* * *
… ¡Aahghh!… ¡Ahægh!… ¡Heehghh!...
¡Cohghm!...¡Cohmm!... ¡Cohf, coff!... Huhgh, huhgh…— Por fin la escuché jadear y toser apresuradamente
buscando llevar algo de oxígeno a sus pulmones en cuanto por fin su garganta se
vio libre del grueso garrote que le había estado obstruyendo hasta casi
asfixiarla y ella levantó la cabeza. Mostrando
su lápiz labial completamente corrido, y con espesos espumarajos que pareciendo
brotar de sus labios, e ir embarrándosele por todo el mentón hasta terminar colgando
en densos hilos de babas que quedaron guindando de la fina barbilla, que entre
los tosidos y jadeos pude ver fugazmente en Verónica, casi tan bien, cómo las
lágrimas que después de inundar por completo sus ojos llorosos, le escurrían dejando
rastros oscuros del rímel que rodaban
desde sus empapadas pestañas para estropear el maquillaje que de pronto acababa
fundiéndose con las tonalidades entre rojo candente e intenso purpura producto
de la hipoxia que ostensiblemente se reflejaba en la perspiración de sus
mejillas enrojecidas y abochornadas.
¡Hagh cohghmm!...¡Cohgh!...!Hieehhhggh! ¡Cof, coff!... Heagh, hagh…— Se seguían escuchando los jadeos y la tos;
que para mi alivio al menos empezaban a disminuir al conseguir ella jalar más
aire.
Aunque en verdad no podía yo
creer o alcanzaba a entender como era que lo había conseguido., y más luego de mirar
el estado en que tras el intento había terminado su rostro, si pude saber que
aquel obsceno gusto que el miserable vejete lardoso y chaparro la había hecho
que cometiera con la boca sobre su pene, a mi esposa le había resultado algo
extremadamente complicado y difícil de hacer.
Por no decir que toda una proeza, dadas las condiciones en que, como si
fuese ella más bien un objeto o una muñeca de carne, huesos y músculos sin
voluntad, ni otro objetivo en la vida más allá que el de someterse y darle
placer a los hombres, se había visto forzada por él a obedecerlo sin más. —
Pensé para mí, durante la algidez posterior a la tormenta, que me dieron los
breves instantes que entre resoplidos, jadeos y tosidos, ellos le concedieron para que se recompusiera de tan severo
maltrato.
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Asuntos de Intereses y Negocios
( ) Adaptación*
Ludo Mentis G.O. Tigers.
Todo por un Precio Especial
9º Acto - Escena 7ª ( Favor de
no molestar… )
…“La verdad es que cuando la llevó a la agencia, yo si no le creía
cuando me dijo que me cambiaba ese descuento y las llantas por un buen palo con
ésta… Cuando se lo dije a los otros
pendejos ni me lo creyeron cuando la vieron paseándose con usted entre los
carros… Se veía bien guapa y muy
elegantemente putona con las piernitas, sus zapatitos que traía puestos; esa
faldita, la blusita blanca transparentita; esas chichotas y esas nalgotas todas
apretaditas dentro de la falda…” — Complacido del logro y de pronto, mientras
todo parecía poder volver a la calma luego de la hartera faena a la que había
obligado a mi esposa, con palabras más o menos o muy semejantes a esas,
recuerdo que escuché al desgraciado ese congratulándose soezmente de su buena
fortuna.
—¡Mira nada más ese cabus!...
— Sin dejarla abandonar la
posición asumida anteriormente que la tenía arrodillada entre las piernas de
éste, exclamó el desvergonzado refiriéndose a la grupa de mi
mujer al contemplar su amplio trasero presentado en pompa y altivo justo al
final de la vista que sentado enfrente de ella, él aún tenía de mi maltratada Verónica.
… ¡No!. Si unas nalgas así como
estas de verdad lo hacen a uno saber que hay más vida en otros mundos
Pacheco. No más espérese a que se las
vea bien o les meta ya bien las manos encima., y me dirá si no parecen algo de
fuera de este planeta.— Sumó al de “el
otro”, su comentario bufón que sin menores empachos soltó ahí sin más, cómo si
mi mujer ni se hallara presente mientras hablaban acerca de ese aspecto de su
anatomía o estuvieran alabando las apreciadas virtudes de alguna mascota o un
ser que sin un dejo de dignidad o no comprendiera lo que decían y enseguida
vendría.
