labios cuando para hacérmele la interesante me quedé pensando y estaba por preguntarle que tan sexy , o atrevida y sensual me quería él para esa noche,, cuando casi como que deslizando la idea nos sugirió - ¿ Querrías ponerte… Ya sabes… “Ese Vestido”?...¿Sí?... Ya sabes cual … “Aquél”…” El que compramos… “El Vestidito”… Que lo estrenes conmigo.
Apuntó refiriéndose a uno que en una salida habíamos visto juntos los dos en un escaparate, y que estando confeccionado muy a la moda, con material bastante corto y bastante ceñido y muy pegado a mi cuerpo de profesora sexy, con algunos bonitos detalles cuyo diseño aparte de bastante ceñido a mis formas en la parte trasera, teniendo la tela un muy atrevido que dejando casi desnuda toda la espalda me llegaba ya casi que hasta la cintura , apenas cubriendo de manera decente mis glúteos , mientras que por delante era rematado con un tremendo y por demás obsequioso escotazo que, aunque en lo elegante –y esto apenas por muy poco, poquito,‑ de manera sucinta casi rayaba el escándalo, al que ‑sin mucho asomo de dudas – parecía querer habido llegar al haber sido confeccionado por quien fuera que sin saberlo como se vería a mí ya puesto, lo diseñara para que se dejasen notar el par de grandes senos con forma de globo que, según mi Paquito, aparte de mi manera de ser, desde el principio dc nuestro romance fue uno de los más llamativos atributos de mi figura que le atrajo hacia mí y cuando intmamos tantos piropos y caricias me ocasionaban por parte de él
Vestidito tan provocativo que con lo ceñido a mis formas, al enfatizar de manera especial todas mis curvas aparte de a él , a mí me gustó en el acto nada más de verlo y sentírmelo puesto cuando me lo probé y estando aún en la tienda con él puesto tras mirarme al espejo, acabé saliendo del probador y mi marido me vio casi calzada o enfundada dentro del mismo y sin poder aguantarse un gesto de asombro libidinoso que hizo, sin penarlo mucho tampo me dijo: ‑ ¡Ay Diosito, pero mira nada más que cosas Dios Mío! ¡Mi Vida!... Te queda estupendo, Mi Vida… ¡Y es que te ves, “Que no sabes, Mi Vida”!; de veras te queda que para mí parece que más que pegado te queda como si casi que te lo hubieran untado en el cuerpo o en cualquier momento se te fueran a jalar y romper esas costuras, Mamita!... Te ves que estás para comerte toda completa de un solo bocado… ‑ Recuerdo el arrebatado entusiasmo que causó en él verme con aquel numerito puesto cuando después de repetir aquellos enardecidos elogios, y por entero movido entonces por el antojo me pidió: ‑¡Por favor cómpralo!... Pero sólo te pido que me lo guardes para cuando tengamos alguna fiesta en casa o cosas así, porque entre las cositas que apenas si esconde y esas cosotas tan lindas que tienes allí arriba y lo ajustado de lo que te queda por detrás, eres un peligro a la vista y no sé yo que cosa te pase si alguien te llegara a ver con algo así puesto..
Ah … Te refieres a “Ése Vestido”… ¿Verdad?... – Alargando la “E” del inicio al referirme también de aquella manera busqué Obviando mis consideraciones, quise sacarlo de su ensimismamiento al referirme a esa prenda que yo sabía era de la que él mismo me hablaba: N-n-no-o… ¿No crees tú que sea mucho?...
‑Es decir: va a haber mucha gente, ¿no crees?... ‑ Pregunté sorprendida y un poco indecisa, dudando que aquella en verdad fuera una buena idea.
Bueno, no sé … ¡¿Hace cuanto que lo compramos y no te lo has puesto… Si no es ahora, ¿entonces cuando? – Sin poder dejarme descifrar aquel dejo de melancolía cuasi rayana a dejarse notar como si en verdad se hallase él mismo nervioso e inseguro también.
– Está bien… Si quieres que me lo ponga, está bien… Solo es que pensé que querrías vérmelo puesto para otra ocasión; y no para que también tus compañeros y jefes lo vieran tambíen– Concedí entonces haciéndome ya a la idea de que así sería; y por fin esa próxima noche, no solo sería así él el único que me viera o enfundada dentro de ese vestido.
“Gracias, mi vida” ‑ Como si aún fuese o reviviera yo una vez más en ese preciso momento, ni poder aun saber lo que en realidad le ocurría, recuerdo como, con un dejo indescifrable de alguna extraña manera rayano ya a notarse como si lejos de alegrarse de haberse salido él con la suya; en cambió tras escucharme a mí hacer tal concesión, se hallase él un tanto nervioso mirando hacia lo más recóndito de su consciencia o ante una duda perdida muy dentro de él mismo, por unos cuantos segundos que duró en aquel trance mi esposo pareció ido, “ viendo el elefante rosa de la habitación “ ‑que yo no veía‑ ni escuchaba tampoco cuando casi no más le escuché balbucear : “Te vas a ver bien con ese Vestido …
…”Le vas” Tal como si un poco salido de sí; con el entusiasmo un tanto perdido algo quisiera guardarse o no hubiera querido atreverse a decirme todavía en tales momentos. Dijo diluyéndose en sí por último dentro de sus palabras y pensamientos que no logré descifrar.
“El Vestidito” –
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“Unos Tacones de V. y. C. Ya *. (para el. A. S. I.)
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“Que le den Cumbia a la gente, un poco de aguardiente ´pa sacar las cargas de la mente! …”
“Que le den Cumbia a la gente, un poco de aguardiente que con eso es sufciente ´pa sacar las cargas de la mente! …”
° * ° * °* °
Así pues, ‑ y con ciertas reservas aun por parte de mí al respecto – fue mayor la tentación de pensarme vestida con éste para salir a cumplir aquel compromiso, y suponiendo yo entonces que la petición de que usara dicho vestido duante la inauguración de aquel Club obedecería mas bien a su deseo de cumplirse en capricho impulsado mas que otra cosa por sus antojos o deseo de presumirme ante otros ; y todo esto unido con la propia y honesta tentación e innegable sensación de atrevimiento y anticipación que de forma genuina reconozco que yo misma sentí durante el resto de la semana, me preparé para el gran viernes, de tal modo que, ya por la tarde de aquel día; después de haber comido con Francisco y luego bañarme, enseguida me dispuse a terminar arreglarme ya con mi inquieto marido esperándome a que yo terminara para salir con rumbo a la inauguración.
Cielos, Mi vida, no sé… Aunque no están tan
incomodos como se ven; en serio no sé si quizás sea solo el color o lo chiquitas que están pero
me parece que se son o se ven hasta un poco escandalosas . ¿no crees?... indecentes tal vez … ‑ Con una especie de auténtica confusión;
sintiéndome sofisticada, muy femenina e
indecente a la vez al mirarme le comenté desde el espejo del tocador a mi
esposo viendo como me quedaban puestos
aquellos panties antes de vérmelos por
quinta o séptima ocasión ya otra vez más en ese momento antes de bajar ambas manos para con los dedos de estas
ayudarme a que el vestido me bajara por las caderas y deslizando sobre mi piel la tela de éste, llegara hasta donde
se suponía que debiera cubrirme.
“Si, también está muy cortito y pegado pero no creo que se marque muchísimo”… “Además; de seguro va a estar algo oscuro… ‑ Hablando esta vez en silencio hacia mí quise asegurarme a mí misma luego de girar mi cuerpo a mirarme por enésima y última vez aquella tarde.
