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domingo, 5 de marzo de 2023

Oscura Noche de San Valentin (4a Instalación )

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Oscura   Noche   de    San   Valentin  

.-90%    Real   ©        Dra.R.Mani   ©   Jordy   Xors   y   ©   El   Relator. 

                Ludo   Mentis   y   G.O.   Tigers  

(*1)  ♪♪♪    Cumbia a la gente: A. Duprey / G. Lebrón / Guaynaa / Roberto A. Vázquez.

(*♪2)  ♪♪♪    Historias de Danzón y de Arrabal: R. Alejandro Escajadillo Peña / a.k.a Aleks Syintek.

 

Deslizando enseguida: ‑ “De seguro a tu marido también deben gustarle estas ricas nalgotas que tiene su esposa”…‑   

*°*°**°*°*

¡No!, ¡¿cómo cree?! … Por favor…  ¡Mi marido…!‑   Intentando apartar de la memoria aquel estrepitoso trance, al volver al presente la debilidad  de Susana aumentaba a pasos agigantados mientras en vano aun trataba de encontrar con la vista a su esposo saliendo de algún sitio.   –Necesitaba ella que alguien viniera a poner orden y detener todo esto.‑

Lo necesitaba porque al parecer ella ya casi no podía detenerlo.

… “Ooohhh; Tú ven conmigo…Ven, vente mamita…”-   Ándale, ven, vamos aquí arriba, ándale Tú ven conmigo a acá arriba , y acá lo esperamos mientras platicamos mas en corto y pegados mientras  me platicas Nalguita…”  ‑ Continuó azuzándola él a dirigirse hacia la escalera que conducía al segundo piso de la construcción.‑    “Si no quién te entiende a ti, Cosita…¡¿Qué no, ahorita no mas me estabas tú diciendo que aquí no?! …” 

*“¡Por Dios Santo!, ¡te está llamando Putita, Susana…!”‑*

 

‑¡No me llamo así!... – Ahora en vez de reclamarle cualquier otra de lo que éste sujeto le hubiera , hecho, dicho o tocado de ella, la trastocada esposa del ausente Alejandro, fue  lo único que se le ocurrió recriminarle, alegando llamando a éste por primera vez en la forma mas coloquial: que entre su bruma  mental encontró o le pareció suficiente en ese momento ‑ Tengo nombre, ¿Sí?... ¿Sabe o sabes?.... No me llamo Cosita, ni eso que tú dices… Me llamo Susana… O si quieres Susy, Ana o Anita... – Trató de dejar al menos  ese punto  en claro; zafándose por un momento del firme agarre en que el  forzudo sujeto la retenía, para en un breve instante en que pudo Susana,  mostrarle  los dos colguijes que aparte de un delicado crucifijo igual de refulgente que el demás oro que cayendo del cuello de ella, adornaba  su busto  pendiendo de sendas cadenas doradas que unas mas cortas que otras y sin un rumbo aparente  entre el figurado desorden de estas iba anunciando el nombre de ella con una plaquita de siete letras y otra pequeña efigie que acompañándola a esta, mostrando a su vez en ella la carita de un niño sonriente; casi en medio de estos caían rumbo a la prometedora hendedura del nacimiento de sus suaves pechos de ensueño, y la declaraba señora casada, figuradamente creyente católica,  madre de un varoncito.

‑De acuerdo está bien, Ana o Anita.  A mí me acomodan  más porque quedan mejor con Nalga o Nalguita ,  así mas fácil me acuerdo de cómo te llamas… ¡¿Está bien “Ann-n-niiita ¡?‑ Con cierto dejo de sorna enfatizó pausando la voz para – en modo entre pedante y divertido tirando  a  lo sarcástico‑, marcar la similitud fonética tanto en uno como el otro de los apocopes que ella le decía que prefería que utilizara para dirigirse hacia su persona , con el chocante y bastante grosero e infame apelativo con el que el  muy ladino hombre la había bautizado desde el principio, cuando como cuchillo que corta la mantequilla abordó a la renuente Anita para sacarla a  bailar mientras ella esperaba a su  esposo.