De veras que cuando la vi en esa vez me gustó cuando me la paseó
enfrente Romeo, pero si no me imaginé que de verdad estuviera bien casadita., o
con hijos. Ni mucho menos que a cambio
de unas llantas y un pinche estéreo, que ni me costaron a mí, menos de dos o
tres semanas después la tendría aquí de rodillas mamándome el pito con su
boquita de señora casada… La verdad si
está bien rica., buenota, nalgona y
chichona… — En su muy limitado y por demás soez vocabulario
el hombre continuó hablando de ella muy complacido de sus palabras mientras
ambos le observaban entretenidos comentando acerca de su persona, cual si lo
hicieran del maslo de una yegua apta para ser paseada en una exposición de
potrancas u otro espectáculo, a punto ser ofrecida para ser montada por un buen
garañón ante la complacida mirada del amigo del orgulloso amo que la poseía y
la lucía para regocijo de éste.
Y así, sin más, mientras el moreno la detenía en su sitio dejándola en
pompa frente a Romeo para que procediera a su antojo, este se acercó hacia Verónica,
y tomando el vuelo del ajustado vestido que enfundaba parcialmente sus piernas
y la retaguardia de ella, lo levantó de un tirón para ir descubriendo ante su
conocido todo el tesoro de las fantásticas redondeces y formas de las ancas de
mi mujer., que salvo por la pequeña prenda que aún les cubría parcialmente,
quedaron expuestas y al aire en cuanto, acabando de develarlas, él aventó hacía
arriba el costoso material de vestido de noche que yo le comprara a mi
esposa. Quedando para casi todos
efectos morbosos e impúdicos que les pudieran venir a la mente a aquel par,
ahora ella de la cintura hacia abajo,
sólo con sus tacones; las frágiles medias de Dior; y la finísima
pantaleta de suaves matices y discretas costuras de encaje en sus bordes color
de blanco, que sin ser excesivamente pequeña, sí por lo perspicuo de la
transparencia del material empleado en su fabricación, la hacía ver como si hubiera
sido confeccionada para crear en la mente la más disímbola contradicción de
imagen e ideas que surgían de solo mirarlas.
Yendo por una parte con tal tela y esas discretas costuras, casi
encuerada e impúdica a la vez que cubierta…
‑ A la vez, vestida que expuesta.…
‑ Elegante y muy puta a la vez… ‑ Madre casada y golfa a la vez…‑
—¡Humm!... Pero si mire no más Don
Pacheco… Vea usted no más que rica se ve
con su calzoncito todo transparente y chiquito… Vea el regalito que nos mandaron para que nos
animemos y nos la cojamos con más ganas…—
Aparentemente extasiado de manera muy similar a la del mío, igual el
cerebro de aquél, incluyendo la amigadla, que avasallada por la incitante
lujuria que le comía, termino inundándole por completo de dopamina que desbordándose
por todas partes junto con fuertes cargas de serotonina para hacer un cocktail
de secreciones aderezadas con enjundiosa testosterona de macho enardecido ante
tan provocativa visión, también ardía al contemplar delante de sí, la encantadora
prenda ella había decidido usar para salir a la calle conmigo.
‑A ver Mamita… A ver, ven para
acá que quiero tocarte— De repente me
sacó de mis atropelladas consideraciones Romeo, cuando le vi que tras acercar
una mano hacia el tentador promontorio que en tal posición de pronto se mostró
a la vez sutil e incitante, con una suave apariencia de domo formado con la
diáfana tela que surgiendo a la vista de entre los muslos de mi aturdida señora,
apareció justo delante de él para menos de unos cuantos segundos más tarde, después
de admirar la seductora visión, comenzara a palparla antes de congratularse
ante el otro que la detenía allí acomodada entre sus piernas oscuras: — ¡Huy. Mira no más!... Pero si ya estás toda mojada y hasta
escurriéndote de tus calzoncitos Mamita…
Escuchándole hacer tan impúdico comentario en contra de la condición en
que hallaba a mi esposa, al menos pude
sentir el destello de una victoria menos que pírrica, al concederme el
pequeñísimo gusto de saber que dadas las circunstancias, y si las cosas
hubieran sucedido de otra manera distinta a las que ahora se sucedían en aquel
cuarto, en principio ella habría preferido ponerse para mi dicha prenda esa
noche. ‑Pensé para mis adentros mientras expectante anticipaba lo que pudiera
ocurrir enseguida de que el tal hombre decidiera parar sus contemplaciones y
entrar en acción en contra de ella o aquel nimio pedacito de traslúcida tela se
presentaba enfrente de su interesada mirada se presentaba sin siquiera contar
con el usual escudete de moderado y permeable algodón que hasta en la mayoría
de las tangas acostumbran usar para por lo menos pretender resguardar y cubrir de
alguna modesta manera la entrepierna de las que las visten.