Así quise confiarme de mi decisión tomada cuando confiada de mi decreté esto, confiando en que la idea de sólo ponerme para acompañar y vestir aquel Adorable Atuendo llevando de estreno también unos diminutos y muy femeninos panties que entre otras cosas aparte de lo chiquitos, por lo nuevos que estos estaban, aunque no incomodos, cubriendo con sus encajes y cintillos elásticos si apenas lo mas esencial de aquella privada región de mi cuerpo, si me calaban un poco al frente mientras que la parte trasera de mi persona, y con la plena intención de que estas no se marcara casi nada debajo de la tela de aquel ajustado vestido, se me sumían entre el par de hemisferios de mis dos amplias nalgas, evitando con ello que a diferencia de lo que ocurriría con otro tipo de pantaletas menos discretas que por lo general acostumbraba yo a usar hasta entonces de manera habitual, mientras que en cambio estas a duras penas se delinearan o con sus costuras fueran a evidenciarse debajo; y que nadie más aparte de mi marido que ya las había visto, adivinara el tipo y aspecto total que tendría la atrevida tanguita que llevaría yo puesta conmigo esa noche .
Y sintiéndome así , aunque algo incomoda pero muy femenina a la vez, terminando de mirarme en el espejo para notar que tan revelador podría resultarme el atuendo, cuando estuve convencida de que no resultaría en exceso provocativo o de mal gusto., me monté sobre mis altísimos zapatos de tacón y sexy plataformitas altas con llamativos ojuelos que al frente del material que cubría el nacimiento de mis ortejos, en la misma medida cada uno dejaba apenas asomar mis delicados deditos con tentadora coquetería hacia adelante, mientras que, dicho sea de paso, en dirección opuesta hacia arriba, conmigo parada encima de éstos, me hacían lucir en forma sensacional. Destacando con esos Tacones, la anatomía de mis piernas muslos, caderas y pelvis, que en la postura en que quedaba yo acomodada, incluso proyectaba más hacia arriba y atrás la óptima forma de mis glúteos de señora casada. ‑ Algunas de mis Armas de Seducción Intensiva ‑
‑N- n- no- sé, Mami, Te veo así y de verdad que no quisiera que fueras o tener que ir yo siquiera ‑ Como con algo de pena me dijo Paco con voz titubeante antes de cerrar con un atribulado y por demás lapidario. –Te quiero no más para mí… Creo que no en verdad no soporto la idea… ¡¡Luces Divina!!
…Pues si quieres no vamos, Francisco‑ Dentro de aquel momento emotivo le respondí sin dejar de sentir o presentir algo.
No, no puedo , no puedo no ir, Ya quedé con ese mono que iba y yo te llevaba conmigo – Dijo por último antes de mirarme una vez mas y conmigo ya fuera de nuestro dormitorio nupcial acercarse a la puerta. Conmigo siguiéndole el paso sobre mis altos tacones de Reina.
° * ° * ° * °
Así y todo esto, confieso que conmigo algo
inquieta, apenas rato más tarde arribamos al Club, donde luego de con cuidado
de no retratar yo a nadie con mis pantaletias de estreno, o que el
muchacho del valet parking alcanzase a colar alguna indiscreta mirada a mi
profundo escote o también mis calzones tan a la vista de él cuando se acercó a abrirme
la portezuela del auto y ayudarme luego a bajar, y primero entramos al Bar de aquel Club donde
casi que como en cualquier besamanos. Mi
marido me fue presentando a sus
compañeros de trabajo, directivos de empresa y algunos otros personajes,
pudiendo yo notar como, teniendo la mayoría de ellos la miradas un tanto pesadas, al apenas moverme o girando mi cuerpo para saludar a
alguien más, casi todos – y en manera poco prudente‑ me samueleaban mirándome desde abajo hasta arriba y después repasaban mis formas… ‑Caso y
cosa que, para no ser hipócrita, ‑ ni
empezar a mentir ‑, a mí me encantó en
tales momentos. “Como si con todas
aquellas miradas que se posaban en mí de
tales maneras, despertaran en mí un súbito e ingobernable deseo de sentirme
examinada y calificada por todas esas
miradas.
Y es que Eso de encontrarme frente a otros hombres que sin poder o –algunos de ellos incluso – tan siquiera pretender aparentarlo mucho delante de mí o de mi marido, me contemplaban evaluando mi cuerpo casi sin disimulos; descubrí me resultaba algo placentero y estimulante que me hacía sentir a gusto por la experiencia de saberme atractiva ante los ojos de ellos, y pronto me fui acostumbrando a la idea mientras disfrutaba el ambiente de la fiesta al lado de mi marido, hasta un momento en que tras acercarnos al bar para pedir otros tragos y que luego de conseguirlos mientras bebíamos, y él me mostraba el diseño que había hecho de la barra del sitio, de pronto alguien se le acercó para pedirle que le acompañara a ver un pequeño problema que se había presentado y él sin tener otra opción tuvo que ir a atender aquel imprevisto.
Así sin mas que entender que aquello
resultaba parte de su trabajo, él se marchó dejándome allí, esperando que
volviese y sin conocer en realidad bien a nadie más de todas aquellas personas,
sin fijar la atención digamos que en nada me pretendí distraer echando una mirada al
resto de la instalación y terminarme mi copa
para sentirme acorde al ambiente festivo que imperaba en el sitio. Y en ello estaba cuando no pude evitar caer
con la vista en un grupo de varios hombres que entre los que me habían ya
presentado , aghora se hallaban plantados casi enfrente de donde yo me
encontraba., y que animosos conversaban de algo pero de entre los cuales noté a
uno en particular que por su altura y talante de buen aspecto, brioso y
atlético, con pecho ancho y apariencia de estar muy musculoso, además de, a en
su propia madera un tanto morena destacarse entre ellos por lo bien
parecido, clavó en mí su mirada.
Aquél era Hugo, el supuesto Jefe directo
de mi marido, o al menos según yo sabía,
lo era en lo referente a esta y algunas
otras instalaciones que tenía ya comprometidas con éste. Y esto
solo lo supe por lo dicho con
anterioridad por Francisco acerca de él
y que yo descubrí que entre los otros que estaban con él, aunque en un clima
distendido de plática amena y alguna que otra risotada entre ellos, aa éste lo trataban con mayor
deferencia al dirigirse hacia él y escuche a alguno de ellos que le llamaba
así, tratando de llamat su atención mientras él me miraba.
Como ya había sucedido con otras antes
durante la noche, noté que no era esta la típica mirada que te echan para
hacerte ver que gustas, si no que más bien había en ella algo que me llegaba a
perturbar e incluso – y a diferencia de
las que antes había recibido:‑esta vez la de él me causaba aun algo e mayor incomodidad
y bochorno. Parecía tan pesada e incisiva sobre mi
persona, como si de forma deliberada intentase hacerme sentir que estuviese
casi desnuda allí para él y sus ojos. Y
yo al notar lo perturbador y profundo de
su insistente mirada, procuré mirar para otro sitio, pero persistió en mí esa
sensación de estar o seguir siendo observada por unos ojos que no se me
quitaban de encima ni se molestaban casi en disimular en la más nimia manera el
interés que al seguir repasándome de arriba abajo paseándose sobre las formas
de mi anatomía, despertaba yo en él.
Así sin poder evitarle la vista de alguna manera discreta, de pronto me percaté de que en mí un calor sofocante me invadía de repente al estar siendo observada por él en tal forma, y ya me encontraba algo nerviosa por su presencia y lo ojos de coyote hambriento que me echaba encima aquel descarado, hasta que, para alivio mío, Paco volvió hacia mí y sin saberlo por mis palabras o haberlo notado él de alguna otra manera, luego de decirme que había vuelto, nos pusimos a bailar al compás de la música que inundaba el lugar.
