Asuntos de Intereses y Negocios
( ) Adaptación*
Ludo Mentis G.O. Tigers.
Todo por un Precio Especial
3er Acto - Escena 4ª ( Amigos inesperados...)
Por mucho que fuera de lo que sabía, bien suponía, o había yo visto que
mi esposa era capaz de hacer o permitir que algunos hombres hicieran con ella,
nunca jamás había yo imaginado verla ante tal situación, que en cuanto aquel
crédulo empleado se fue, comencé a observar y poder escuchar a través de la
cámara., creo que nunca hubiera esperado ver lo que le ocurrió poco más tarde.
Allí estaba mi esposa, la mamá de dos hijos, besándose con un hombre
que por supuesto no era yo, en tanto que de manera un tanto cautelosa y furtiva,
otro más que les acompañaba, llegó a sentarse sobre un mullido sillón que se
hallaba ubicado parcialmente a espaldas de ella.
Aparentemente y pese a mis tardanzas y negociaciones, ni Verónica o ninguno de ellos podía
tener mucho tiempo de haber entrado a la cabaña pues mientras Romeo la besaba y
con gran entusiasmo paseaba libremente sus manos sobre la satinada que cubría
las amplias posaderas de mi mujer, ella parecía aun no haberse dado cuenta de
la presencia del extraño sujeto en la cercanías que le rodeaban.
“¿Qué cosas andan pasando o en que nuevo lio te metiste
Verónica?”— Dejando de ver a través del monitor un poco lo que sucedía
entre mi adultera esposa y su nuevo galán,
me pregunté a mi mismo que era lo que podría estar sucediendo allá
adentro, y me centré en el aspecto grasoso y oscuro de la piel de aquel tipo
que aparte de unos cabellos rizados y no muy bien peinados o cuidados siquiera,
al parecer llevaba un mostacho bastante crecido y ridículo., algo pasado de
moda y época.
Notando enseguida como las severas entradas que en sus sienes por demás
relucientes por el sudor o la luz de la
habitación, estas iban marcando ya lo que a mi parecer eran al menos cinco
claras decenas, si no es que un trio ya de veintenas de años, estas lucían ya muy
despobladas de pelo, dejando a la vista también una frente muy amplia y perlada
de grasa del sujeto que sin hablar
miraba a mi esposa dejándose hacer por su novio
delante de él.
Así, luego de algunas otras
caricias y sobajar otro poco las áreas cercanas a los zonas pudendas de la
retaguardia de mi lindísima esposa, unos
cuantos segundos más tarde fue que, pese
a que a en mi estado de turbación generalizada, ya había yo anticipado que algo
semejante sucedería pronto., aturdido de mis hallazgos y suposiciones me vi
obligado a inhalar más profundo cuando observe como, dejando de besarla Romeo,
de pronto con un brazo la hizo girar sobre sus tacones hasta hacerla quedar
parada de frente hacia el hombre. Una
vez hecho lo cual se limitó a retenerla en el sitio sujetándola por ambas
extremidades de mi mujer., quien sorprendida ante el súbito arranque de fuerza
y superioridad muscular, en el mismo instante que descubrió a aquel sujeto
sentado delante de ella se dio cuenta del modo en que desde atrás su Romeo la
le atenazaba los brazos detrás de la espalda para que no se moviera ni
intentara escapar de su agarre.
En un santiamén, y antes de que Verónica pudiera articular ni una sola
palabra., mientras que con la sola fuerza de un brazo el abusivo ése la forzaba
a quedar postrada y sin escapatoria, con la mano que a este le quedaba libre,
en el siguiente momento el volvió a las andadas, pinchando y apretujando
morbosamente sus senos tan escasamente contenidos dentro del pronunciadísimo
escote de su elegante aunque obsequioso vestido.