Y así lo hizo: En el instante en que simplemente para su divertimento,
y a pura mansalva apuntó sus dedos índice y medio contra el frívolo e indefenso
guiño traslucido de tela que de veras en poco o en muy “nada,” servía para proteger el vulnerado pudor que a
mi mujer pudiera restarle ya en los momentos en que aplicando presión sobre
este, de nuevo jugó a toquetearle la prenda., para luego, sin tener que buscar
gran cosa, ir en pos del camino por el que trasteando hábilmente las yemas de
estos sobre el humedecido tejido de las pantaletas de mi mujer, sin mayores
esfuerzos pronto encontró sobre estas la remojada hondonada de la cual provenía
aquella humedad que ya antes él había descubierto filtrándose a través de la misma
tela, que sin más, enseguida probó a empujar dentro de la empapada cavidad de
Verónica, hasta que esta se hundió un poco y ella se agitó brevemente al tiempo
que de su boca escapó un suave gemido
que apenas alcancé a percibir a través del pequeño altavoz.
…Humm, ¡que rica!. Estás toda
mojada Mamita… Tu bichito peludo todo mojado se come mis dedos, Putona…— Febril dijo cuándo empujó un poco más dentro
la delicada aunque sumamente incitante e impúdica pantaleta de mi mujer, que de
haber primero lucido coquetamente bombacha, con la presión de aquella dupla de
dedos mañosos que aguijoneaban el delicado tejido que aun resguardaba la
entrada definitiva a su vulva, partiendo de aquel punto de la entrepierna donde
aquél le tenía encajados los mismos, se apreciaba ya surgiendo algo tirante hacia
las finísimas tiras del femenino encajito de sus endebles costuras, tanto como
la sutil tela que ahora cada vez más tensa aparecía estrechamente pegada a los
tentadores glúteos de ella, y mojada con los propios jugos que para sí misma
había producido al ser sobajada, tocada y dedeada por aquel par invasores que
la probaban humedeciéndola toda.
Mientras mi mujer experimentaba los incesantes toqueteos del que estaba
siendo objeto su cuerpo, de pronto percibí que al menos por el momento parecía
haber cesado el débil intento que había estado ofreciendo para oponérseles a
sus captores, y se dejaba hacer más por los dedos de Romeo, que ahora empezó a
jugar extrayéndolos por completo de su vagina, para después pasearlos por sobre
la prenda, en las cercanías de su feminidad, llegando a tocar gentilmente con
estos el blando pabellón interior de sus muslos., tal como si tan sólo quisiera
inquietarla lo suficiente como para provocar que involuntariamente ella
separara un poco las piernas para él al sentirlos. Deteniéndose por algunos instantes en la suave tibieza de
aquel paraje de la anatomía de Verónica,
antes de volver a andar el camino de vuelta hacia arriba y dirigirlos a la
profunda angostura que bajo la tela de las pantaletas, adivinaba yo que
encontraría el asterisco que marcaba el punto más reservado e íntimo de todo el
ser de mi esposa.
Y así, delante de su compañero de correrías que atento miraba, repitió
el movimiento en más de dos o tres distintos momentos. Pinchando aquí, tocando
allá., sumando incluso a la carga los demás dedos, y la otra mano completa que
usó para apretujar levemente y acariciar la porción interior de ambos muslos.,
previo a ocasionar que de a poco ella misma separara las piernas para él; y mostrando
genuina aflicción de sí misma ante las espontáneas reacciones de su feminidad, en
actitud dócil quedara postrada en anticipación de lo que enseguida fuera a
tantear.
Cuestión que no se hizo esperar en el instante en que aprovechando la
servil actitud de la madre de mi pequeño, Romeo volvió a ir en pos de la diana
que se hallaba justo al centro de la humedecida entrepierna, que a decir de
éste, a esas alturas se hallaba completamente impregnada con los flujos y
humores, producidos por ella, y que mojándolo todo, habían infiltrado la prenda
a través de cada intersticio del vaporoso material.
Aun antes de que aquel índice, abriéndose paso hacia el interior de su
anhelante vagina con todo y el bañado tejido la penetrara de nuevo hundiéndose más
hondo, y soltando un resuello ella respingara estremeciéndose por completo al
volver a experimentar la profunda incursión que se dio cuando su cuerpo se
abrió para recibir dentro aquel dedo que con todo y la prenda inesperadamente
la penetró tan profundo aun antes de que él volviera a hundirle firmemente su
índice y ella respingara estremeciéndose por completo al volver a experimentar
la inesperada incursión de aquel dedo que abriéndose paso a hacia el interior
de su anhelante vagina, con todo y el bañado tejido de nuevo la penetró cuando
el cuerpo de Verónica se abrió para él.
