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Buscando Mas Pruebas en Contra
de Ella ®
GO Trigers, Ludo Mentis©
Edicion De El Escrutinador ?
6o Acto Pte 1 ( Uno de Moka o Solo Leche Batida en
su Crema?!...)
♫
Entonces ya trastornado del todo, e inundados mis pensamientos por tal
sinfín de imágenes surgidos de todo aquello, y no importando lo aberrante que
esta pudiera parecerme continué ya sin mucha necesidad de poner en boca de otro
las palabras e ideas cuando comencé a viajar dentro de mis atribuladas y
encendidas visiones, y con ello recreé el cómo, de pronto él, – El tal “Ghi”, o
cualquier otro anónimo aprovechado personaje que le suplantara en tan sórdida
escena‑, se situaba parado frente a ella
envuelto en una especie de presencia casi por absoluto confusa y brumosa, apoyado
apenas contra la orilla de un elegante escritorio muy digno de cualquier
mandamás, con ella parada ante el dueño de aquella arcana estampa de hombre que
beneficiándose de su posición en la vida y ante mi esposa la tenía ahora bajo
su dominio y control, mostrándose como mujer muy dócil que sin mayor objeción
aparente dejaba manipularse por éste hasta terminar postraba ante él. Y ya ahí acomodada en hinojos justo enfrente
de su figura y con el delicado material de la tela de las
pantaletas que hacía poco tiempo le había yo regalado, comenzaba a masturbarlo mientras
que él disfrutaba del placer que con animosa obediencia y esmero prodigaba a su
miembro.
Así, el sujeto al en principio se
dejó solo hacer por los mimos de ella, hasta que después de unos momentos tomó por
la parte posterior su cabeza y peinado, para, enseguida ‑ y aplicando
únicamente una leve presión a su nuca‑, guiarla un poco e indicar sus deseos, cuando
cercándola por delante y detrás, la acercó hacía él y arrimó a la punta de su palpitante virilidad la boca de mi mujer, que sin
ningún reparo aparente hizo lo que él esperaba, y regalando los labios a la
cabeza de aquel falo, le besó con cierto dejo de cariño, solemne obediencia y
respeto que aplicó sobre éste con cuasi entregada ternura, apenas antes de
apartarlos para que aquella vigorosa macana pudiera entrar y ella empezar a
comerlo y mimarle dentro de estos…‑
‑“Estos”‑, los mismos y amorosos labios que de seguro esa misma mañana
había usado ella para despedirse de mí en la puerta de la casa o recibirme,
como hasta hacía poco tiempo había sido costumbre.
Así conmovido ante mis trastornadas visiones, permanecí embotado dentro
de tantas cavilaciones que imparables se sucedían unas tras otras, y desde mi
agazapado rincón, tras varios minutos de observar la boquita y bonitos labios
de mi mujer prodigarle todo tipo de caricias a aquel venoso mástil, y verla lamerlo
desde su cabeza y el glande para luego pasearse a todo el largo de aquella
ojiva de carne, y llegar casi al tallo del mismo, para alcanzar con la punta de
su lengua hasta donde era posible llegar dentro de su pantalón con la misma y
después para hacerlo gozar aún más con sus mimos recorrerlo de nuevo hacia
arriba.
Sin duda notaba que él se
aproximaba cada vez más a su éxtasis, pero en vez de apurarse en culminar su
lascivo objetivo, el dueño de aquel tolete, detuvo por un momento sus
encendidos bríos, y empujándola hacia atrás por la frente, a modo de
divertimento extrajo de los adúlteros labios de Mónica su vara y golpeteó
levemente con esta las exaltadas mejillas de ella. Primero una y luego la otra, mientras que
con sus ojos y largas pestañas oscuras entrecerradas tras las micas de sus
anteojos, mi esposa fue siguiéndole el juego a su enardecida virilidad, y sin
emplear sus dedos ni otra posible ayuda, formando una gran “O” con su boquita
de señora casada y madre amorosa, intentó aprisionarlo de nuevo entre sus
labios ansiosos por tenerlo de vuelta…
Pero él –que aparte de morboso de lo que hacía hacerle a mi esposa‑, se
veía de lo más divertido con el procaz jueguito, que pronto varió al alternar entre
darle con su miembro en el rostro obscenas bofetadas por aquí y por allá; e
inclusive para divertirse no más otro poco
al mirarla y en repetidas veces alzar con su lanza de carne el ligero
armazón de los lentes de mi mujer, y sin dejarla pescar con sus labios el trozo
de carne en su boca, después tentarla al casi permitirle capturarlo dentro de
esta, para luego, sin haberle dejado cumplir a mi esposa la misión inicial de
atraparle para adorarlo, besuquearle y comerlo; con el tremendo tolete que
presentaba aquella figura apuntando hacia el rostro de Mónica, acariciarle y
embarrar una especie de lustrosa babilla que por doquier que iba pasando aquél
con su gruesa brocha, pronto quedaba humectada y marcada por él.