‑Suzanne, ‑ tal como marcaban las letras de la plaquita dorada que adornaba  las  cercanías de sus pechos‑; Susana, tal cual en realidad era su nombre de pila; Susanita, Ana, Nalga, Anita o Nalguita; para aquel descarado cualquier  nombre que usara con ella le daba lo mismo… 

‑“De todas maneras y como sea que te llames, cuando quieras que te la ponga para que te la comas, de todas formas te van a  faltar manos, Mamita, ya lo veras”…‑   Confiado cada vez más de conseguir terminar de enredar a la confundida damita, Renato pensó para sí, aunque sin externar de sus labios la burlona expresión que en cambio sustituyó él muy marrullero cuando continuó incitándola, e insistiendo ofreció:¨ ‑  “… Está bien , Mamita, tu ven conmigo Anita… Así lo esperamos juntos acá arriba a que aparezca tu esposo”‑ ´

‑Ya te dije que de seguro debe de andar por ahí… Ven vamos … Desde aquí arriba en una  de las salitas podemos echar un ojo a ver si  lo vemos.‑ Sin dejar de ejercer cierta presión sobre ella  ni cejar en su intento por encaminarla hacia los primeros peldaños de la escalera que conducía hacia la llamada área de socios.  Sin darse casi ni cuenta de cómo, ya la tenía aquel encaminada y pisando el peralte del primer peldaño de esta.  –Ante el cual no le quedó a Susana más otro remedio que el de girar con su cuerpo sobre  los tacones para sin haber encontrado a su esposo por ningún lado, enseguida comenzar a subir  vacilante justo frente a la perturbadora de aquél hombre que regocijado y por completo gozoso ante la soberbia y prometedora visión que en tal situación le regalaban las tentadoras formas de melocotón enfundado  dentro de su corto e insinuante vestido que ahora se movían delante de él; y sin poderse ocultar a sus ojos, de manera patente bajo la tenue luz que iluminaba el espacio de la escalera por donde la dirigía se evidenciaron aún más a la vista de éste mientras la hacía que escalar hacia el área privada a donde pretendía llevarla para hacer de las suyas con ellas.‑

‑“¡¡¡ No, no no !!!...  ¡Por Dios Santo, Susana!, ¿¡¿ a dónde vas ?!?...   ¡¿¡ A dónde te lleva ese pendejo…!?!”  ‑ Por completo alterado y ansioso, Alejandro vio como aquel otro se llevaba a su esposa que sin más desapareció de su vista.

°*°*°*°

Así, y hallándose en extremo alterados como para razonar de manera eficiente ni recordar hasta ese momento el sitio donde de seguro sobre la mesita o algún sillón que ella hubiera ocupando para sentarse antes de haber sido abordada por el aventurado sujeto para sacarla a bailar durante la ausencia de su extraviado marido, en esos mismos instantes permanecería olvidado y abandonado por ambos el pequeño bolso de mano da la sensual y cada vez más nerviosa dama

Y no fue casi sino hasta esos  mismos momentos, en  los que mientras eso ocurría con su esposo; del otro lado del salón  ‑y poco mas allá de la pista de baile,– dónde el otro hombre que se adueñaba de Susanita, al ir subiendo apenas unos cuantos peldaños atrás de la tentadora fémina ;y dada la conveniente diferencia de alturas entre la interesada mirada de éste y la magnificencia de aquellas posaderas de ensueño que poseía la agraciada mujer, clavando las abiertas pupilas en estas , al deleitarse la vista con aquel sensual palmito que la confundida e intoxicada señora le regalaba a sus ojos  al avanzar en su camino hacia arriba montada sobre sus elegantes tacones plantándole casi justo en la cara de él la apetitosa forma de su trasero, cuando sintiendo la penetrante mirada de Renato agasajándose y casi acariciando con sus dos ojos la porción inferior  de sus glúteos, fue  entonces,  ‑en tales  momentos que al intentar por lo menos retomar cierto decoro y femenino recato ante la pesada mirada de él‑, cuando buscando que no pudiese  mirarle más de la cuenta,  y al completar el gentil movimiento que la hizo bajar deslizando una de sus manos hacia atrás y en gesto agraciado y por entero sutil, como si se acariciara ella misma, continuar tomar el camino hacia abajo conduciéndola con ensayada suavidad a aquel punto de su anatomía donde terminaba el cortísimo dobladillo de su vestido, en el instante que se dio cuenta que en ese recurso algo faltaba para que ella pudiera cubrirse de forma adecuada.

“¡No!... Espera…”  ‑ Sobresaltada intento detenerse…   “¡Espere…!”  Recordó que a él le hablaba usted.

‑“¡Mi bolsa…!.Traigo mi teléfono y las tarjetas adentro ”  ‑ Ya casi llegando hasta arriba  de los escalones se acabó de volver hacia éste e hizo lo  posible por explicar el apuro, cuando llena de ansias se dio cuenta del gran desatino que también se había permitido al olvidar su pequeño bolsito de mano, dejándolo abandonado  en la reducida  mesita o alguna de las sillitas que en un principio ocuparan para sentarse ella y su esposo.