¡Rom!… ¿Qué te pasa Romeo?... ¡¿Quién
es este señor?!...— Notando la reacción
de franca sorpresa por parte de mi mujer, me pareció verla abrir los ojos hasta
donde los parpados se lo permitieron sin que estos fueran a salírsele de sus
cuencas., al mismo tiempo que por medio de la pequeña bocina del dispositivo
que había dejado grabando el tipo del que me había ya desecho, repentinamente
escuche la voz angustiada de ella preguntando qué era lo que sucedía, en tanto que
sin poder impedírselo de otra manera más allá que no fuera la de inútilmente intentar
ir agitándose un poco entre los brazos de su captor, mientras que este
continuaba jugando con aquellos esplendidos globos de trémula carne vibrante y
madura, que próximos a desbordarse del confinamiento y soporte que por lo menos
hasta esos instantes brindaban a estos la acogedoras y suaves jaulas de seda de
las copas de su vestido., en tanto que
estas todavía ofrecían resistencia ante la mano que, toqueteando y palpando otro poco sus tan
anhelados pimpollos, parecía simplemente estar jugando a ganarles la batalla que
de antemano, y siempre se había tenido ya completamente perdida.
—¡No Romeo!... ¡ Ya
suéltame!... ¡Por favor suéltame ya y
dime quien es este señor!... — Siguió pidiendo mi Vero sin poder apartarse
ni evitar que su amiguito dejara de manosearla delante del cada vez más
sonriente sujeto.
No obstante, sabiendo Romeo con su mano que ganarían de una u otra
manera, no solo aquella batalla sino la guerra completa con ella, y creo que
simplemente con el exclusivo y único afán de divertirse otro poco con mi mujer enfrente
de su conocido, jugó con la prenda otro poco al dejarle creer quizás por algún
milagro las copas de su escotado vestido podrían perseverar en el fútil intento
de poder contener dentro toda aquellas encantadora porciones de su
anatomía. Y sin detener ni ceder un
ápice el soez manoseo que el tipo les propinaba, estas amenazaban con brincar ya
pronto fuera de su limitado, aunque aún pudoroso encierro para así terminar por
quedar ya de una vez enteramente a la vista
del hombre que sentado ante ella esperaba que esto ya sucediera.
— Bueno Mamita… Aunque ni te
imaginas, a nuestro amigo tú ya le debes unos favores que me ha hecho.— Sin más
le dijo primero el muy miserable.
—Pero … ¡Nunca lo había visto.,
no sé cómo se llama ni lo conozco! —
Alarmada, interpuso Verónica.
—De eso no te apures ricura., que él si te conoce; ya te ha visto y yo
le he hablado de ti…— Sin dejar de tocar y amasarle los pechos a mi mujer., el
infeliz ése esbozó los planes que tenía con mi esposa, antes de aclarar con
solo tajo:
—Él es el amigo del que te hable que tenía en esa agencia al que entre otras cosas y algunos favores que
me ha hecho, con todo lo que le debo del tuyo y otros encargos, me regaló un
estéreo para mi auto, y nos consiguió tan buen precio para todo el equipo de
lujo que tu marido no te quiso ayudar a comprar para tu carrito nuevo que
dejaste estacionado allá afuera…—
—P-e-e-ero… Tú me-e-e dijiste… —
Victima de su asombro y nerviosismo, vacilaba ella al intentar expresarse.
Nada, qué… Yo no te dije nada… —
Con calma le dijo enseguida él, divertido de jugar con sus pechos a punto de hacerlos
saltar a la vista de su invitado., quien emocionado no apartaba la vista de los
bordes del escote de mi mujer cuando el infeliz de su amigo terminó de decirle
a mi esposa:
Así es que si no lo conoces ni has podido antes agradecerle, hoy vas a
conocerlo y darle algo mucho más que las gracias con esa boquita tuya que
tienes… ¡Te presento a
Pacheco!...— agregando enseguida en tono
siniestro:
Y veras… Antes de que acabe
contigo y te mandemos a casa con tu maridito, hoy lo vas a conocer muy bien…—
Devastada ante la infamia que pretendía cometer en contra de ella, de
pronto mi mujer se había quedado pasmada.