Bailamos así pues, varias piezas de ritmo cadencioso , hasta que con la intención de descansar un poco, cuando nos dirigíamos hacia la mesa que al parecer nos había sido asignada, no llegábamos apenas ni a sentarnos cuando alguien llamó por detrás a mi marido tocándole el hombro. Y tal como era de esperarse esto nos hizo girar para ver quién era el que lo buscaba.; tan solo para llevarme yo la sorpresa de encontrarnos de pronto frente al hombre de la penetrante mirada que me había estado repasando minutos atrás; personaje al cual –y para sumarse a mi desconcierto y apuro ‑, en vez de tratar con indiferencia como de seguro lo hubiera hecho con cualquier otro desconocido, mi esposo saludó con un fuerte apretón de manos para después presentarme con él : ‑ Mira, Mi Vida, el caballero es el Señor Lanzagorta, entre otras cosas Socio Encargado del Club y colabora en otras negocios y empresas de la sociedad. …Él fue quien me trajo con ellos y me dijo que te quería conocer cuando yo te trajera.
“Que le den Cumbia a la gente, Ay que rico se siente, cuando lo mueve, lo mueve , lo mueve”…
Yo aún algo sorprendida por encontrarme de nueva
cuenta y en modo inminente frente a
aquel monumental e intimidante hombre que sin el menor empacho, apenas minutos
atrás había logrado inquietarme con sus insistentes miradas, como mermerizada
por alguna especie de embobamiento que se apoderada de mí por encima de mi
temor casi ni cuenta me di cuando sin poder hacer otra cosa por evitarlo acabé
tendiendo la mano para no dejarle esperando la suya que fue en busca de mí;
sintiendo de forma inmediata su gran fuerza cuando tomando la mía en la suya
pronto acabó haciendo parecer como si mis pequeños deditos fueran barritas de
esas galletas “Bocados de Dama” que
frágiles entre sus manotas sin duda se quebrarían si él los apretaba si quiera
un poco más entre sus enormes y
vigorosos dedos algo morenos que más bien parecían ser una penca de plátanos
con cinco apéndices colgando.
Apenas unos instantes después del primer
apretón y sin haberme aun soltado delante de mi marido, ni darme tiempo a otra cosa o reaccionar de
alguna manera, me pareció como si aplicando alguna una suerte de envión o llave
de judo en la que aprovechando el impulso inicial para halarme hacia sí, de
repente acabó por acomodarme un par de besos en mis mejillas.
Parecía que su mano fuera una toma de corriente enchufada a la electricidad, ya que sin haberme dado yo bien cuenta ni de cómo ni cuando, en un momento sentí como si una descarga de electricidad me recorriera de pies a cabeza, pasando esta incluso por mis puntos más privados e íntimos, soltando a su paso descargas de adrenalina en manera muy similar a la que se apodera de la persona de una cuando una muela u otra cosa nos duele, y que ocasiona que, aunque en lo habitual no tengamos plena consciencia de esta especifica zona o pieza de nuestras anatomías, de pronto adquiera dicha notoriedad de su misma existencia en nuestro ser, sino hasta casi el momento justo en que comienza a sentirse cierta molestia o ardor. Y así, tal fue la propia e involuntaria consciencia de mi cuerpo al ser recorrido por aquellas descargas que me cosquillearon y me comenzaron a picar ante la arrebatadora presencia de aquél.
Situación que en vez de pronto ceder, sin más
se agravó cuando para mi desconcierto, el hombre no se despidió en el modo como
suele ocurrir en esos encuentros casuales, si no que decidió plantarse ahí con
nosotros, hablando más bien con mi esposo acerca de la discoteca y varios otros
detalles en general, hasta que deteniendo los comentarios inherentes a las
instalaciones y sus expectativas sobre la misma; como si buscara remarcar algo
de manera importante hizo una pausa tras la cual, empleando un tono muy propio
y sereno, aunque sin poder disimular un curioso acento que al parecer no podía despegar de su voz y yo le alcanzaba a notar en casi toda palabra que
hablaba, acabó dirigiéndose hacia mi marido para adularme delante de él. Así, sin más le escuché decirle a mi esposo
que sin duda lo consideraba un hombre afortunado por haberme encontrado y conseguido casarse conmigo.
Palabras que tras notar la reacción que
aparte de en mí, de manera casi automática me percaté que también tuvieron
algún propio efecto en mi esposo; en
quién capté como pareció arredrarse ante esta persona y en vez de marcarle de
alguna distancia que pudieran pararle
tal clase de comentarios, tan solo se limitó a conceder y agradecerle con
cierto grado de nerviosismo e incomodidad que –al menos yo ‑, sí de inmediato
detecté en él, allí y ya desde ese momento, cuando este hombre no se detuvo y a este de inicio
lo acompañó de otro par de piropos que en seguida soltó empleando apenas si el
menor disimulo para no evidenciar de primera intención que en realidad desde un
principio iban dirigidos a mí por completo.
‑ “ Y
es que me encantan las parejas así como ustedes, con esposas modernas que, “Si
lo tienen” … No tienen miedo a enseñar y que otros mas lo disfruten “ … ‑ “Eres
un encanto Tesoro… Te aseguro que
contigo a su lado este hombre con el que te casaste bien puede llegar muy
lejos, Morrita” ‑ Con toda familiaridad,
y como si me conociese de algún otro lado antes de esos momentos o; si por
alguna desconocida razón supiera ya cosas acerca no sólo sobre de
Francisco, sino incluso de mí pareció como si quisiera
sorprenderme y mostrar una curiosa especie de aplomo cuando sin mayores reparos
soltó tal clase de comentarios en dicho
modo o algo muy parecido a tales palabras que con su acento tan poco enseñado
profirió la boca de aquel hombre hacia nosotros aquella andanada de expresiones e inusuales piropos apenas
instante antes de excusarse para ir a saludar a otras personas.
Actitud que mas que impactarme
gratamente mas que otra cosa me causo en ese momento inquietud,. Y más aun
cuando ya yéndose de nuestro lado le
indicó a mi esposo : ‑A ti, ahorita que puedas te quiero ver allá
atrás, Paco… Necesitamos hablar.‑ Categórico
o con tono un tanto mandón o severo oí como se dirigió hacia Francisco
antes de terminar de marcharse.
Quedándome yo bastante incomoda e inquieta ante su actitud hacia mí y mi esposo, y el tono en que con sus cuasi insolentes y aventureras palabras soltadas de modo tan apenas velado por aquel hombre, tras haberse apartado éste de nosotros para irse a pasear por el sitio en busca de otras personas a las que saludar, traté de disimular al menos un poco lo que – sin atreverme a decirle o querer inquietar a mi esposo en realidad pretendí guardar para mí y no comenté con él en ese momento tal inquietud, pero me pareció haber – digamos que ‑, más bien, “bien entendido “ que malentendido de lo dicho por éste antes de irse. E intentando recuperar un poco la calma, con el paso de los minutos mientras que permanecimos un rato más departiendo con algunos de sus compañeros y demás socios con los que trabaja o simples personas que al parecer mi esposo casi ni conocía y yo mucho menos hasta antes de que esa misma noche me presentara con ellos, ‑ y en el respectivo caso que así fuera esto ‑ con las acompañantes de algunos de ellos. Notando una cosa a la que en esos momentos tan solo me pareció algo curioso cuando distinguí cierta constante entre aquellas parejas con las que me presentaba; y que no era otra más allá de darme cuenta que en realidad casi ninguna de estas parecían serlo de veras. Ya fuera por la edad, su actitud dominante o el tosco porte moreno de la mayoría de todos los caballeros a los que se hacían acompañar de su joven princesa mientras conversaban , bebían y reían.
