Asuntos de Intereses y Negocios
( ) Adaptación*
Ludo Mentis G.O. Tigers.
Todo por un Precio Especial
3º Acto - Escena 1ª ( ¿Última
llamada o llamada de última hora? )
* * *
…¿Bueno?. ¿Si?... ¿Don
Alonso?. ¿Qué ha pasado mi Don?, ¿cómo
está el esposo de mi “noviecita”?—
Algunas semanas pasaron luego de mi estrambótico encuentro con el amigo
de mi mujer durante aquella cena en la
que sin haber concluido siquiera la elegante cena, la hiciera despojarse de sus diminutos panties
para que se los entregara allí mismo antes de que saliéramos del restaurante.
Así, luego de sobreponerme a todo aquel torrente de emociones tan
encontradas acerca de lo que yo mismo había experimentado como casi silente
testigo de los deslices de ella y las libertades que a mi costa le
permitía a nuestro asesor de cuenta. Quizás más que otra cosa, meramente
confrontado ya en manera definitiva ante mis propios y retorcidos anhelos,
entendí que de manera definitiva, el prácticamente inexistente o nulo balance
de nuestra desequilibrada relación había vuelto
girar y verse trastocado de nuevo cuando contesté aquella llamada
entrante al teléfono de nuestra casa., y que de inmediato ocasionó que el
estómago me punzara.
¿Sí?... ¿Quién habla?. ¿ a qué
número quería usted marcar? — Fingí poder no reconocer la voz de quien hablaba
del otro lado de la línea, aunque de inmediato comencé a ponerme nervioso y un
tanto alterado de que pudiera él estarse atreviendo ahora a comenzar a llamar
fuera de horas al teléfono particular de nuestro domicilio, donde cualquiera
podría llegar a contestar la llamada.
¿Que paso mi socio?, No me digas
que ahora después de la otra noche ya no me conoces si no te hablo de Tú, ¡Don Cabrón!… Así que dime ¿cómo está el esposo de mi
“noviecita”?... Ya dijo que le conseguí
el descuento para su carrito?... — Se
siguió en banda como si de repente o siempre hubiéramos sido tan buenos amigos
en vez de habernos conocido en tan
desventajosas circunstancias en las que le había tenido que aceptar conocerle.
“¡Mira, no sé quién te dio este teléfono o te dijo que ahora podías
comenzar a llamarle a mi esposa para buscarla aquí en nuestra casa y que todo
mundo se entere!”… — Por un momento quise contestarle pero después
de todas las circunstancias que habían sucedido entre él, Verónica y yo mismo,
me hizo contener el intento. Por
supuesto que aparte de todo el teléfono se lo había dado yo mismo entre todos
los datos que tuviera que darles al
aperturar nuestra cuenta en la empresa a la que habíamos trasladado los fondos de la inversión
¿Eh?... ah… Este. No, no me
había dicho nada…— Reculando nervioso, no conseguí poder seguir haciéndome el desentendido y en
vez de contestar como yo hubiese querido
me contuve al recordar de lo que me hablaba respecto al nuevo auto que mi
esposa acababa de comprar.
* * *
Minutos antes de recibir aquella inoportuna llamada., sintiéndose
inquietos por las tardanzas de su mamá los niños se habían adelantado junto con
sus primos hacia el auditorio donde se daría el gran estreno al que teniendo ya comprados boletos de fila “C”, asistiríamos
a presenciar antes de ir al elegante restaurante donde cenaríamos en compañía
de algunos de sus parientes.
También inquieto yo por la hora me encontraba ya algo estresado
mientras ella terminaba de decorarse y lucir tan radiante como siempre lo hace
para salir a la calle, y mayormente supone que ya sea acompañada de mí o de
quien sea, piensa asistir a algún lugar elegante donde seguramente será vista
por otros. Máxime si como previo a tal cena, era que desde hacía ya varias
semanas atrás, habíamos comprado tickets tan caros para aquella premier. Pero entonces el timbre repiqueteo de repente
y fue cuando yo contesté sin esperarme lo que se vendría.
