Apenas un breve momento de suspiro en la calle.

 En realidad, ‑ y aunque por más que uno lo piense e intente descubrir el verdadero secreto que en lo profundo subyace escondido‑, creo que nunca se llegará a una conclusión definitiva que vaya más allá de lo subjetivo o emocional y sensual.

 Es simple:  Mientras ‑“otras” no lo tienen ‑…   Algunas cuantas lo poseen "esto" al límite de lo racional y posible.    Ellas simplemente lo son;  - sexies - e  irradian una latente especie de sensualidad natural que como un halo las acompaña en todo momento, respiro, mirada, sonrisa o paso que dan.

 Quizás sea el como caminan, o algo en la voz y modo de hablar, o cómo se comportan y  mueven ante los ojos y miradas ajenas de una manera que parece gritar a los cuatro vientos, pidiendo que no pase desapercibida su deleitante sensualidad.

 Cuando la noté paseando en las cercanías de mi persona su sorprendente palmito, una de las primeras cosas que recuerdo que pronto captó la atención acerca de ella fue lo ardiente que se le veía con todas sus curvas, si acaso magnificadas más que cubiertas por aquella entallada y cortísima faldita de color negro, y aquel par de fantásticas piernas que del piso, y montadas sobre los altos tacones que usaba, acababan desapareciendo bajo el dobladillo de la prenda que apenas si cuasi cubría lo más conveniente y necesario de su modestia.

 Con una taquicardia feroz, limitadamente podía yo contenerme de no decir algo indecente que revelando mis ansias más primitivas se escurriese de mis labios al estar contemplando tanta provocación.   Pero cuando se detuvo y de pronto dobló su cintura…

 ¡Dios mío!   Aquello me fue ya casi indecible…  Vaya mañana y paseo por el parque.  Las cosas que a modo quizás de mera promesa uno puede mirar cuando sale a la calle.  

Gracias, Divina Señora...

 Ludo Menits.