Siendo ellas “eso” en casi el gran conjunto
de todos los casos,.. Unas “princesas” si no rubias todas ellas, si trigueñas
de por lo menos piel blanca o rosadita como la mía, ‑ pensé para mí ‑. Jóvenes de cuerpos mimados y o bien
trabajados para lucir luego aquellos reveladores atuendos que en sus formas
resultaban incluso mas sugerentes que aquel llevaba yo puesto esa noche… ‑ “¡Vaya, vaya, Paquito!”… Al parecer trabajaste todo esté tiempo con un
hombre que sólo puso un antro para que vinieran puras buchonas y las trajeran
aquí sus novios o papis bien chacalones” – Divertida ‑ aunque la vez‑, también un poco alterada ante mis
hallazgos y elucubraciones casi quise
decirle esto a mi esposo. Pero decidí no
incomodarlo ya más en ese momento…
‑
Incomodarlo tanto como yo misma lo estuve y me puse después de empezar a atar
algunas de dichas suposiciones que junto con mis prejuicios de mujer educada
mas bien a la antigua, al ver eso en casi todos los casos hacían que a al menos a mí todo aquello
arrojara el resultado de la suma de que “Uno más Uno, a mí me saliera siempre
la suma de Tres” ‑ “
“Naaahh, qué….” Yo creo que de seguro Francisco ya sabe de que cosa debe tratarse todo esto
de éste Antro, Al tal Hugo ése se le ve
que no debe de andarse con muchos rodeos…
¡¿Pero no sé…?!. ´¿Por qué no me
habrá dicho nada de esto?... Yo sólo
espero que sepa con qué tipo de gente anda él haciendo negocios… Que no sea
gente mala… ‑ Con esas y otras varias consideraciones
rondándome en la cabeza me distraje un buen rato hasta que luego de bailar
algunas pocas piezas con él, ya un poco
más tarde en la noche mi marido volvió a dejarme sola para ir a hablar con el
tal Hugo.
Volviendo Paco luego de unos minutos, diciéndome que mejor ya era tiempo de que nos fuéramos e
intentar regresar a casa o encontrar un hotel
cómodo donde quedarnos a pasar el resto de la noche e irnos ya en la
mañana.
Bueno, pero no sé, Mi Vida, no traje cambio
de ropa , y bueno… éste vestido, no es así como para ir a ver a tus papás o los
míos o a desayunar a ningún sitio por la mañana… ‑ Objeté.
- Está bien , pero si , por favor mejor
vámonos ya… _ Le oí apresurado.
Así , después de habernos ya despedido de algunos de sus conocidos, estábamos ya por salir cuando casi en la puerta nos paró Lanzagorta que se notaba un tanto debido cuando seseante nogs dijo : ‑ ¡ No, no, no, Mi Paquito !... ¿Pero cómo es que ya te vas y de pasada te quieres llevar a esta morrita bonita?... El Bomboncito y cosita mas rica de todo el lugar? –
Sin mayores ambages ni disimulos hacia mi marido o mi propia persona; cual si de alguna manera aquello fuese siquiera posible y conmigo estando parada casi enfrente de él , como si tal estuviese viviendo un verdadero suceso de d ubicuidad en el que en esos precisos instantes yo misma no me hallara en el sitio, o mas bien a éste no le importase en lo más mínimo que le hubiera escuchado aludirme en tal modo, preguntó de aquel modo a mi Marido usando tal tipo de ligerísimas expresiones para referirse acerca de mí ante mi esposo, Quien en vez de plantarle la cara y pedirle mesura al referirse hacia mí persona, en actitud de pacato ahora más evidente, optó por obviar el salaz comentario por demás ya evidente e ineludible , y en cambio sólo se limitó a conceder y al tiempo en que tendiéndole la mano para despedirse de él, decirle que sí , que ya era tarde y teníamos que marcharnos.
‑Pero no; no te puedes ir todavía con este
Bombón que trajiste… Ya varios de los Jefazos hasta me han preguntado por ella
y querían saber si está disponible para que se las presente – ¡Me quedé atónita
de su inaudito atrevimiento! ‑‑‑‑
Y sin importarme en ese momento que de aquel hombre dependiera buena parte de la quincena de mi marido, estaba yo por ponerlo en su sitio, cuando sin tener tiempo de hacerlo él no me dio opción para intervenir cuando le dijo a Francisco :
…Es más, Panchito, “por ´ai”, creo que alguien o uno de mis ayudantes te andaban buscando… ¿Por qué no vas a verlos que cosa quieren… Mientras yo te cuido aquí a la Princesa… ‑ Interpuso él dirigiéndose hacia mi esposo al tiempo que, dedicándome otra de sus encendidas miradas. Insistió en posar la vista sobre de mí.
“Que le den Cumbia a la gente, Baila pegadito , sin evitar el roce ”…
Ocasionando con tal objeción a gque a mi marido no le quedase de otra, más que ir a cerciorarse de que se pudiera tratar el supuesto llamado, a mí tampoco me quedó más que disponerme a esperarlo a que fuera , parada allí cerca de la entrada del sitio , en compañía de nuestro atrevido anfitrión. Cosa que sin ninguna otra excusa o recurso más que oponer en vez de aceptar, de buen grado tuve que conceder la espera, y con nerviosismo ante las sensaciones que la cercanía con la presencia de aquel hombre me ocasionaba, cual quinceañera o adolescente que por primera vez experimentara el bochornoso embarazo que puede causar el descubrir la involuntaria atracción que las núbiles formas de su figura ejercen no solo sobre de si misma, sino también en el hombre que sin reparos ni recato ninguno, y a mansalva completa las apreciaba, de nueva cuenta y en extremo me hizo sentir torpe y apenada de mi persona, pero aun con la reserva de ánimo necesario para intentar no aparentarlo de más, por algunos momentos procuré aparecer distraída y atenta en otras cosas que sucedían alrededor de nosotros hasta que resultando ya imposible de obviar la incomodidad del forzado silencio, en vez de soltarle el reclamo, abrí la boca para elogiarle por la decisión de avocarse a la empresa de construir aquel sitio.
‑ …¡ Sí, gracias Morrita , ya sabes que muy a la orden y para lo que tu gustes y mandes, pero lo que si ya te dije a ti y a ése cabrón de tu esposo allá dentro es que al que de verdad hay que felicitar es ése buey… Digo, si mira no más quien lo viera… Aunque me decían que eras bonita, no pensé que de verás estuvieras tan buena así como estás… No sé como le hizo ´pa conseguirse él “una Nalguita” así como tú para casarse contigo!‑ Cual si me conociera de antes o por alguna otra razón desconocida por mí hasta ese momento sintiera él que podía tomarse conmigo tal tipo de ligerezas, sin más soltó a rajatabla el procaz e insolente insulto al tiempo en que sin mediar ya otra mayor consideración, esta vez me atrajo hacia él tirando de mí con fuerza hasta pegarme a su cuerpo. –Como si sin más pensara que podía adueñarse de mi sin siquiera pedirme permisos ‑
‑¡Me gustan las viejas nalgonas y bien chichonas, así como tú, “Nalgoncita”! – Continuó su asalto hacia mí con aquella andanada de soeces palabras de carretonero que escupió en contra mi aturdida persona en cuanto que con el tirón que dio de mi brazo consiguió pegarme a su cuerpo hasta ocasionar que con la fuerza de aquel movimiento mis pechos fueran a pegarse incluso todavía más al de él antes de rematar la maniobra sujetándome por la cintura y terminar de atraerme hacia él y su ominosa aunque imponente figura.