Oye., Mi Don, ¿me puedes poner al teléfono a Vero?... tengo algo que necesito ver con ella sobre
ese asuntito del coche que se compró.—
¿Eh?... No. Me temo que en este
momento está ella ocupada y estamos muy
apurados para salir… disculpa que no le
pueda pasar la llamada pero yo le digo que llamaste para que en otro momento se
comunique contigo. — Intentando
recomponerme un poco luego de la sorpresa, y de la forma ms cortés en que pude
conseguir sin que se notara el apremio nervioso que surgió dentro de mí para
terminar la llamada, ofrecí antes de concluir , devolviendo con cierto aplomo
el auricular a la base.
Todo aquello había sido Romeo, buscando a mi esposa como si aquello
fuera la cosa más común de todos los días.
Quizás no hubieran pasado a lo
mucho treinta segundos, o un minuto, no más cuando el teléfono de Verónica
comenzó a alertar con su alarma de repiqueteo, anunciando una llamada que de
inmediato se dispuso a atender pulsando el botón de aceptación de conferencia.
“Ah si, soy yo…” — Inicio de inmediato volteando fugazmente a mirarme y
seguir:
Si no quien otra iba a ser con mi teléfono, tontit…— No concluyó decir., quedándose seria casi enseguida y volteando de nuevo a
mirar yo que más hacía aparte de permanecer parado junto a la puerta
observándola tomar aquella llamada.
“Uhm”… “¿Hoy?”… “¿Dónde?” “¿Tiene que ser hoy?... Es que iba a salir con mi esposo y los
niñ…”— Según yo recuerdo esas fueron las palabras que de nuevo dejó a
medias. Luego intentó interponer:
“Ya te había yo dicho., ¿no?—...
— Pareció ofrecer una excusa.
—“No, bueno sí, ya sabes que sí”…
“Sí, si quiero., ahorita veo como le hago y le digo”… “Te
veo allí mismo entonces en un ratito”… —
Como si aún hoy en este momento pudiera escuchar su voz en mi mente, oí lo que decía antes de
terminar la conversación y voltear
a mirarme, ahora a través del espejo ante el cual se
encontraba ella parada terminando de revisar una vez su apariencia y el
tremendo palmito que se portaba enfundada dentro del despampanante vestido que
tan justamente envolvía todas las prodigiosas curvas de su anatomía de sensual señora
casada.
—Creo que no voy a poder ir con ustedes…— Sin más y casi con la más absoluta frialdad
que incluso algún general pudiera haber llegado a tener al comandar a sus
tropas mandándolas hacia la muerte en batalla me informo de un solo tajo.
—¡¿Qué?!... ¡No!... ¡¿Cómo crees?!... ¿Quién era o con que me vas a salir?—
Alterado y sin poder darme crédito de lo que de pronto o ya en ese momento me
sucedería tuve que preguntarle sintiendo que el corazón se alborotaba dentro de
mí y el estómago se me retorcía.
Tenemos los boletos pagados desde hace semanas… ¡Los niños!... ¡ Sus primos!. ¡Sus tíos!... Ya habíamos quedado con ellos— Me estaba
dando vértigo todo sintiendo que la sangre se me agolpaba en las sienes y la
respiración se me aceleraba.
Bueno sí, ¿pero qué
quieres?... Tengo que ir… — Al
oírla decirme eso, sabía que lo que me dijera sería tan solo una invención para
que no tuviéramos un drama cuando suavizando un poco la voz me explicó.
Daba lo mismo que me dijera que era un asunto de cuestiones de la
compañía, el prospecto de algún nuevo cliente; cuidar a los niños de su cuñada,
o que alguien había ido a parar a la cama de algún hospital. O para variar y decir la verdad, decirme que
el tal Romeo ése le había llamado porque quería verse con ella. De cualquier forma el mal ya estaba hecho.
…Además yo no dije que tú no pudieras ir por quedarte a esperarme., o no
fueras tú y te adelantes con ellos. Si quieres
en cuanto acabe con esto, yo llamo a ver si todavía es tiempo y puedo alcanzarlos.—
Me ofreció aquel consuelo de tontos
que, por decir la vedad, creo que me
tenía yo ya bien merecido.
