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Decir que no pasé momentos incómodos, e incluso de cierta zozobra
durante aquella animada conversación, a lo largo de la cual frecuentemente me
sentí bordeando el desconcierto y culpabilidad de mis propios remordimientos
que en continuas ocasiones pensé que tendría que desenmascarar del todo ante Bruno
y Patricia, delante de quien dentro de mi embrutecimiento y sopor, terminara por
sentirme vulnerable y expuesto, luego de todo lo que con la plática se podría
haber dado por concedido.
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Las cosas así, más tarde ya a solas con ella, las
indagatorias se hicieron presentes:
‑No, te digo que no…
Realmente si te entiendo cómo podrían haber llegado a verse las
cosas, pero no… No culpo a Bruno por
nada, yo sé bien las circunstancias y cómo es que por unas u otras muchas de
las muchachas que acabaran yendo a la cama con él fueron las que le buscaron e
insistían en salir con él. – Sin querer
meterme en otras honduras, intenté disculparlo ante Patricia.
‑¿Pero es qué cómo Edgar?...‑ Desvió ella el asunto de su interés hacia el
siguiente punto:
‑Tú dices que es tu amigo más leal y confiable, pero
eso de acostare con señoras casadas o en dado caso aceptar meterse bajo la
faldas de las novias de sus amigos, no me parece que sea muy digno, ni hable
bien de ninguno de todos… El novio
baboso, Las golfas de las noviecitas con
que se mete, ni de tu amigo… ‑ Señaló
antes de poner bien el dedo en la llaga.
O sea, Tú bien sabes que sin pensarlo, Él, en este caso el hombre al que Tú llamas tu
mejor amigo, y pronto será Padrino de nuestra boda, con la mano en la cintura y
casi sin pensarlo ni dos veces, también me lo haría a mí misma… Si se lo pide la novia, Él con todo gusto
también se despacharía a la Esposa de su mejor amigo…‑ Expuso todas sus irrefutables
consideraciones.
‑¿Ya lo pensaste?...‑ Remató dejando la cuestión en el aire antes
de señalar:
Ya quiero imaginarme lo que pasaría si mis papás se
enteraran de cómo se las gasta el padrino bodas del que va a ser su yerno… Con los tradicionalistas que sabes que son…
‑Bueno no, Patty, las cosas no son así, Ellos no tienen por qué llegar a enterarse de nada o que alguien
fuera a buscarles para contarles acerca de Bruno…. Y Él sabe bien como son las
cosas y eso no me lo haría. Yo sé…‑
Trate de defender la postura.
¿No, no?...
¿No te lo haría?‑ Ahora volvió a
poner en duda la situación Patty, antes de atajar y desarmarme casi completo. – ¿No me lo haría?... ¿O no sí Tú no se lo
pides que se acueste conmigo?... Ya ves
lo que dice el muy loco acerca de sus conocidos o conocidas con permisos de sus
maridos…‑ Al final, aunque de momento
quedó en suspenso su cuestionamiento, noté que se sonreía ella al decir
semejante postura.
‑Y no Eddie…
quiero que conste que tu amigo me cayó muy bien, y admito que aparte de
lo que ya había yo leído acerca de él en alguna ocasión en alguna revista, sí,
es todo un galán… Y ya casi adivino
porque será que tiene tanto éxito entre las damas y los esposos de las que el
muy mujeriego se aparta para hacer con ellas sabrá Dios que cositas; pero…‑ Hizo una pausa mi bella Patricia antes de
soltar la bomba de resonancia que sin perturbar prácticamente nada del
mobiliario ni los vidrios de la ventana, sólo arrasó dentro de mi conciencia
luego de entrar por mis oídos.
… Pero si de veras es cierto todo lo que Tú y él estuvieron contándome… ¿Me pregunto
si imaginas cómo sería eso?. ¿Qué tu novia hubiera acabado teniendo algo que
ver con el Jugador Mujeriego, y Padrino del novio, antes o después de la
boda?... Ya me imagino lo que los invitados dirían si alguno llegara
a enterarse…
En respuesta, y esperando no tener que hacer a esas
alturas ya más confesiones o concesiones, a modo de simple respuesta busqué acercarme hacia ella y acomodándome,
con firmeza fui a colocar mis manos sobre sus encantadores glúteos moldeados
con forma de corazón invertido.
‑Dime papito…
Dime si es cierto que solo querían ver qué cara ponía yo… O si en serio es todo lo que me dijeron que
él les había o les ha hecho a tus novias…‑
El demoledor estallido continuó irrumpiendo como racimo de ideas que se
sucedieron dentro de mí.
