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lunes, 30 de mayo de 2011

Una esposa modelo y actriz de ocasión. © ( 2a Pte. Cap.7 )

Una esposa modelo y actriz de ocasión. ©
2ª Pte Cap 7 ( Martín Viene a Casa a Ensayar ) *.©
Ludo Mentis y G. O. Tigers El Relator


Después de aquella llamada, las cosas volvieron a la normalidad por un par de días hasta que el jueves aprovechando que los niños habían querido ir al cine Isabella no sintiéndose con ánimo para compartir con ellos ese momento de distracción, decidió dejarlos ir con la niñera, la mamá de unos vecinitos y estos., y para calmar un poco los nervios y aquel sentimiento de inseguridad que de repente se apoderaba de ella desde aquel incidente, destapó una botella ya abierta de Grand Marnier para servirse una copa mientras terminaba de revisar unos documentos.


Enseguida, después de la primera copa, se sirvió una segunda a la que siguió  una tercera que finalmente pareció reconfortarle lo suficiente como para comenzar a poner las cosas en perspectiva y abstraerse directamente  de ese sentimiento de culpa que la había estado mortificando durante el día, logrando ver todo el asunto como un problema ajeno que pronto podría quedar en el pasado sin que nadie aparte de ella saliera afectado o tuviera que sufrir la pena de conocer su secreto.

De pronto cuando ella se disponía a apurar la botella para servirse la que sería la cuarta copa de aquella ardiente bebida,  el timbre de la entrada avisó la presencia de alguien. Por lo que sin preocuparse por subir a cambiarse o cubrirse con alguna bata, decidió ir a atender la llamada descalza; con la franela de algodón blanco y los veraniegos pantalones color azul cielo de un conjunto de pijama que debido a que pese a lo fresca que le resultaba la delgada tela del mismo, al no dejar transparentarse sus prendas íntimas o que estas se delinearan bajo el cerrado tejido del mismo, le era bastante cómodo para usar debido a lo despreocupada y cómoda que le permitía sentirse durante algunas de las noches más calurosas de aquella época del año.

Martín D´bora  se sorprendió al ver como en vez de nadie más o negarse a atender el repiqueteo de la campana, a través de la traslucida cortina de la puerta aparecía la apetitosa figura de su agraciada vecina.   Pero su sorpresa fue mucho menor a la que de repente se dibujo en el rostro de Isabella al abrir la entrada de su casa y encontrarse frente a frente con el autor de sus mas profundos pesares.  Un intenso rubor llenó las mejillas al verlo parado allí delante de ella, aunque envalentonada por el alcohol y encontrarse en sus propios terrenos no le fue impedimento alguno para espetarle enérgicamente:    ‑ ¿Qué hace usted aquí? ., creí haberle dejado bastante claro que no quería volver a saber nada de usted  ni mucho menos volver a verlo cerca de mi casa…

‑Bueno., es que creo que necesitamos hablar de algo ‑     Contestó de inmediato el hombre aunque con una actitud aparentemente mas civilizada y cortés que contrastaba notoriamente a la que había tenido con ella en días anteriores.

‑Pero de ninguna manera ‑  Le rechazó la agraviada bloqueando la entrada a su hogar.      – Es usted un infeliz y no creo que tengamos absolutamente nada de que hablar.  Ya usted  el otro día me dijo cuanta majadería le vino a la boca y creo que yo fui bastante clara., ¿o no?..

‑Bueno si, tu me dijiste que no querías saber mas de mí, aunque en realidad  no sé que te hace pensar que por fuerza vengo a verte a ti…    No sé, podría en realidad estar buscando a tu  pequeña para darle unas buenas clases como las que te di a ti también o  estar buscando a tu marido para platicar un poco con él sobre ti.,¿no crees?...‑   Sin mas que denotara en el rostro de aquel hombre sus abyectas intenciones, cualquier otro vecino que pudiera ir pasando por la calle, hubiera podido pensar que entre ambos sólo se encontraba el afán de una amena conversación entre un par de ocupados condóminos del lugar que comentaban sobre algún chisme reciente.

‑¿Q- q-ue? ‑   No logró suprimir un súbito tartamudeo Isabella al escuchar aquellas atemorizantes palabras.

‑Bueno, que si me dejas pasar para que platiquemos, veo lo que tengo que ver contigo en vez de molestar a tu marido en su oficina cuando regrese de viaje‑      Sostuvo su posición  el nefasto visitante sin cambiar su gesto afable.

Ante lo cual de manera renuente la sorprendida Isabella optó por hacerse hacia un lado y franquearle la entrada a su casa.

En cuanto Martín se sumergió en la calidez del hogar que ella compartía con su marido e hijos, dio por sobre entendido que la ingenua Isabella sabía más que de sobra cual era la verdadera intención de su presencia en aquel sitio y que de la misma forma en que ella misma había decidido abrirle la puerta para que entrara, pronto él mismo se encontraría en posición de abrirse paso entre aquellos firmes muslos de nuevo.  Por lo que lamiendo sus labios ante la posibilidad de lo que se avecinaba, la observo cuando ella después de cerrarle la puerta llevó hacia adelante los brazos para cruzarlos sobre sus pechos en actitud defensiva., aunque sin suponerlo siquiera y para el infortunio de la vulnerable Isabella, con aquella actitud corporal, lejos de arredrarlo, por el contrario, lo único que consiguió con su gesto nervioso, no sería sino empeorar sus condiciones de próxima víctima ante el envalentonado moreno y agravar aún más las abyectas intenciones de este.