Sin importar casi la inmensidad de tan tremenda escena cargada de
inefable morbo y obscenidad, aun sin poder distinguir mas que entre brumas el
aspecto del resto de aquella persona que abusaba y envilecía de tales maneras
el bello rostro de mi mujer, conmovido por mi aberrante lujuria, tuve que pasar
ya desde ese momento por el penoso remordimiento de tener que reconocer lo innegable:
–“Mi esposa lucía maravillosa en
tal condición” ‑, Abandonada ante sí y ante aquel, que sin consideración ni
miramiento ninguno de que fuese ella madre y señora casada ahora él emputecía
por todos lados su cara con aquella pungente sustancia para hacerla quedar
embarrada. Abusada y hermosa a la vez.
En eso estaban ellos al momento en que de repente, ‑ y tal como sucede
con suma frecuencia cuando se sueña dormido, o aun estando despierto‑, el teléfono de la oficina sonaba y el tipo
contestaba por el altavoz para que le anunciaran que era una llamada para mi
mujer que seguía a sus pies con su miembro restregándosele por todo su blanco y
finísimo rostro. – “...¿Quién es?.”
Preguntaba a la mujer que había tomado la llamada.
... "No sé, Señor… Creo que Gerardo, el esposo de Moni… ¿Quieren que
lo confirme Señor, o si es, sólo le tomo el recado?" ‑ Vino la respuesta del otro lado.
“No, no hace falta a no ser que sea importante diga a quien sea que la
licenciada anda ocupada teniendo acuerdo conmigo”...‑ Sin más el bruto abusivo ése cortaba la
comunicación para voltear luego mañoso y contento hacia ella allá abajo plantada ante él de rodillas.
“Bueno… ¿dónde nos quedamos licenciada?” ‑ Preguntaba él de manera un tanto burlona al
poner énfasis en el título académico que tan poca trascendencia revestía en
tales momentos. ‑ “Ah sí, ya recuerdo… Me estabas enseñando y probando la ropita
nueva que te regalaron y lo bien que sabes mamar con esa boquita linda de
mamadora que tienes”… ‑
Tomando de nueva cuenta con más cuidado la tela de su prenda íntima arropó
y rodeó de forma ceñida con esta su recio miembro, en modo tal que incluso con
el pequeño escudete de algodón de la entrepierna de esta, envolvió completa la abultada
cabeza del pene, y entonces más como un decidido acto de irrumación, que otra
cosa semejante a un simple felación prodigada a su modo, Aquel grandulón dejó pues
de jugar por unos instantes, y sin dar mayor tiempo u otro aviso mas previo, con
todo y calzón de un solo empellón introdujo hasta el fondo de la cavidad bucal
de mi mujer la extensión de su falo anchuroso.
Y así una vez habiéndole tomado por sorpresa cercana a lo muy absoluto al
momento de retacarle la boca con tan tremendo bocado y el envoltorio de éste,
al tiempo en que mi subconsciente marcaba una especie de apagado suspiro o
gemido por parte de Moni, me pareció que al menos por unos cuantos instantes ella
se ahogaba a la vez que apresuraba a su cuerpo a aceptar la inusitada embestida sin atragantarse.