Al hallarme atrapada por él en tal forma, pronto percibí el aroma de su colonia y tabaco acompañado de resabios del alcohol que con seguridad habría estado ingiriendo en abundancia… -‑ Notando yo entonces que se hallaba bebido más de la cuenta , no supe que otra cosa decir o hacer para apartarme de él sin causar una escena. Ni menos cuando en vez de soltarme esta vez, de pronto la mano que me tenía rodeada por la cintura, apenas si disminuyó un poco la fuerza del agarre que ejercía sobre aquella región de mi anatomía pero tan sólo para descender de improviso e ir en pos de mis nalgas que enseguida acarició y apretó con la palma de esta y sus fuertes dedos de hombre para enseguida palpar y centrarse en una de ellas y dedicarme otro inapropiado improperio.
‑... ¡De veras que estás bien rica, Mamita!.
¡Pareces una bonita vaquita lechera y nalgona…!, Me encanta como se ven desde aquí arriba
estas tetotas te cargas aquí arriba, apenas te alcanzan a medio quedar
escondidas dentro de este puti vestidito de buchoncita nalgona elegante que
traes puesto, Lindura! … Parecen como
si trajeras cargando aquí arriba dos
gelatinas de leche, así allí acomodaditas dentro de este escotito que traes
para que todos las vean y se
antojen… ‑ Profirió para apabullarme ya por completo
acerca de la apariencia de mi persona, antes de lanzar : ‑‑ ¡ En verdad que me gustas, Morrita…!...
Estás como para hacer una rica
Brocheta contigo y algún otro cabrón
, y verte como no te la acabas,
Mamita…‑_ Soltó en contra de mí ya
casi por último y concluir. Ya
tendremos tiempo de conocernos mejor y ver que tal se ven este par de tetazas
fuera de este pinche vestido …
‑ ¡N-n-nh-o… por favor n‑no, Señor…! ¡No, Hugo!... ¡¡Suelteme!! ¡Mi marido! … ¡U- u uh s- sted lo conoce! … Por favor , ¡No!...!, ¡Hugo!... – Eso o algo muy similar a aquellas palabras apenas y le alcance a tartamudear vacilante en mi lengua, cuando en vez de conseguir zafarme de él o soltarle un bofetón a palma abierta o mano cruzada, en lugar de reaccionar de otra manera más decidida o buscar alguna especie de ayuda ni reclamarle ante tan tremenda falta de respeto hacia mí marido y la de mi propia persona, en tales momentos parecí más bien excusarme de haber provocado yo en él tan enardecidas reacciones. ‑ Pero ‑supongo yo ‑, no queriendo causar mayores escándalos que en aquel sitio fueran mas evidentes de lo que sucedía entre su esposa y el empleador de mi esposo, casi lloriqueé y supliqué de aquella manera porque me liberara y detuviera su ultraje.
‑Sí, bueno, Tú disculpa, Mamita… Es que quizás si ando ya un poco borracho… Pero es que Tú si estás muy buena, Cosita… Discúlpame, pero es que sí te me antojas, y si yo no anduviera ya tan acá , todo jaladón ni con prisas si me apuntaba contigo, aunque nos viera tu esposo… ‑ Aunque soez y ordinario en su trato conmigo, para mi alivio por fin concedió y me soltó, dejándome libre para que yo pudiera zafarme de él y – llena de apuro ‑, salir de aquel sitio …
* ° * ° *
“Que le den Cumbia a la gente, la temperatura caliente… Gotas de sudor en la frente”…
Oyendo ahora apenas los ecos de aquella
pegajosa canción que aparte de en mis oídos retumbaban en el exterior de aquel antro; deshonrada hasta lo profundo
e inquieta ante mi falta de templanza, cuando por fin salí por la puerta a esperar a mi esposo, aparte de
inconforme conmigo misma al repasar en mi conciencia todo lo dicho por aquel
Señor Lanzagortao y lo sucedido entre nosotros antes de que me soltara, se
agolparon en mí las ideas acerca de lo que bien pude haber yo dicho u opuesto
como resistencia, cuando , ya afuera del sitio, y acompañada solo por mi
pequeño bolsito de mano y aquel vientecillo
casi polar que se sentía a aquellas horas de la noche pronto caí en cuenta de que con todo y el
frio que ya hacia allí afuera, luego de haberme escapado del agitado momento
vivido al interior de la rocambolesco salón-discoteca por mi alterada persona
al ser manoseada y casi abusada no sólo verbal sino físicamente
por aquel atrevido borracho, había provocado dentro de mí cierto bochorno.
Bochorno y calorcito húmedo tal, que aparte de dentro de lo que mi pequeño y cortito vestido ‑ al que durante sus insultantes ofensas verbales, aquel se había referido como “ puti vestidito de buchona elegante” ‑ ; y en verdad de mi cuerpo éste protegía y apenas cubría ante la vista de todos los que miraban en dichos instantes, de pronto me hizo sentir vulnerable y expuesta en extremo, como si la gente que se hallaba allí afuera pudiera traspasar con la vista la ceñida tela del mismo. O –Peor aún para mí – distinguir la involuntaria humedad que de manera por demás vergonzosa de tener que reconocer en tal situación pero de manera innegable, en un de repente sentí como mojaba el material de la ajustada pantaletita que llevaba puesta debajo de “Mi Puti vestido” – Hecho que me ruborizó y encendió aun más mis mejillas de tan solo sentirme y pensar que alguien más pudiera notar por las que yo estaba pasando –mientras esperaba a que mi marido saliera‑.
Era como sí pese a aquel frio que se sentía en rededor mío, fuese yo una especie de lámpara incandescente de la cual emanara un intrigante calor. – Calor Femenino …‑
°* ° * ° *°
“Que le den Cumbia a la gente, Si eres de las que te gusta bailar , de las que empieza y no quiere parar, aquí te traje un regalo especial y ahora tú vas a sudar y sudar … Gotas de sudor en la frente”…
Para suerte mía y no terminar de caer en mi propia ignominia, apenas un par de minutos más tarde, volteando hacia la puerta del Club, vi a mi marido volver a despedirse de este tipo abusivo, para entretenerse otro poco con él cuando éste se acercó hacia Francisco a decirle algo al oído y palmearle espalda antes de por fin dejarlo alcanzarme en el estacionamiento enseguida pedir nuestro coche el cual abordamos en cuanto nos lo trajeron Y Así ya una vez arriba del mismo, sintiéndome algo más protegida dentro de lo que consideraba nuestro territorio, luego de decidir que tomaríamos el trayecto de vuelta a la casa, ibamos rodando a bordo de éste por la ciudad cuando de irremediable manera comencé a repasar detalles de lo sucedido durante la noche, y en especial aquellos momentos que transcurrieron entre mí y aquel hombre por cuanto duró la última ausencia de mi cándido esposo, quien por seguro tenía casi yo, tampoco de ninguna otra manera se podría dado cuenta de todo ni imaginar bien nada de lo sucedido entre ambos en aquel final desencuentro que tuve con el indecente borracho ése. .