Apenado un poco por ella e intranquilo de mí mismo., en ese momento que
me percaté de la inapropiada excitación que me había ocasionado al estar
presenciando todo lo que le hacían, tanto así como la naturaleza sumisamente
inconsciente de la reacción que mi esposa se permitía mostrar frente a los
morbosos toqueteos e inopinadas caricias con que tras del severo abuso inicial
en contra de su persona ahora aquél la hacía de nuevo su víctima ante mis ojos
y la lente del dispositivo con el que en aquellos instantes captaba yo su
propio derrumbamiento., cuando súbitamente, después de pasearse una vez más por
encima de todas las áreas tan precariamente cubiertas del cuerpo de Verónica,
de repente las manos del tal Romeo se apartaron brevemente de ella. Dejándola expectante e inquieta, meciéndose
sutilmente delante de él al dejar de sentirlas tocarle.
…¿Qué pasa Veríto?— Preguntó él,
divertido al ver cómo sin reacomodarse de la posición en que la había hecho
quedar cuadrada delante a sus ojos ella giraba la cabeza a buscarlo para
cerciorarse de lo que hacía él mientras con las piernas aún separadas,
permanecía ella tal cómo la dejara él., apoyada sobre las rodillas con su
orondo trasero prácticamente desnudo y al aire; tremolando levemente, plantado
justo frente a sus pupilas que la miraron también cuando en un ruborizado y
súbito gesto de franco bochorno , vaciló pudorosa cerrando los ojos antes de
voltear de nuevo hacia el frente bajando su rostro para esconderlo entre las
morenas extremidades del otro que interesado la contenía solo para cerciorarse
de que no fuera a intentar abandonar la comprometida postura en la que la
tenían en aquellos instantes., cuando distrayéndome del monitor, intempestivamente un ruido proveniente de la
habitación en que yo me encontraba me hizo voltear a intentar ver de qué se
trataba.
Así ella, quizás sólo escuchó, pero no vio tampoco el momento en que terminando
de destrabarse la hebilla, abrir y bajarse los pantalones, de pronto cuando
volví a fijarme en la imagen Romeo, se había colocado entre sus piernas y había
comenzado a usar su aparato sexual como un espolón y lo paseaba por encima de
ella restregándoselo cerca de la incitante abertura que aún se hallaba
medianamente protegida de alguna intrusión más decidida.
—Me dan ganas de clavártela bien dentro con todo y el calzoncito…
— Le dijo morboso.
¿Estaría bien?, ¿no cree mi Pacheco?...— Se dirigió a su invitado mientras que ahora
empuñando firmemente en la mano su miembro, jugaba a empujar dentro de ella la
cabeza de éste, haciéndola agitar
suavemente su cuerpo y arquear alternadamente la espalda ante las confusas
sensaciones que esto producía que recorrieran su cuerpo.
Así, a ver si le sirve en vez de condón cuando le empujamos todo el
garrote a la cabrona…— Movido nuevamente por la lujuria que le hacía proferir
semejante tipo de figuras obscenas se dirigió al compañero antes de volver a
apartarse de ella y ofrecerle en contra de mí:
—Si no de perdida se lo llevas a Alonso para que lo vea como te lo
dejamos todo embarrado y cubierto de esperma, pero tú puedas decirle que al
menos no te diga que no intentaste cuidarte… —
Sentí que me conmovía con tan perniciosa visión que de repente y de un
solo golpe que me llegó de antuvión inundó mi alterada conciencia de forma
inmediata al oírlo referirse a mí por mi nombre delante de su invitado e
imaginar el ignominioso bochorno de tan retorcida clase de infamia que ahora se
le ocurría a este sujeto sugerirle en mi contra.
Así, de pronto, y sin poder
evitarlo, aparte de todo aquel espectáculo, me hallaba lidiando con la
abrumadora alucinación que casi como un flashazo vino a mi mente para
intoxicarla con el profundo delirio de visualizar a mi esposa intentando
explicarme sobre lo sucedido antes de levantar su costoso vestido para
mostrarme el estado en que sus pantaletas usadas volvían a la casa luego de ser
estropeadas con la ruindad de tan estúpido uso., cuando de repente, saliendo de
tales elucubraciones mi cuerpo se estremeció al percibir de nuevo algo que me
pareció que se movía muy cerca de donde yo me encontraba.
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sencillamente excelente don ludo todas esas hormonas a que te refier es en la narracion aun fluyen en ti y . tambien la poesia y el buen gusto circulan a borbotones felicitaciones y gracias magoes.
ResponderEliminarAhh Ludo, me desjastes a mil... esta buenisimo!
ResponderEliminarsaludos don ludo y extrañando mucho tus trabajos escritos y tus grandiosos dibujos magoes
ResponderEliminarHola, muy lindo relato, me gusto mucho te felicito.
ResponderEliminarMónica García Awad