… “¡Ughuoæghmpfgh!”. “Ouoœeaæeghagh”.‑
O algún gutural sonido muy similar surgía de la colmada boca de Mónica, mi
mujer mientras le acomodaba buscando complacerle sin atragantarse con aquella
obstrucción. Mientras que Aquél, por su parte parecía satisfecho de sí, y el apuro
que por unos momentos hizo padecer a mi esposa. Y sin dejar de observarla desde
lo alto, sonrió luego de ver que como por si sola, ella por fin resolvía el
modo de hacerlo y tenerlo dentro su boca, para enseguida dejarla que lo
succionara gozosa y golosa mientras él la admiraba ejecutar con sus talentos
una sensacional mamada, de esas que yo –aun siendo su esposo, ‑ sé que ella
sabe dar
Instantes después el tipo tomó con su grande manota la muy blanca y
gentil mano de ella para buscar entre sus delicados dedos la alianza de
compromiso y señora casada, que sin mayores problemas halló y después haciendo
girar estos en rededor del fino anular retiró de su dedo para enseguida acercárselos
a su mirada durante algunos instantes y contemplarlos antes de devolverlos ella
que abriendo su mano los aceptó de vuelta encerrando en su puño el rutilante
brillante de corte princesa que coronaba una de las elegantes argollas doradas.
Perdiendo entonces una clara noción del tiempo, en parte dentro de aquel
torbellino de apabullantes y emocionadas visiones de las que me distraje por
unos momentos en que sin querer perder de vista lo que sucediera a aquellos
anillos que ella guardaba en su mano, quedé ensimismado en la misma hasta que tras
lo que habrían sido menos de un breve par de minutos, él de nuevo extrajo el
embozado instrumento de la boca de Mónica y sonrió al ver la remojada condición
en que buena parte de la prenda reapareció ahora no sólo empapada y mostrando
algunos cuantos espumarajos de babas derramadas sobre el tejido por la saliva
producida por mi mujer ante la invasión, sino también la humedecía otra
sustancia de lo que parecía ser algo de líquido pre-eyaculatorio que habiendo
vertido por el grueso pene de aquél, había alcanzado a regarse e infiltrar la
estuprada tela del calzoncito que ahora adornaba buena porción de aquella
enhiesta e ingente erección, que ella había admitido en sus labios corruptos y ahora,
como si le mostrase todo el concepto de una efímera obra de arte, orgulloso de
sí el muy sátiro se regodeó en presentar justo ante la trastornada mirada de mi
adúltera esposa el producto de sus descarríos amatorios, dejándola así por unos
instantes más a su disposición, plantado mero enfrente de mi señora apuntando
en forma directa hacia el bello rostro de aquella putona, hasta que dando entonces
un último muñequeo que siguió luego de una sucesión de agitados apretones sobre
el robusto volumen de tela, retiró de golpe las pantaletas que aprisionaban su
glande, y tal cual si fuese él un prestidigitador o alguien con la velocidad
propia de un marrullero tahúr manipulando los naipes que le traerían la
victoria, destapó todo su juego una fracción de segundo antes de que comenzara
a derramarse, dándole el tiempo necesario en que apenas buscó la mano de mi
mujer y haciéndola que la abriese otra vez para él, de inmediato proyectó su
arma en dirección hacia la cazuelita que se produjo en la palma y dedos traidores
de Mónica y la alianza dorada que yo le regalara y ante todos nuestros testigos
de manera solemne y simbólica colocara en su delicado anular para sellar la
promesa de prudencia, lealtad y fidelidad que procuraría el guardar hacia mí.
Entonces sin dejarse esperar más a mis contemplaciones, en un
descontrolado acto de arrebato y desmedida lujuria, todo se desencadenó por si
mismo empezando por un vigoroso disparo de semen que emergió de la punta de aquella
serpiente que en medio del paroxismo se agitó embravecida y pungente, pero que por la misma cuestión de quedar sin
control pareció tener su propio objetivo y agenda, en vez de atinar a caer
donde era previsto, fue a salpicar primero la blusa de mi mujer, luego ascendió
con dirección a su rostro, donde chocó contra el puente del armazón y una de
las micas de sus anteojos y después, como si fuera todo un frenético escupitajo
arrojado en dos convulsiones que se cortaron e interrumpieron apenas un
santiamén, quedaron ligadas en una misma especie de pincelada que volvió a
bajar a la zona cerca del cuello de esta y enlazando todo enseguida en un
primer hilo de semen pasándole por los labios, nariz y mentón, acabó entonces
formando una desafiante liana viscosa conectando también con el primer manchón
de su busto, para luego caer en un trazo agitado que culminando en una
frenética e irregular gota gorda, alcanzó
a terminar sobre su falda obscura que de inmediato lució manchada con el lechoso
extracto; cultivo de semen y espermas
Apretando los dientes, cual si formara un gruñido el embrutecido gañan suspiró
y bramó conmovido cuando luego de la primera lanzó una segunda descarga que fluyendo
esta vez más sutil sí atinara en el blanco, y cubrió con la purulenta sustancia
buena porción de la mano y elegantes anillos ceremoniales de Mónica, que
entusiasmada por el momento no se arredró, e incluso azuzó a aquel donante de
crema al arrimar hacia él estos para que las subsecuentes disparos y gotas de
semen pudieran quedarle al alcance.