‑Sí…‑ Fue el
único monosílabo que descuidada e involuntariamente escapó de mis labios al
posesionarme de las subyugantes formas de su amplio trasero, antes de que movido por un cálida oleada de
placentera lujuria que me recorrió de pies a cabezas en el momento de haber
procesado en imágenes todas aquellas
palabras, que provocaron que también me acercara a su delicada orejita, e
incluso tocando con mis labios e aretito que la adornaba pendiendo de su lóbulo
le susurrara suavemente:
Sí Mami… Todo
lo que te dijo es cierto, Y lo que te
imagines que la gente pudiera decir si supiera, también es cierto… Aunque en realidad él aquí no es tan
famoso… Ya sabes que en este país todo
es el dichoso Futbol‑ Conmocionado ante mi tremenda emoción concedí
justo un momento antes de que sintiera la mano de ella encargándose de
destrabar el seguro del zipper de mi pantalón.
…!Uy bueno Papito!. Pero sabes a lo que me refiero – Remarcó
haciendo énfasis al decir suavemente
como si pretendiera haberlo dicho en voz alta y llamar la atención con la
sorpresa de lo que encontró justo antes de continuar en tono entre divertido y
meloso:
‑Pero si mira nada más que tenemos aquí Papi… Mira cómo se puso mi novio… Espero que sólo sea por mí, y no de pensar
las cosas que su amigote, el grandote podría querer hacerle a su esposa con la
tremenda cosota que de seguro tendrá para haber atendido a todas las golfas
novias de sus amigos…
Sentí mi miembro crecer aún más azuzado por sus
toqueteos y aquellas tremendas palabras…
‑¿Qué te pasa Mamita?... Nunca pensé que pudieras ponerte así… ¿Será que a la prometida para la boda, se le
pasaron las cucharaditas Mi Vida?... ¿O sólo andas imaginándote cosas que se te
antojan?... – Tuve que decir, al momento
en que sentí como entre sus dedos hacia un capullo para cobijar parcialmente mi
pene encendido.
Al sentir como a mis pensamientos les acompañaba aquella
perturbadora oleada de placer, mi cabeza comenzó a perderse.
‑¡¿Sí te imaginas eso Papito!?... ¿Cómo sería?... Dime... ‑
Movida, no sé yo porque mágicos hilos, mi futura esposa, iba llegando
más dentro de mi conciencia, y a sitios que en verdad nunca antes ninguna otra
mujer o quizás ni yo mismo me había atrevido realmente a explorar.
‑Dime como sería…‑ Insistía para luego cuestionarme
aclarando: ‑ Después de todo, yo ya no
sería una novia cualquiera a la que pudieras dejar ver a la mañana siguiente… ‑ Cada vez se dibujaba más algo dentro de la
conciencia de ella, e iba preparando una especie de trampa que al parecer se
armaba en su cabeza.
Aunque extraviado, con la cabeza hacha un remolino
de complicadas ideas que quizás intentaban hacer prevalecer algo de cordura y
estado de alerta ante la posibilidad de estar equivocándome al interpretar
señales tan posiblemente mal entendidas por mí, antes de abandonarme en
terrenos tan peligrosos, acabé separando brevemente mi rostro del suyo, para
mirar a Patricia; y aparte de cierto
embrujo causado por la euforia inducida por el alcohol de aquellos cocktails,
le noté con un extraño brillo que emanando de su mirada, me hizo descubrir que
sin duda algo la había trastocado y se hallaba a sí misma extraviada dentro su
propio mundo de provocaciones muy apartadas e íntimas.
Al verla así, tan perdida dentro de sí, dejé
deslizar una de mis manos a todo la ancho y basto de la ajustada tela de
mascotilla de la falda que cubría el contorno de sus glúteos, hasta que,
dejándola bajar del borde de su
dobladillo, fui a encontrar el cálido cobijo que me obsequió el escondido
nidito que se ocultaba allí en medio y apenas era cubierto por el delicado
material de la entrepierna de sus decorosas pantaletitas de delicada dama
elegante.
‑Uhmm… Pero si mira esto Mamita… ¿Es por mí?... ¿O por qué están tan mojados
tus calzoncitos mi vida?...‑ Lamiendo
mi propia coyunta, busqué ponerla en alguna especie de bochornoso predicamento
al encontrarla tan húmeda. Sin poder
más que palparlas, pero sin tener en ese momento manera alguna de realmente mirarle aquella prenda
tan íntima, busqué envilecerlos tanto a la delicada prenda que le protegía,
como a la dueña de esta.