Pero presto a  no permitir que aquella conquista se le cebara ya del anzuelo, “El Reni” de inmediato  hizo un movimiento de brazo para que como movido  por un resorte que de forma como automática el tozudo hombretón que franqueaba el acceso a aquella restringida área se acercara a su auxilio y él le dijera :    Mira Anselmo…  La señorita  dejó olvidado allá abajo su bolso  de mano… Por favor tráelo… Debe de estar allá por la 53; ¿ Si, hermano?... Encuéntralo y tráelo…

‑ “¿Pe – pe- e- ero…  ¿ y  mi marido?... De seguro debe de andar ya  buscándome o puede que ya lo haya él encontrado y me espere… ‑ Pese a su estado de confusión y franco  bochorno, buscó ella  ofrecer una  salida que le permitiese excusarse.

Bueno… ‑ Entonces el obscuro empresario detuvo  por un par de breves  instantes a su fornido  mastín de dos piernas; el que por un momento esperó atento la siguiente  instrucción de su amo : ‑ Si  lo encuentras al caballero le  dices que ella está bien conmigo,  le ofreces algún trago cortesía de la casa , y le dices que en un ratito le devuelvo a su esposa…  Que es mi invitada esta noche…

Como si cualquier  otra cosa  le hubiese éste encomendado hacer al empleado, mostrando un don n de mando cuasi absoluto , al parecer a éste   todo le parecía cosa simple como ordenar chasqueando  los dedos para que todos lo obedecieran en aquel sitio.

Sensación que  se acrecentó  de  mayor  modo dentro de  la sorprendida  Susana, cuando apenas  a punto de acabar de girar órdenes. y habiendo terminado de subir el último peldaño de la escalera,   del mismo modo como lo había hecho ya antes en la  pista de baile, volvió a adueñarse de ella tomándola esta vez ya  plenamente por la breve cinturita de su figura para enseguida ofrecerle la opción de elegir por última vez antes de enviar  a Anselmo a por el bolso de ella y encontrar a su esposo: ‑¿Si está bien así ,o prefieres tú que le den tu bolso a tu esposo para que te lo guarde ?... ¿Si así o quieres que nos  lo traigan? … ‑

‑“N-n-no… no sé…”‑  Titubeó de nueva cuenta Susanita, casi aventurándose a sugerirle a su acompañante , si acaso sería  posible que  le hicieran saber donde se hallaba ella en compañía de aquel hombre del que hasta ese  momento desconocía por completo el nombre de éste… ‑ Bueh; como sea  , a   mi da igual, si quiere venir o no el esposo de la damita… Vamos a estar en la salita  del  rincón por si , “ya sabes  Anselmo” … Ahí tú valóralo a ver como lo ves al señor,  pero ya lánzate por esa bolsita de la señora.

“Sí , Don…  Ya sé !!!‑  Contestó el movido hombre  lanzándose escalones abajo por la escalera de a dos peldaños en dos para ir en pos de la tarea encomendada por el jefe; quien tan sólo se limitó a voltear hacia la transformada  mujer y hacerla girar en dirección hacia  lo que parecía ser un pasillo  con puertas contiguas.  Al tiempo que  le preguntó de manera retórica, en que andaban… para enseguida decirle: ‑De tu bolsita  ya  ni te apures… Cosa de algunos minutos y Anselmo la trae o se la da a tu esposo, Tesoro…

Y entonces  la hizo avanzar  hacia la penumbra, hasta llegar a la última puerta de la izquierda,   ante la cual se detuvo y tras girar del picaporte de esta apenas soltó a Susana para hacerla pasar al interior de una bastante amplia y elegante salita que de inmediato se iluminó con su cálida luz… 

Al soltarla y aprovechar la oportunidad de disfrutar por algunos momentos el delicioso festín que bajo la luz ya más estable de la salita a sus ojos brindó la agraciada belleza del tremendo palmito de su tentadora y joven figura enfundada de manera ajustada dentro de la tensa tela y costuras del reducido vestido del cual a la vista se destacaban el llamativo e inquietante perfil y formas plenas de la soberbia cadera y eminentes asentaderas de Susana paseándose por el interior del gabinete para luego  sin perder el menor detalle de ellos, verla dirigirse sobre sus perfilados y altos tacones hacia el arco que se hallaba al otro lado de la sala, en tanto El tal Don saboreó la visión posterior del andar de aquel cuerpo de Diosa, y festejando la buena fortuna que de seguro tendría esa lúdica noche con la dueña de aquel par de gloriosas nalgas de hembra núbil y fértil, se festinó con anticipación antes de alcanzarla de nuevo llegándole por detrás a su presa ya casi inminente.     