Así como tampoco pudo él darse cuenta del
complicado estado por el que en silencio yo atravesaba ahora sintiéndome
rebasada en mas de alguna manera en esos instantes en los que recordando
parte de aquella andanada de ofensas en agravio de mi vulnerado buen nombre y
decoro de señora casada y decente, sumó a estos los decididos manoseos que
sobre mi persona él intentó. Sensación
y consideración estas que reunidas ambas con un confundido e incomprensible
estadio de aparente turbación emocional que de repente pareció comenzar a detonar
en mi interior cuando aunándose a las apuradas imágenes que ‑y esto dicho
aquí con toda franqueza –, se revolvían
ente mis alteradas neuronas de una forme
tan imprevista ya en ese momento en que noté que me hallaba yo con el reducido refuerzo
de algodón del puente de mi pantaletita
un poco mojado por mí, que sin haberme dado bien cuenta de como era que en
verdad esto me había sucedido, y sin poder controlarlo de pronto aparte de
estarme mojando algo me hizo sentir excitada,
cachonda y caliente en indecible manera, por lo que extraviada dentro de mis
emociones y sin decirle ni “esta boca es
mía” me abalancé hacia su paquete mientras él conducía .
‑ ¿Q- q-qué haces? – Sorprendido titubeó ante mi inesperado extravío , casi dando un pisotón sobre el pedal de los frenos..
¡Es que me gustas, Papito. Y yo creo que vengo algo cachonda contigo…! ‑Contesté, antes de insinuármele en modo aun más meloso : ‑ ¡Quisiera que me hicieras tuya aquí, Papi… Casi que aquí y ahora mismo!.,,
¡¿Y eso., Mi Vida?!… . ¡¿Es mi colonia, o qué cosa, o quién te ha puesto así, Mami?... ¿O fue algo que hice o que viste?.– Preguntó él sorprendido de aquel súbito arrebato.
‑ No… Nada de eso, Papito… Es sólo que haber venido contigo, y todos esos señores conmigo vestida así como vengo… Me siento sexy esta noche y traigo ganas de que me des tu cosita ‑ No queriendo dar bien a notar del todo otra cosa, aunque insistí en sobar el paquete que se formaba dentro del pantalón de mi esposo, vacilé en atreverme a decirle lo que en realidad me había sucedido.
“¡Guaou , guau, guau, guau, guao!”… Ay, Mamita… ¡¿De verás....?! Mira no más como me pones no más de que tú me lo digas… Me encanta que te vistas así, como si en vez de mi esposa, todavía estuvieras soltera o aun no te hubieras dado ni cuenta de que estamos casados y anduvieras buscando, ¡Tú sabes!... ¡¿ Viste como te miraban algunos de esos Señores?!‑
Para mi propia
sorpresa, mi Francisco aceptó , adelantando otro gran paso enseguida cuando en
tono mas sombrio y marcado extendió el resultado de la pregunta. ‑Sí vi cómo entre otros , al borracho DeLanzagorta
también se le iban los ojos contigo ; y
casi te desvestía cada vez que te tenía cerca o yo no estaba contigo. Para mí era como si casi te hubiera querido
arrancar tu vestidito y ver que traías puesto debajo… O… hasta invitarte a
salir
¿Invitarme a salir?... ¿A mí…?. ¿Y eso para qué o qué , Francisco?‑
Bueno… Tú sabes… Salir con él… Tomar una copa, ir a algún sitio…‑ Trató de semblantearme mi esposo.
¿Ir a algún lado los tres? , ¿o él con su novia y nosotros?... – Iba a decirle que sin duda alguna no me gustaba la idea de siquiera tener que ver de nuevo al gañan ese del tal Hugo, cuando sin más me atajó.
¡No, Él no tiene novia!... Lo que él querría es invitarte a ti
sola… ‑
Contundente e inaudito, ante lo estridente de
la aclaración quedé de una pieza toda aturdida.
¡ Francisco !... – Sin
atinar entonces a que otra cosa decirle, dejé su nombre en el aire luego de
oírle. ‑¿Y yo para qué querría salir con
un majadero pelado como ése, Francisco?...
No, si yo tampoco quiero, Mi vida. Pero el nacazo ése me dijo… y que; bueno ya te dije…‑ Me estremecí nada más de oírlo a mí esposo y pensar en las posibles implicaciones de lo que me decía.
‑“Pues naco, naco será”—Movida entonces como
por un siniestro deseo de reconvenir a mi esposo en alguna manera casi me aventuré a decirle y citarlo en sus propias
palabras pero lo aguanté y quedé en
silencio… ‑ “Naco… pero tiene lo suyo …
¡Y se ve que se le dan bien las mujeres y de chiquito no le ataron las manos! …”
“No solo lo hubieras oído si no visto la manoseadota que ese Nacazo le puso a tu esposa cuando te fuiste a donde él te mandó ¡¡¡…!!! – Casi estallé en contra de él, pensando en el modo en – sin aun conocer el grado de connivencia de mi propio consorte – todo había sucedido de tal modo que –ante mí perspectiva ‑ Mientras a mi Paquito por allá le daban “ Su varita de Tenme acá” , no hubieras visto la agasajada que se dio “Ese Naco conmigo” !.... Imagínate lo que me haría si me dejas a solas con él otro rato para que se entretenga conmigo” ‑ Recalé para mí ya sin consideraciones hacia mi marido a quien por poco quise hacerle saber y participarle acerca de lo sucedido entre ese hombre y mi cuerpo. Aparte de enardecida, o como parte de aquel súbito frenesí tan lleno de morbo, quería o sentía un inusitado apuro por denostarlo y restregar en su cara las cosas que aquél me había dicho y hecho conmigo.
° * ° * ° * °
Ya, párate!... –Detente en algún lado.‑ Insistí entonces de nuevo, cayendo conmovida
por un súbito e incontrolable deseo que me humedeció por completo la intimidad de
la telita que mis panties de estreno tenían dispuesta para absorber cualquier
posible accidente.
“ Estoy que me derrito no más de pensarlo”… ‑ Sin decirle , “el que”, quise apremiarlo. –Deberías de ver cómo vengo… Estoy toda mojada . ‑
° * ° * ° * °
…“Que le den Cumbia a la gente, Si eres de las que te gusta bailar ahora tú vas a sudar y sudar …Luna llena , luna creciente… Gotas de sudor en la frente”…
‑‑¡¡¡¿Cómo?!!!... “ ¡¿¡Qué cosa dices!?!...” – Noté cómo al
voltear a mirarme con un inefable gesto lleno de desconcierto dibujado en el
rostro, al tiempo que pisando el pedal de los frenos para aminorar otro poco la
marcha hasta las orejas se le enrojecían casi tanto como las luces traseras que se encendieron aun más al irse
haciendo con el auto otro poco a la
derecha de la vía.
Condición que solo se agravó dentro de su
conciencia , cuando llegándole una
sobrecarga de datos y aspectos a considerar en tales instantes añadiéndosele a
la intentona de conducir, escucharme decir tales cosas e incluso procurar echar
una mirada al retrovisor de mi lado para maniobrar con el carro, al pretender
hacerlo cayó en cuenta de que mientras hablábamos yo le había soltado el bulto
de su pantalón para con la izquierda,
auxiliar a mi mano derecha en la tarea
de correr por mis muslos la ajustada tela de mi vestido buscando subírmelo
hacia la cintura .