Después vinieron una tercera, cuarta y quinta descarga que al cerrar mi
esposa otro poco la mano en la que sostenía para él nuestra alianza dorada, desaparecieron
buena parte de esta que, bien quedó sumergida parcialmente; embarrada o
cubierta en el untuoso caldo de proteínas que ahora sin más eran envilecidas por el
umbroso sujeto.
Pervertido y convertido hasta lo más indecible y corrupto del ser que me
era posible ya en esos momentos, observé como aquellos vistosos anillos,
símbolo de nuestra unión, procuración y respeto eran hundidos de forma
deliberada y por demás absoluta en aquella fértil y espesa leche de macho
potente.
Así contemplé mi ignominia cayendo a manos de mi esposa y la lanza de
aquel hombre, que ya cuando se convulsionaba con el último espasmo que
surgiendo desde sus testículos o el mismo centro de su persona recorriera su
cuerpo y su pene, acercó la punta deéste un poco más y dejó que de su glande
resbalara un hilo que con gran precisión fue a caer sobre el impoluto brillante
cuadrado que medio oculto y bañado por él también quedó bajo su semen.
... "E-e-eeso… ¿Así se ve mucho mejor ¿no crees?" Alargando
las letras; muy convencido y ufano de su cerril logro preguntó con mirada divertida a la vez que
malévola.
“Pero me dejaste toda manchada la falda y la blusa…”‑ Fue el
reclamo que a mi mujer le pareció mas pertinente oponerle sin conceder mayor
importancia a lo que en verdad acababa de suceder allí y entre ellos; mientras
que con su mano que ahora ya con cuidado empuñaba sobre aquel trozo de carne y
lo masajeaba por última vez cubriéndolo por completo con los propios cremosos jugos
seminales arrojados por él hacía unos cuantos momentos atrás.
… “¡¡¡Hey ey yey!!!”. ¡No!. ¡¿Qué andas haciendo?!.‑ En cuanto pudo el
tipo se lamentó de las intenciones de ella y se quejó en tono refunfuñón… ‑ "¡No!... Tengo una visita
en unos minutos…
Pero entonces sin pensarlo mucho se hizo de nuevo de los panties de mi
mujer y disponiéndose a usarlas le indicó: ‑
“¡¡¡Límpiame con tus calzones!!!”
Mandato ante el que ‑dentro de mis visiones‑, por primera, o a lo sumo segunda
vez en todo aquel encuentro por fin pareció titubear, y quedó un momento sin
actuar buscando algún kleenex o papel con que limpiarlo y limpiarse, pero
después de buscar de manera fugaz en su entorno sin encontrar nada que fuese
útil para cumplir la tarea; incluso antes de usar la emputecida prendita para
limpiar sus propios anteojos, tomó una parte que no estuviera muy mojada de estas,
y haciendo una punta con la tela de sus pantaletas, primero recogió el semen
que se había derramado sobre sus ropas, y cuando disimuló un poco las manchas,
como pudo buscó otra sección limpia de material y fue en pos del falo
chorreante al que minutos antes tantas atenciones y cariños prodigara.
Él sonreía entre divertido y complacido al sentir nuevamente la suave
tela cerrarse alrededor de su aún palpitante miembro, y mientras observaba como
cada vez esta iba quedando más sucia y embarrada con la espesa crema que
segundos antes él derramara encima de ella y luego depositara en la mano y
sobre el anillo de mi mujer. Quien de
momento, ya casi por acabar su vigente encomienda se notó bastante incómoda de
la chocante visión que tenía a través de sus lentes, por lo que para terminar
optó por quitarse las antiparras.
Cuando finalmente ella hubo terminado de limpiarlo de la manera mas
conveniente posible, él tomó de nuevo su aparato viril y al momento de
guardarlo, tal como si aquello fuera una lección de buenos modales le comenta: ‑..."Ahora
si ya, listo Mamita…Ya puedo ir a la junta…Así cambia todo ya bien atendido".