¿Pero de qué cosa se trata?...
¿No vas a decirme?... — Quise
saber aunque fuera, quizás tan sólo alguna manera a la cual aferrarme durante
su ausencia y el papelón que pretendía que yo hiciera al presentarme sin
ella.
¿Se trata de él?. ¿Verdad?— Opté
por cerrar los posibles espacios para que me dijera de una vez la verdad pero
fue inútil.
—“Lo siento”— Recuerdo aquel par
de escuetas palabras., que como el hielo sólido y estéril vulneraron todo afán
que yo hubiera podido tener, Y que dijo bruscamente justo un momento antes de
retocar con la delicada uña de su dedo índice y manicura francesa, alguna
imperfección que llamó su atención justo al último instante previo a recoger su
pequeño bolsito de mano, y pasando justo a mi lado, encaminando el pisar de sus
altos zapatos hacia la puerta, disponerse a salir de nuestra habitación,
dejándome a mí allí sólo parado y enteramente abrumado.
Al verla dirigirse hacia las escaleras, con su refinado andar, ataviada
con aquel exquisito vestido de dama elegante y altiva, caminando sobre el par
de costosos zapatos de diseñador, y a la moda, confeccionados con sendas
plataformitas disimuladas dentro de la manufactura hecha por los peleteros con
la sola intención de simular un poco y no ser del todo escandalosos o indignos
de ser usados por una mujer de porte tan distinguido como el de mi
esposa., sólo pude contemplar toda
aquella belleza que apenas hasta hacia poco había sido mía. Mía y únicamente mía y no más de nadie.
Instantes más tarde, alcancé a oír desde allá arriba el conocido sonido
que los tacones de sus zapatos hacían sobre el piso cerámico cercano a la
entrada de nuestra casa. Luego detenerse
cualquier otro ruido por unos momentos hasta que de pronto, escuché, no sé si
las campanillas de la puerta o el sonido que su pesado llavero hacía cuando lo
tomaba del ganchito situado justo al lado de esta al estar siendo tomadas por
ella. Me hallaba totalmente aturdido, desconsolado y perdido., sin saber que
hacer enseguida después que escuchara el casi flamante motor de su auto recién
adquirido echándose a andar.
* * *
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Asuntos de Intereses y Negocios
( ) Adaptación*
Ludo Mentis G.O. Tigers.
Todo por un Precio Especial
3º Acto - Escena 2ª ( Cambio
de Direcciones )
* * *
Sobreponiéndome a mi afectada conmoción sucedida por tan abrupta
circunstancia y estado de
desolación, de pronto sentí en mis venas
ardientes el acelerado pulso que me
invadió junto con un ataque de celos y deseos de por lo menos hacer algo y no
quedarme allí atorado en la casa con mi cara idiota. Y en cuanto pude liberar un poco mi mente
salí también en mi auto intentando pensar con mayor claridad.
Al salir a la avenida principal cercana a nuestro domicilio, pronto
decidí que la ida al concierto me había sido arruinada a mí también por aquel
infeliz, que de lacayo a mi servicio, súbitamente ahora había comenzado a
convertirse en verdugo de mis emociones. Y simplemente, aun y con la pérdida
del importe pagado por el par de boletos que ya no usaríamos, no tendría ya el
estado de ánimo necesario para escuchar nada o enfrentar la andanada de
preguntas que seguramente me harían todos al verme llegar solo, sin que mi
esposa me acompañara.
Quería — sentí en ese momento —., ¡Venganza fatal y absoluta!... O bien que aquella
espina acabara de clavarse dentro de mí hasta consumirme y me hiciera estallar
de vergüenza y dolor.
Así que decidiendo no recibir ninguna otra llamada que pudiera hacerme
cambiar de objetivo, casi en el mismo acto apagué la radio y mi teléfono al
tiempo que intentaba pensar y suponer hacia donde podría dirigirme.
—“¡Piensa Alonso!., ¡Piensa!...
