…Espero
sea éste el momento adecuado, y no otro intento por crear y concluir este
relato que tenía ya tiempo queriendo poder dedicarle el espacio que se merece.
Y
es que nada; absolutamente nada en aquella visión –para Eduardo, o cualquier
otro hombre, mortal o inmortal ‑, podría haber sido considerado común o
normal. Máxime con el cuerpo de ella
allí mismo, enfundado dentro de aquel llamativo atuendo que de manera muy corta
y escasa apenas daba de sí en el material y forma de su confección, al grado
que de tan tirante éste, y sometidas a tal clase de esfuerzo las costuras de
sus laterales ahora resultaban notorias casi del todo evidentes en sus puntadas
del hilo que sirviendo para juntar y unir todo en su sitio, iba dejándose notar
casando con toda firmeza las distintas y tirantes figuritas florales dibujadas
sobre la tela, mostrándose próximo a reventar o de algún otro modo ceder ante
el empuje de aquellas prodigiosas nalgas de hembra madura.
Lo
cierto es que creo que cada vez escribo y leo menos ya no debido a otras
causas, sino a la dificultad visual que me avanza, y de a poco me dificulta
fijar la vista entre los caracteres necesarios para escribir o leer. Razón por la cual intuyo que si este proyecto
queda inconcluso, creo será el último que haya intentado.
Así,
La Suerte echada; teclado en mano, y dispuesto con los mas modernos avances que
la computación vendida a 18 Meses Sin Intereses puede pagar, y un vasito de aromático y encantador Dry Sack;
‑servido para calentar la garganta‑; aquí vamos…
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Aniversario.
-con Luna Llena-… ( Antes
de Salir ) ®
GO
Trigers, Ludo Mentis©
Cap 1°- 1a Pte.- ( Sol, ¿Entiendes lo que pasa aquí? )
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Procurando
no mostrar en su real magnitud el grado de angustia que lo complicaba, Eduardo
pretendía tomar las cosas con la escasa serenidad que en aquellos apresurados
momentos quedaba aun dentro de él mientras esperaba a que su Bella Anna
terminara ya de alistarse para salir.
Todo
lleno de ansias, ‑Él – pegándole ya a los más de 40, mientras que con sus 35 –
rebasados quizás hace unos tres, o apenas un par cumpleaños atrás ‑, su aún
bellísima y núbil esposa adorada terminaba de dar a su impecable arreglo los
últimos toques antes de poder salir a la calle en aquella tibia noche de
Octubre en la que – sin tener que explicar o exponer ningún motivo aparente, ni otra ulterior causa
más que la de conmemorar su aniversario de acero de matrimonio‑, y juntos irían
a tomarse algo y cenar en uno de los restaurantes situados dentro de las
instalaciones de uno de los hoteles más exclusivos de la ciudad.
‑Bueno…
¿Pero, y si ya dejaste a los niños encargados con mis papás, cuál es tanto el
apuro?‑ Con su encantadora voz entre rasposa y melódica, notando el inquieto
estado de su marido, preguntó Anna apurada mientras se concentraba en acercar
al espejo su rostro e identificar el sitio aproximado y correcto sobre la
porción posterior del lóbulo de su oreja. Por donde debía de encajar la aguja del
resplandeciente aretito dorado que junto
con su gemelo,‑ ya colocado – y
aunándose al rímel aplicado a sus bien pobladas y largas pestañas; delineadas cejas
, suave base y resto del elegante maquillaje que hacia lucir aun más, y de
manera radiante la inefable belleza de su perfilado rostro.
‑¿O
te sientes culpable de lo que vamos a hacer?‑
Inquirió ella, con el mismo tono de ensueño de su voz sexy.