—La cosa es que el día que te llevé a la agencia, y aquí a nuestro
amigo te vio paseándote por su taller con esa faldita que llevabas puesta, te
le antojaste. Y bueno, pues tú querías
ese descuento, y yo le prometí que de
menos tú le darías una buena mamada o unos besitos bonitos en sus pelotas
peludas, si te conseguía aqlgo… Así es
de que creo que ya es hora de que le pagues y no me hagas quedar mal con mi
parte del trato. ¿O no mi Pacheco?...—
El maldito truhan acabo dirigiéndose a su compinche.
Los ojos de Verónica seguían tan abiertos, o incluso más que su boca,
que ante toda aquella andanada de indecencias e inesperado chantaje mezquino, involuntariamente
perdido la tensión de los músculos de su mandíbula, y parecía próxima a caerse
hasta el suelo.
Ahora sabía y entendía más claro a que había sido llamada por aquel
tipo. Y que con sus encantos de señora casada y prohibida él ya tenía previsto
dejarla que saldara tanto la cuenta pendiente entre ellos, como favor que éste supuestamente
le había conseguido.
Aparentemente el tal Romeo para pagar esos y otros favores que ya le
debía al Pacheco ese, le había ofrecido a mi esposa como pago principal de sus
negociaciones, cual si fuera ella una puta cualquiera que le pagaría con su
cuerpo.
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1 parte.-
ResponderEliminarLudo ¡Poli-cultural!
Quiero decir que coincido con todo lo que comentaste en el artículo “el porno es cultura” y quisiera más adelante hacer un comentario al respecto, pero…?
“Mas pensado,” no tan impulsivo como escribo siempre (a lo guey) para estar a la altura de dicho artículo.
2 parte.-
ResponderEliminarLo que NO puede esperar es decirte: del talento que tienes para:
¡TRASMITIR EMOCIONES!
Te superas en esta serie, ¿Qué? no, no NO, ¡TE SUBLIMAS!
En este último capítulo la narrativa es tal, que colocas al lector y consigues que el sienta lo mismo que los personajes, “la sorpresa” angustia, al descubrir el personaje escondido (mecánico) las emociones de los 4. (Las experimenta uno)
Eso es la verdad, te vuelas la barda.
Estabas hablando de que con el paso del tiempo evoluciona tu escritura, pos ¡SI!
Eras el maestro de las 3 bandas (esposa, cornudo y amante) pero esto ya se convirtió en una de 4 bandas, ¡para bien!
3 parte.-
ResponderEliminarAdemás dices que esta historia, la estas escribiendo de corrido (seguido, sin edición, pa que se entienda) así como te sale, pues ¡APLAUSOS!
Sin duda tus años de práctica han hecho al maestro.
Y respaldando tu dicho (“el porno es cultura”) que las primeras veces, son las más emocionantes,
Pos ¿Sería bueno que esta la siguieras así?
Digo sin que sea una norma, (inquebrantable) pero hasta ahorita la historia, va muy bien.
4 parte.-
ResponderEliminarCoincido con Magoes, lo bueno es, y será siempre BUENO.
NO te confundas cantidad (los pendejos) ¡CON CALIDAD! (nosotros)
Que arrogante esto último que escribí, pero me moleste.
Y como hulk, no soy yo cuando me enojó, ja, ja, ja.
La seda, NO se hiso para los marranos.
He dicho.
En todo caso, te leen quienes apreciamos tu obra, el ir dando detalles y avanzando lentamente crea un morbo especial, esto es como la venganza que es un plato que se come frio, de a poquitos vamos llegando a lo sublime del asunto. Te felicito por esta nueva serie, aunque me quede pensando si algna ve hicistes lo de Monica y los japoneses y tambien me falto " Una madre ideal" , en todo caso, con estos relatos pagas ( en buen onda) la larga espera :) Saludos!
ResponderEliminarya no quieres hablarme?, soy jorge el de USA., te he mandado algunos correos...
ResponderEliminarCon que me digas que eres Jorge es casi suficiente para mi...
EliminarYa me extrañaba el no saber nada de ti. Y claro que quiero saber de ti, pero ni he recibido llamadas tuyas ni correos...
Ludo de México