¿A donde se fue ésta con él?... ¿Si
no están aquí y tú sabes que aunque no estén aquí, es más que seguro que en vez
de venirse al concierto contigo, tu esposa se fue con este gañan a coger con
esos zapatitos de puta que le regalé apenas hace un mes ?”... —
Enteramente alterado luego de haber pasado a preguntar primero por ella
al portero de su departamento si no la había visto llegar o alguien había recientemente por ella.
“Te veo allí mismo entonces en
un ratito”…— Súbitamente con todo su
ímpetu, mi corazón envió a mi cabeza una corazonada que me pareció de inmediato
casi una certeza al recordar algunas de las palabras que recordaba haberla oído
decir a Verónica decir antes de terminar la breve conversación cuasi monosilábica
que sostuvo con quien quiera que pudiera haber sido que ella hubiera haber
estado hablando, pero que sin mayor temor a equivocarme de antemano estaba
seguro que no podía haber sido otro que
el tal “Romeito”…
Con plena certeza más que una
simple suposición ya instalada dentro de mi cerebro ahora ya subitamente, y
volviendo a la avenida principal pisé el acelerador de mi auto en cuanto la luz
ámbar del semáforo se encendió para
indicar a los vehículos que circulaban por la otra calle que intersectaba con el
boulevard sobre la cual yo circulaba y que
estos se detuvieran para que pudiéramos avanzar los que iban en mi dirección.
Sin embargo, y tal como casi
siempre sucede cuando el destino se ensaña en jugar con nuestros planes, en vez
de girar a la izquierda como seguramente lo hubiera hecho para dirigirme hacia
aquella zona alejada de la ciudad si hubiera estado pensando correctamente, y
poder así haber recordado que a esas horas debido a un par de construcciones
que se hallaban en el trayecto de dicho camino que a esas horas se saturaba de
manera frecuente, y estúpidamente seguí de frente en vez de doblar a la derecha
para tomar otra vía.
Así, si por algún momento pensé incluso en la posibilidad de alcanzar a
mi esposa en el trayecto, esta se diluyó y pronto tuve que reducir la velocidad
e intentar clamarme aunque fuera un poco.
Cerca de media hora después, pudiendo acelerar ya de nuevo, fui
pasándome cuanta señal de tránsito pude pasarme sin detenerme, y pronto me
encontraba ya en la cercanía de la salida hacia la carretera y el área que
muchos de mis conocidos decían que era algo así como el triángulo de las bermudas, donde los carros
desaparecían súbitamente delante de uno,
principalmente por las tardes, llevando a bordo a alguna señorita
dispuesta a hacer méritos con el jefe de su oficina que iba al volante de dicho
vehículo que se desvanecía, o exceptuando los viernes, sábados y domingos, en
que, no teniendo otro sitio donde llevar a sus chicas los muchachos aun sin
techo u otro lugar privado e íntimo para consagrar sus juveniles ardores en
compañía de sus chicas, en menor cantidad entre semana por las mañanas desaparecían
tragadas tras las entradas de fácil acceso, camionetas de modelo reciente en
las que algún maestro de yoga o instructores de tennis, acompañando a la esposa
de los mismísimos jefes que horas más tarde se extraviarían en los mismos
vórtices con las mismas mujeres que contestaban el teléfono de las oficinas de
sus maridos cuando ellas, volviendo a
aparecer ya sobre la carretera con el cabello húmedo y aroma a infidelidad con
lavanda.
Allí mismo en ese lugar me encontraba yo mismo de repente circulando ya
por la banda color terracota del acotamiento de la carretera, intentando ver si
reconocía de nuevo aquel sitio a donde semanas atrás había llevado Romeo a mi
esposa conmigo siguiéndolos muy de cerca detrás.
Finalmente reconociendo el lugar, terminé de orillarme fuera de la
carpeta de rodamiento hasta tomar el acceso hacia el sitio y aminorando la
marcha, pero sin detenerme del todo, al pasar por la caseta de entrada, preparé
el discurso que les daría a los de la administración si acaso me preguntaban
porque no me había detenido y continuado de largo hasta haber dado la vuelta al caminito que circundando
el basto terreno que aparecía de nuevo ante mí, flanqueado por los acogedores
cuartitos individuales y las pesadas cortinas de hule de estos, tras de las
cuales se podían observar los autos estacionados de algunos de los ocupantes de
los bungalós. En unos casos sólo un
automóvil, mientras que en otros, quedando parcialmente visibles las placas de
circulación o luces traseras de navegación de un segundo vehículo que
seguramente sin poder acomodarse por completo bajo el anonimato y cobijo de la
cortina en cuestión, bien podían delatar la precisa identidad y presencia de
sus dueños en aquel sitio.