 “¿ …Ntons qué, Mi Nalguita? … ¡¿Qué o qué, en qué nos quedamos, Mamita?!...  ¡¿Si me las vas aflojar Mi Putita?!” – De nueva cuenta aquellos contundentes modales empleados por aquel hombre en contra de ella con tan subyugante ruindad y vileza  impactante.

Al escucharlo dirigirse hacia ella en  dicho  momento empleando tales maneras estremeció a usana que sin atreverse a contestar en tal forma, para sus adentros repasó en su atontada cabeza: ‑ “  ¡Ay, Anita!,  ¿me puedes decir como pasamos  del,  ‑‘No gracias , vengo con mi marido, lo estoy esperando…’‑; luego al ‑‘Bueno, pero nada más esta canción…’;‑ y ahora hasta aquí, con éste majadero llamándome así y pidiéndome  ‘ eso …’? –

“¡Por Dios Santo!, ¡te está llamando Putita, Susana…!”‑  Se conmovió al recalar en la despiadada  forma en que el hombre insistía en llamarla de manera  por completo grosera y  misógina.

¿Si soy yo una  puta?... No sé…‑enredada en las profundas emociones  tan complicadas que afloraban  dentro de ella en esos momentos trataba de dilucidar como si pensase en como deshacer el complicado Nudo Gordiano que desde tiempo atrás habitaba en su trastornada cabeza para a veces hacerle volar por el brumoso mundo que  con fronteras no muy bien definidas del todo, dividía lo impulsivo de lo correcto, .lo sagrado y sutil, de lo prohibido y morboso;  así tanto como el pudoroso recato y virtud de señora casada, de la franca putonería de saberse una mujer marcada ya para siempre como adultera e infiel.

 
*“¡Por Dios Santo!, ¡te está llamando Putita, Susana…!”‑*

    “Mi marido está allí afuera, de seguro muy preocupado por no encontrarme  ni saber adónde  me metí mientras me buscas allá afuera”…  “Alejandro; buscándome sin imaginarte siquiera que este pelado me está pidiendo las nalgas y si no le digo que no, también  va a ver mi calzoncito nuevo de puta que me puse de estreno para que  me lo vieras y quitaras tú y no él esta noche”… “¡Ay Mi vida!, ¡¿A dónde estás Alejandro?!...”, “¿Por qué no estás aquí, Mi Vida…!” . – Por completo enredada entre sus emociones, alucines e ideas trasnochadas propias del inconveniente estado en que se hallaba, intentando repartir al menos algo de remordimientos y culpas, se revolvía la cabeza de Susanita pensando.

“Me dejaste sola con este hombre…” ‑   Complicada en su cabeza buscó reprocharle  a su esposo cuando parada de espaldas a él de pronto sintió las  manos de este otro sujeto yendo  a colocarse sobre sus posaderas.

*°*°**°*°*

Afuera, del otro lado del salón, intoxicado de alcohol, ansias y celos, Alejandro sentía que se le iba la vida… ‑“¡ No Susana, no!... ¡¿A dónde te fuiste?!...  ¡De veras, no serás tan!”…‑  No quiso volver a pensarlo. 

Aunque no sabía hace cuanto, ahora  le parecía que hacia ya varios minutos que había dejado de escucharse aquella otra canción.    Junto a  los celos ardientes que lo recorrían desde que viera a su esposa desaparecer con ese sujeto, aparte de las ansias perras que lo carcomían en esos eternos instantes, una extraña sensación le corroía ya también mientras buscaba algún  posible  rastro de ella.  – “O ellos”… –

(*2) 

♪♪♪ ‑  Hay historias de danzón y de arrabal.     Hay placeres que saben  a traición

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‑¡Por Dios que, que ricas nalgas tienes mi vida!...‑  Ocasionó que ella se estremeciera al escucharlo elogiarlas al tiempo que sin atreverse Susana a mover o apartarse ella  de él casi ni un solo centímetro del sitio en donde se hallada parada, pudo sentirlo como con gran avidez y mayor arrebato continuaba él con su asalto incluso añadiendo con todo descaro:  ‑“ ¡Ay, Cosita!, ¡ mira no mas que cosas tan ricas!”… ‑

Deslizando enseguida: ‑ “De seguro a tu marido también deben gustarle estas ricas nalgotas que tiene su esposa”…‑   

2 comentarios:

  1. Excelente serie, felicitaciones por esa pluma!

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    1. Muchísimas gracias por tu opiniíón , Desconocida ...

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