‑¡¿ “Qu- Q- Q- q-ue haces…” ?! … ¡”Vh---
v-vas a, ah , a hacer que choquemos” …
! ‑
Trastornado y aun mas afectado por mí, Francisco parecía todavía más
rebasado. Aumentando su alterada
condición cuando aun dentro de la umbrosa iluminación de nuestro auto y la luz
de la calle distinguió lo que pasaba con la empapada telita de las pantaletitas
que llevaba estrenando esa noche, mismas
que de tan pequeñas y frívolas que en realidad habían resultado para cubrirme
con propiedad aquella región tan íntima de mi anatomía femenina; ‑ y sumándose esto al jugueteo de mis dedos y suaves caricias que con estos
yo misma me hacía por encima del humedecido tisú de su delicadísima confección‑
muy semejante a un fino visso o seda de mar‑ ya, bajo tal condición, al mirarlo como me
observaba tocarme también yo volteé a echar un vistazo hacia allí abajo, donde
aparte de recorrer por encima de aquel panorama la vista, al puro tacto y contacto de las yemas de mis
dedos paseándose estos por el delicado encajito de sus costuritas elásticas,
también percibí y confirmé como con lo
atrevido y reducido del material disponible en la romántica prenda, se hacia
aun más y muy evidente lo diminuto de esta por el atrevido modo, como aunque no
siéndome del todo incomodas de usar o ponerme bien colocadas en un principio en
su sitio correcto y en rededor de mi; con el vaivén de mis movimientos, ni por
más que yo me hubiera esforzado por tratar de impedirlo de alguna manera
durante la noche, esta dejaba escapar algunos de mis rizados vellitos que
indiscretos ahora surgían a la luz y la vista de los ojos de ambos dentro del
carro.
–O supongo yo que de cualquier otro que aprovechando aquella luna llena de Octubre hubiera podido pasar cerca a esas horas de la madrugada y ver lo que a mi me pasaba esa noche.
° * ° * ° * °
… ¡Ay Dios, Papi! Por favor mírame y ve como quedé… ¡Estoy toda mojada!... ¡Por favor párate y ve como vengo! … Estoy que me derrito toda completa… Yo creo que hasta tú puedes olerlo como estoy de excitada, ¿Sí , Papi?....‑ Le dije , sintiendo como al tocarme, mis dedos se humedecían de manera cada vez más profusa y extensa al toquetearme con ellos la parte cercana al área del refuerzo de tela que cubría mi entrepierna, ocasionando con ello que al frotarme y rozar en tal forma con mis yemas aquella región de la prenda que ‑a querer o no‑ , al menos hasta ese momento de algún modo aun pretendía servir como resguardo y precario cobijo para mi feminidad, aunque de poco sirviese ya esto en dichos instantes, cuando al dejar trasminarse mis jugos a través de aquel par de insuficientes cedazos de tela, aparte de embarrárseme y embadurnárseme por doquier que tocase yo con mis dedos untados con la viscosa cremita producida por mí en tal cantidad que al exacerbarse mi excitación en aquel punto, de manera cuanto menos que evidente y cuasi palpable, mis femeniles esencias inundaran todo el ambiente del auto.
‑‑¿Sí, Papi?... ‑ Sin dejar de tocarme la pedí en tono dulce a mi esposo. E insistí ¨casi en modo meloso y libidinoso….¨ ¿ Sí, Paquito? … Por favor , ¡ párate ya!… ¡¡¡Quiero que me la metas !!!...
Sí, está bien, Mami !!! … ‑Por fin concedió notando mi estado de apremio al tiempo en que alternando los ojos entre mi cuerpo y las luces del camino adelante, volvió a encarrilarse acelerando de nuevo y peguntarme a la vez mientras intentaba decidir que rumbo tomar.
¡Si Mamí…! Pero , es que no sé … ¿ A dónde te llevo?, por aquí no conozco … No sé si sea seguro o adonde haya algún otro hotel cerca de aquí‑
‑¡No, no sé… Yo tampoco sé, papacito y no traigo ya batería… Pero si sé que estoy que ya casi me vengo o reviento aquí mismo en el carro. Y quiero que seas tú quien me coja… Mira como vengo de verás… ‑ Dejé pendiente en el aire aquellas palabras para que también se continuara cargando el ambiente e intoxicara de manera más incitante a mi esposo. Y entonces, advirtiendo que con mi profusa humedad podía yo terminar de incendiarlo, hice resbalar otra vez me dedito sobre el empapado encajito de mi pantaletita hasta llegar de nuevo a la zona más ensopada por mí; sito donde separando yo un poco las piernas para poder hacer esto; primero probé a empujar dentro de mí la impregnada telita que lo cubría aquel punto, y tras remojarlo lo suficiente, con la intención de poder completar la imprevista tarea que me proponía conseguir, , ‑y procurando tener el suficiente cuidado de no llegar a estropearlas tanto a estas con mis uñas manicureadas muy a la moda, a ese dedo cordial lo acompañé de mi índice que también embarré con mi mielecita amorosa, para acto seguido que vino después de deleitarme un poco con estos sobre mi ensopada entrepierna, y sentir la humedad que con los toqueteos de mis yemas había logrado reunir entre ellos bastante de aquella cremita, terminé de dedearme y alzando la mano hacia él, fui en pos de sus labios.
‑Mira… Mira, Paquito… Ve como vengo toda mojada… ‑ Casi me derretía yo al decirle al mismo tiempo en que acercándole los dedos a su boquita, y al ir preparando el contacto que con está tendría yo con los labios de él, descubrí como al apartarlos yo para ir a tocarlo, una espesa babita o hilillo formado por esta, cual reluciente y cristalino hilo de telaraña creada por mí, se volvía visible bajo las luces en esos instantes… ‑ Y así se sostuvo colgando entre estos y mi dedo pulgar que se sumó al jugueteo por algunos instantes previos a que sin prisa ni apuro ninguno, pero con el cerebro inundado tanto o más que mi corazón henchido de morbo, y para que aparte de percibir en ellos mi aroma completo, pudiese también descubrir mi humedad; tal cual como si en vez de mis jugos mas bien se tratase de algún lápiz o brillo labial, primero con uno y luego con otro busqué untarle a mi esposo aquella olorosa substancia hasta cubrirle los dos labios y alrededores de estos para que en ese momento hasta el cerebro se le impregnara mi aromática esencia de hembra ardorosa y muy fértil.
‑¿Si puedes olerme, Paquito? – Después de dejarle oler mi caldito amoroso apenas menos de lo que duraría un santiamén, continué robándole el alma: ‑ “ Me derrito “…
Papito, ¡¿Sí vas a cogerme, Papito?! Estoy que me vengo yo sola si tú no me
coges , o me cojo solita . ‑ Ahora me acerqué hacia él para incendiarle su oído
con mi susurro que le solté bien
pegadita a su oreja.
‑… “¡¡¡Sí , ya sé !!!”… “¡Ya voy, ya voy , ya…voooy, ya !...” – Musitó de forma cortada justo antes de exclamar de repente: ‑ ¡Ya… mira, aquí puedo pararme!...
De esa manera me di cuenta de que al haber encontrado Francisco un lugar donde detener el auto y aparcarnos dentro del área de estacionamiento de lo que parecía ser un centro comercial que a esas horas se hallaba ya casi todo vacío, y era ése el lugar dónde por fin podría disfrutarme. Así , y aunque pese a mis prisas que en tales instantes se me figuraron eternas antes de que buscando él el lugar mas apartado que pudo, al final se detuvo y apagando el motor se apresuró a abrirse la portezuela y bajar lo más rápido que en su apuro le resultaba posible de hacer para acto seguido moverse y desaparecer de mi vista por unos cuantos y breves instantes que ocupó para llegar a mi lado del carro y abrirme la portezuela. En tanto que yo, sintiendo cada vez mas cerca la posibilidad de saciar aquellas ganas de hembra que me carcomían casi ya por entero. Y con aquellos incitantes. – por no decir que exiguos ‑ o poco prudentes e impúdicos panties de estreno que ahora víctima yo misma de mis calenturas o lo que fuera aquello que a mi enardecía ya de tan ingente manera, mientras me apuraba a intentar bajármelos por los muslos y piernas los sentí despegarse de mí poco menos que ya todos mojados e impregnados de mi húmedo almizcle de mujer núbil, se deshadirieron de mí dando enseguida un suave y sutil latigazo gomoso al soltarse de mi pubis y área pudenda la empapada e inicua telita que –aunque insuficiente – me había estado cubriendo hasta esos momentos antes de que yo me zafara de ellos para arrojarlos sobre el asiento del auto.