Y así, circulando en mi auto a vuelta de rueda por los adoquines sobre
los que rodaban los neumáticos de mi
carro, e intentando ir con los sentidos bien puestos por alguna señal de mi esposa,
pasé por aquella zona hasta llegar a un área arbolada más amplia y con cabañas
de aspecto agradable e íntimas, aunque en cierto modo de apariencias más
desinhibidas que las de la entrada al quedar a la vista de los que pudieran
pasar el frente de los vehículos de los ocupantes.
“Vaya, vaya, pero si la otra vez no me fije mi putita”… “Aquí parece que hasta pensaron en que los
escoltas de seguridad de algún empresario pudieran quedar aparcados mientras el
Gran Jefe se divierte con la novia o esposas de algunos de sus empleados o
clientes”… — Picado por el enojo de la
deshonra que yo mismo experimentaba ante tales suposiciones, entre dientes
masculle murmurando mis pensamientos, cuando de pronto no otra sino la mía, y ante
mí apareció lo que andaba buscando.
¡Allí estaban!... ¡Justo en una de las dos cabañas que veían en el
fondo!... Uno al lado del otro, estacionado
el reluciente auto nuevo de mi mujer junto al que sin duda reconocía yo como el
del hombre que aparte de manejar mi cuenta de valores; ser el causante de que
estuviese ahora con el alma en un hilo teniendo que buscar a mi esposa en aquel
sitio, y que era no otro sino el mismo con quien mi Verónica había estado yendo
a acostarse a la cama de su departamento o moteles de paso como este en el que ahora
había venido a toparme cara a cara de nuevo con la realidad de mi
circunstancia.
“Vaya, vaya”… “Pero si para que
todo mundo se entere, no pudiste siquiera conseguirte un cuarto más indiscreto,
¿verdad mi Verito?”… “Ahí dejas tu
carro para que todos te vean o lo sepan, que en vez de al maldito concierto te
viniste con éste a darle su propio espectáculo”… “¿Verdad mi putona?”... — Un súbito arranque de ira cargada de celos me
hizo decir tales palabras al aproximar mi automóvil hacia la entrada de la
cabaña contigua que me pareció hallar desocupada.
Confundido e increíblemente aturdido sentía que me hervía la sangre por
dentro al hallarme tan cerca del sitio donde seguramente este tipo
probablemente tendría a mi mujer ya toda encuerada y haciéndole cosas.
* * *
1 parte.-
ResponderEliminarLudo ¡Climatológico!
Entro el 11 frente frio en el norte de México y como NO sale el sol, ¡el frio esta carbón!
Pero abro mi página favorita de relatos eróticos Y…
Un nuevo relato de Ludo, con ese aliciente el frio nos hace los mandados.
Este fin de semana en la casa hará calor.
Estoy dándole a marchas forzadas ( pero con gusto y esas expectativas gustosas que a veces nos hacen querer aplicarnos a fondo para conseguir un objetivo que se nos antoja )
EliminarEspero que hoy Viernes ( no se que fecha ), quede instalada la continuacion de este relato. Que dicho sea de paso, lo estoy escribiendo de primera intención, y hasta a mi me parece que es de lo más condimentado o spicy que halla escrito a la fecha.
Eso si. Ya saben. Y estén preparados para momentos largos en os que luego parece como si quisiera yo poder una cámara para rodar casi en cámara lenta algunas escenas o momentos que se suceden aquí.
Definitivamente, abstenganse todos aquellos que les gusten los relatos con pocas palabras que terminan donde yo apenas empiezo...
Ludo
PS: Si lo concluyo a tiempo, espera mas bien un verano e invierno en tu casa este mismo fin de semana Federico