Y a modo de coda, en tanto que una vez cerrada su bragueta se dirigió
tras su escritorio a buscar unos papeles mientras dirigiendo las palabras a la
atención de mi muy estuprada y desaliñada mujer todavía el muy infeliz
descargó: ‑ ¡Una cosa es llegar con los
huevos o el palo todo rojo pintado y cubierto de lápiz labial de una boquita
bonita como la tuya!…
Sentencia que acabó dejando en el aire, mientras que mi esposa se
incorporaba del piso y con sus panties sucios embarrados con el semen de su
ilícita relación, buscaba algo que hacer con ellos o dónde esconderlos para
deshacerse de estos, en tanto que él tras de verla titubear sólo le daba la
opción : ... "¿Y ´ora Tú?... Vamos… ¿Qué quieres hacer?... Te los tienes
que llevar… Póntelos o hazlos bolita…
Acotando enseguida:‑ “Ni modo de que los dejes aquí…Tienes que escurrirte
hacia el baño sin que te vean y arreglarte todo ese batidillo que hiciste”… “Si
no sabes que cualquiera se daría cuenta de que aparte de todo andas
ofreciéndoteme y prestándomelas”…
Rematando en veloz andanada: ‑“Se te
haría un tremendo chisme que no supongo que quieras que tu marido se entere
bien de cómo andan las cosas contigo”.
Y ya al final cuando la imagen se desvanecía mientras yo observaba que mi
mujer sin más dónde ocultar al menos medianamente la prueba de sus amoríos e
ilícitas ministraciones, y sin otro remedio que hacer o tomar por parte de ella
ante el predicamento, tan solo procurando tener el mayor recaudo posible de no
manchar sus medias Christian Dior con el abundante y cremoso líquido seminal que
sin visos de comenzar a secarse impregnaba la infamada prenda, optó por volver
a entrar en sus elegantes pantaletitas de señora habitualmente recatada,
pudorosa y bien comportada.
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Así después de formarse en mi mente las alucinantes visiones que
culminaron en el delirante momento en que sobrecogido hasta el tuétano por la
inmensidad de los posibles alcances que todo aquello pudiese revelar y traerme
consigo, comenzó todo a difuminarse con celeridad, como si se destruyera ese
mundo que ya por último colofón de la escena, alcancé a ver a mi esposa
volviendo a subir por sus piernas la vilipendiada prenda para colocársela de la
mejor manera que pudo ahora toda embarrada luego de conseguir hacerla pasar por
la tersa piel de sus muslos sin untarse con esta las medias, para acto seguido
dirigirse a la puerta de aquella oficina y quitar el seguro del picaporte antes
de hacer girar el pomo y abrir para ver que se encontraba.
… “¡Si tuviera otro rato de una vez
te arrancaba esa faldita y te montaba aquí en tu palo para que te empales toda
enterita hasta el tope y lo cabalgues hasta que te escurras toda completa, aunque
te escuchen allá afuera y me mojes los pantalones con esas nalgotas, vieja chichona!”...
Después de semejante cuadro que
dibujara en mi mente acompañada de tan ingentes palabras, - que como frenetico torbellino, dentro de esta profería el peladazo aquel -, por fin acabé
resucitando del estremecedor sueño que me envolvía, decidiendo que divorcio o
no, llamaría a mi abogado para que me diera el teléfono del investigador.
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...Continuará, o ¿Continuó?...
© Jordy Xors, G O Tigers, Ludo_Mentis DSo y Arte
Todo este relato me encanto, pero si me he de quedar con un momento, elijo este: “Mi esposa lucía maravillosa en tal condición” ‑, Abandonada ante sí y ante aquel, que sin consideración ni miramiento ninguno de que fuese ella madre y señora casada ahora él emputecía por todos lados su cara con aquella pungente sustancia para hacerla quedar embarrada. Abusada y hermosa a la vez.
ResponderEliminarHolis, muy rico y lo lei todo papi
ResponderEliminarGracias Pequeña Lily... A nombre de Don Ludo y el Mío, desde esta otra cuenta te digo que ya se te extrañaba...
EliminarQue bueno que te gustó y que comentes.
Rogger
Muy buen relato, ya estamos ad portas, me preguntó si está vez acabaras una historia completa. Agradeciendo de antemano tu erotica pluma, eres de los mejores.
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