Mi anticipación era mucha …
Apenas tuve tiempo de salir de ellos con mis
tacones cuando al haberlos arrojado sobre el asiento y girar con mi cuerpo , ya
me encontré de frente a mi esposo que sin decir ni media palabra primero, buscó apoyarme contra el lateral de
nuestro vehículo.
En qué momento se abrió el la bragueta y extrajo sui pene de dentro de sus pantaloncillos, no sé, pero lo único que si distinguí en un momento, fue como tras hacerme alzar otro poco sobre las plataformitas de mis tacones, la cabeza de aquel glande candente se apoyó justo a la entrada de mi ensopada feminidad acomodándose contra algunos de mis remojados vellitos.
¡Dios!... ¡Sí estás toda mojada y caliente!...‑ Me dijo entonces Francisco, comenzando a separar con la punta de su morrión los pétalos de mi rosa para comenzar a ensartarme.
‑¡Sí!... ¡Cógeme!!!... ¡Clávame toda con tu cosota, Mi Vida!‑ Lo azucé con entrega y pasión.
¡Clávame, Papi…! Clávame toda! …‑ >Me derretí al sentirlo avanzar hacia dentro en tanto que yo, extasiada ante la oleada de placer aproveché la fricción provocada por él sobre mi cuerpo al presionarlo contra la pintura del auto y ya con media estocada sumida dentro de mí levanté una de mis piernas para recibirlo tan dentro como él pudiese llegar a clavarme.
‑Clávame con tu aguijón, Papi… ¡Sí , Mírame como me tienes toda ensartada, Mi vida!‑ Como si me tuviera loca de deseo le pedí que me la diera hasta el tope dejándose resbalar hasta el fondo.
“¡Sí, Papi!” “!Ven y cojete a tu puta esposita nalgona!” ‑ De pronto movida por la lasciva me sentí hervir ya próxima a estallar cuando casi le suelto a mí esposo aquel obsceno desatino en un momento cuando sintiéndome arder en mitad de aquel trance me sublimara y sin poder evitarlo mi cabeza flotara en medio del descarrío hasta que casi todo dentro de mí lo invadió el tal DeLanzagorta que era quien en verdad me poseía y no mi marido.
“Tú vete a donde ÉL te mandó”… ¡Vete y no vuelvas hasta que él haya vaciado dentro de mí ‑Su Putona‑ Toda su leche!!”‑ Mi extasiado cerebro quería casi gritarle a mi esposo para que lo escuchara.
Sentí como producía mas cremita mi cuerpo al pensar que aquel otro hombre y no mi marido quien se hallaba plantado justo delante de mí poseyéndome y tomándome entre sus brazos mientras me repetía que era yo una Puta Vaca Nalgona buena para clavar y acabar dejando preñada. – Amén de otras tantas cosas obscenas que de seguro el haría y me diría que le gustaría hacer con mi cuerpo, aparte de empalarme toda completa y vaciarse dentro de mí.
“Que le den Cumbia a la gente, Si eres de las que te gusta bailar , de las que empieza y no quiere parar, aquí te traje un regalo especial y ahora tú vas a sudar y sudar … Gotas de sudor en la frente”…
Y sumida en aquel siniestro y morbosos arrebato, como una loca emputecda y ardiente de pronto me sentí estallar toda completa en rededor de su miembro al tiempo en que sin poder o casi querer evitarlo en ese mismo segundo caí víctima de mi agitación, para terminar por hincar las tapitas de mis aguzados tacones sobre la cintura de Paco, en el preciso momento que entusiasmado por mi desbocada fogosidad acabara él explotando dentro de mí disparando su rebajada descarga de salva…
‑‑‑‑¡Sí, Paqui, sí!.... Ahhh…. ¡Aahaæeh ehhh! … Eghhsíhh… ¡Sí …. Así , Papi! … ! Lléname toda….Bonito!... ¡Dámelos todos!...‑ Sentí como derramaba dentro de mi toda su leche y conmovida aun más por aquella abrumadora sensación que me hizo dejarme llevar por mis emociones cuando pedí que esa noche se volviera ya realidad mi deseo de convertirme en mamá… ¡Si , Paqui, sí… dámelos todos! … ¡Dame un bebito!...
° * ° * ° * °
Rato más tarde, luego de aquel exhilarante incidente , cuando estábamos ya por llegar a casa, conmigo sintiéndome un tanto culpable por haber usado la imagen de aquel hombre propasándose conmigo para alcanzar el orgasmo al momento justo en que si suponerlo esto, mi propio mi marido se esforzaba por complacerme como mujer; me hizo pedirle : Paquito… ¿Sabes una cosa que si te quiero pedir?, ... Es que, aunque no sé, ni quiero saber yo los negocios que tú tengas con ese fulano, si te quiero pedir que por favor no lo traigas o le vayas a dar mi teléfono o el de la casa a ese Señor…En verdad hay algo en él que no me gusta a mí para nada, ni me gustó ver cómo se lleva contigo o te trata y te dice las cosas… No lo quiero tener cerca.
Sludos Ludo, pero mira que damita tan interesante nos encontramos en este 2022, excelente relato
ResponderEliminarQue excelente relato Ludo, has vuelto pleno y poderoso, felicitaciones!!!
ResponderEliminarGracias "Anónimo" ... En verdad valoramos el entusiasmo de tu comentario.
EliminarAnte el escaso interés que recibió éste , actualmente se está "trabajando" en otro proyecto intitulado En Mans del Coronel...
Bueno cualquier cosa tuya es bienvenida porque el arte de enganchar te sale natural, cada relato es una encendida que siempre queda en esperar la continuación..por ejemplo esperaba que dijera el marido... "Mi amor , es que es mi jefe y no puedo decirle que no asi nomas, además me dijo que solo quería conocer mejor a las esposas de sus empleados, no pienses mal, además sería um impulso muy importante a mi carrera en la empresa... si hasta habia visto un vestidito el otro día que te caería muy bien para que salgas aunque sea una sola vez con el, si algo sale mal te prometo que jamás te pedire nada parecido..." En fin Rogger, felicitaciones...!
ResponderEliminarSin cinismo o sarcasmo ninguno... A ti no te salen nada mal las rancheras tampoco !!!...
EliminarDeberías considerar en colaborar de algunamanera en esto - con nosotros o alguiren más ... --
Como que "escado interés"... está burníssimo el relato. Es que have tiempo no publicsvas ninguno...
ResponderEliminarQue venga pronto "En Man del Coronel"... será la esposa del capitán?
Gracias por volveres a escribir! Nos gustas mucho!!!
Como que "escaso interés"... está bueníssimo el relato! Es que hace tiempo no publicavas ninguno...
ResponderEliminarQue venga pronto "En Mans del Coronel"... será la esposa del capitán?
Gracias por volveres a escribir! Nos gustas mucho!!!
Muchisimas gracias , Cat - y Anónimo - sin duda es bueno saberlo , pues de otra manera no se sabe si una pieza gustó ... o solo causó un " Uhmmmnaahhh"...
Eliminar