…Mira nada más esto Patricia… Estás toda empapada Mi
Cielo…‑Disfruté diciendo al verla sonrojándose delante de mí, y sentir como la
tela del puentecito de algodón que cubría su entrepierna humedecía las yemas de
mis dedos inquietos…
Simplemente ella, aunque en cuerpo presente entre
mis manos se hallaba en otro lugar en
tales momentos. Y sin decirme dónde o en
que paraíso se encontraba,; yo sólo pude suponer con quién o en que sitio se
podía estar perdida su mente, pues no era conmigo. Saberlo esto mientras yo disfrutaba de ella
y la veía, me causaba un delicioso, a la vez que culposo placer revuelto con
oleadas de enigmáticos celos.
Inundada de ansiedades y femeninas urgencias,
Patricia, en vez de terminar apartándose de mí, continuó dejándose hacer por
mis manos y tan sólo buscó evitar mi mirada, por lo que dejó caer su cabeza que
acomodó contra mi pecho que también se agitaba con cada respiro que yo daba.
‑¿Si vas a decirme ahora que cosa te pasa Mi
Vida?... ‑ Muy suave, casi le musité en tanto que con
mis dedos ya impregnados en sus aromas, seguía palpándola y jugué a acariciar y
pasearlos a ambos lados de las costuras de sus pantaletitas, acariciando ambos
bordes de tela y encajes que le cubrían la mojada entrepierna que mis yemas
acariciaban entretanto y tiernamente apartaban la suave piel que flanqueaba las
proximidades de su aguijoneada intimidad.
…“¿Pero si que te picó Mami?”… “¡Mi Orientalita, chaparrita, bustona,
nalgoncita y buscona!”… “Dime; ¡¿Si estás así nada más pensando en ponérmelos
con mi Padrino?!”. ‑ Por poco me atrevo a preguntarle ahí, y ya en
ese momento, pero omití la segundo y tan sólo me limite a pedir que me
contestara por qué estaba tan entusiasmada.
‑¿Se nos pasaron los tragos mamita?... De haber
sabido antes que esos cocteles te ponen así Dai -Patita… Me fascina la idea…‑ Dulcemente, y dominado por la lasciva le
susurré usando también su primer nombre.
‑Oh Papi… Ya
no me digas…‑ Pidió ella clemencia al sentir mis dedos que toqueteaban por acá
y por allá, hurgando un poco bajo la empapada tela que aún les mantenía
apartados del centro de su feminidad, y luego de algunos instantes, lograron
hacerse de algunos cuantos flequillos rojizos del mimado y rizado arbustito del
pubis castaño que adorna su intimidad.
‑“¡Shhhh!”…
Tú no preguntes… Hay cosas que
una dama, nu-uh-unca debe decir.‑ Con un
suave jadeo que la hizo detenerse brevemente, ella pudo decir antes de querer
aclarar:
‑Me da pena…
Y no quiero que te enojes conmigo…
Si yo te dijera…
Cómo si las ideas se colapsasen en su cabeza, ella
quiso excusarse.
No Patty, ¿Cómo voy a enojarme contigo?... ‑
En modo que le inspirara
confianza le pregunté antes de extender la confianza: ‑Antes de que termine esta semana vas a ser
mi Señora, y Tú y Yo vamos a ser marido y esposa… ¿Cómo voy a enojarme si yo mismo te estoy
pidiendo que me lo digas?...‑
‑¡Ándale Mami!...
¿Sí?... – La azucé. ‑
Puedes decirme… Te prometo que no voy a enojarme… Sea lo que sea… Quiero saberlo…‑ Movido por mi retorcida lujuria busqué
asegurarle y pedir que me tuviese confianza, al
tiempo que jugando ahora a pasear mis dedos por encima
del refuerzo de la empapada pantaleta que usaba mi novia, con uno de estos , y
aplacando mayor firmeza contra el trasminado material que cubría la femenina
hendidura de mi prometida, lo corrí varias veces de arriba hacia abajo, o al
frente y atrás a todo lo largo de la delirante hondonada que se producía debajo
de esta, hasta que detuve el repetido proceso, y cambié de medida cuando empujé
levemente hacia el fondo de esta, para que así, la tela del algodón del
refuerzo de la remojada prendita se sumiera ligeramente dentro de ella.
‑Anda, ¿Sí?...
Dime Patita…. Quiero oírte decirlo…
No me dejes así… ¿Qué caso tiene que me lo niegues, si ya vi cómo te
pones , con lo que sea que tu cabecita ande pensando?... ‑En realidad buscaba
hacerla perderse delante de mí y despojarla de sus inhibiciones.
…Es que estaba pensando en tu amigo. ‑
¡Sí!; ¡Así!...
– Ahora lo pienso, cómo con esas
siete simples y fulminantes palabras‑, de pronto como un latigazo mi mundo entero y mi conciencia
cambió por completo en ese mismísimo instante en que sin poder contenerlo, mi
pene reaccionó en forma automática, casi por voluntad propia.
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Espero con ansias los próximos capítulos
ResponderEliminarEstimado Balam: gracias por el interés...
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