Dado que para la mala fortuna de la cuasi insalvable y próximamente consuetudinaria víctima, este al percatarse de los alterados grados de sobrecogimiento y temor en que había conseguido situar a la desamparada ama de casa con el simple hecho de su inesperada y extremadamente poco grata presencia y mucho menos aun deseable proximidad hacia su persona., lejos de amedrentarle este, en el interior de la perturbada mente del facineroso individuo, de pronto se formó todo un nuevo panorama dentro del cual incluso le resultaría más deleitante la idea de conseguir una victoria sobre la desprotegida hembra si esta en vez de aceptar de manera abnegada el ominoso e indefectible suplicio al que sin duda pronto se vería obligada a soportar a manos de este, tal y como sucediera el inicio de esa misma semana aprovechando la clandestina connivencia de las pesadas cortinas de su cubil para atacarla y gozarla  de nueva cuenta y llegara a forcejear con él ofreciéndole algo de batalla antes de que la sometiera a placer y terminara por hacerllever quien era el que mandaba entre ambos para acto seguido hacerla experimentar la total sumisión de su cuerpo ante su mayor fuerza y vigor.

‑¿Y bien?...‑   Le increpo ella, gastando en el vano intento de infundirle respeto a su ingrato victimario algo de lo poco de valentía que aun abrigaba dentro si ante su presencia.  Y enseguida extendió.    – Dígame lo que sea que quiera que haya querido venir a decirme, mis hijos no tardan en llegar y mi marido tampoco ha de tardar en llamarme.  Y yo no quiere que usted todavía este en nuestra casa cuando él me llame o mis hijos vuelvan del cine con la vecina…

“Vaya vaya…”    Pensó para si el infame moreno al escuchar las torpes palabras de su vecina.   – “O sea que su maridito aún sigue de viaje como yo suponía y no hay nadie más en casa Culona Pendeja.,  gracias por avisarme”

‑Bueno, pues tan sólo vine a decirte que no pienso dejar que te vayas de las clases o me dejes botado con lo del proyecto ‑  Por fin soltó la patraña de excusa., continuando enseguida ante la desconcertada mujer .   ‑    Si me botas esto a medias, simplemente nos arruinas y yo no sé quizás hasta te  demande o vea que hago  por que ya habíamos contado contigo para hacerlo…

‑¿Y eso es lo que usted quería decirle a mi marido o por eso me dijo lo de mi hija?...‑   Preguntó ella perpleja sin poder adivinar cual era el plan de acción de aquel extraño sujeto.  Aclarando enseguida   ‑No Señor D´bora, simplemente no hay manera de que yo continué con lo de las clases.  No después de lo que sucedió e-  e – n s-u –u c- c –asa la otra noche,  ni mucho menos las cosas que me dijo por teléfono luego de eso o  lo que sea que me  haya querido dar a entender  de mi hija hace unos minutos allá afuera  o que me dijo que le diría a mi marido.   ‑  Intentó ser clara al darse a entender.

‑No, Isabella, no entiendes, creo que hemos ido de un malentendido a otro.  Lo de la llamada del otro día fue porque no se con quienes hayas tratado tu que te hayan hecho creer que a mi me puedes dejar colgado así de la brocha y encima de todo suponer que algo así me lo puedes simplemente mandar a decir con la putona esa de tu cuñadita ‑    Retrucó él acercándose hacia ella.

‑Aparte de eso, tienes un compromiso conmigo que cumplir.  Yo invertí tiempo y dinero ., y eso me pone molesto cuando veo que alguien sin más pretende zafarse de algo que ya acordamos‑     Completó.

‑Pues a usted eso no le parecerá, pero yo  no tengo nada que cumplirle a usted  y creo que comprenderá que no puedo seguir con el asunto si a mi marido…‑ No alcanzó a terminar de decir ella cuando él alzando apenas ligeramente la voz la interrumpió:

    ‑¿Si tu marido qué Tesoro?., ¿No ves que a mi tu marido  no me interesa en esto?...   La que quiero es a ti y me temo que ya a estas alturas no tienes otra salida conmigo a no ser que tú quieras que el pobre se entere que su hermana y su linda esposa no son otra cosa si no un par de putas fáciles…

Por fin aquella temible situación a la que Isabella había querido escapar se encontraba allí al descubierto.   Las cartas se habían puesto sobre la mesa y todo aquello no era otra cosa si no un simple  y burdo chantaje pero aún así busco resistirse a caer en el mismo e intentó argumentar.   – Pues si quiere inténtelo,  sería su palabra contra la mía.   No creo que él le creyera y además por encima de todo, yo podría denunciarlo ante la policía por atacarme.—

‑¿Ah no?‑    Le sonrió él descaradamente para luego con gesto calmado  y divertido ante la posibilidad de estarle a aquella mujer mientras que en su vientre bien podría en esos mismos instantes estarse formando el fruto de su ilícita copulación.   –¿Crees entonces tú que mejor crea esto? ‑  Terminó por soltar a rajatabla una de sus últimas cartas  al extraer de su bolsillo lo que ante los ojos de Isabella parecieron ser una pequeña cinta de video y un diminuto aparato con audífonos blancos para llevarse uno de los pequeños dispositivos hacia su oreja para colocárselo en el oído  al tiempo que le decía:

‑Si tu quieres hacemos la prueba…   Probamos primero si te reconoce la voz cuando me pedías que no te la sacara.,  o si ya de plano mejor prefiere ver como se ve su señora con las patas abiertas mientras se la cojen y la llenan toda de leche antes de mandarle de vuelta a su casa…‑     Soltó la infame amenaza aún a sabiendas que en aquella cinta no había nada grabado y la voz que alcanzaba a escucharse en el dispositivo no era la de ella si no la de otra mujer. 

Por un eterno instante en que el tiempo pareció paralizarse sin que nada sucediera o fuese dicho las cosas quedaron suspendidas y sin resolverse nada hasta que por fin la reacción comenzó a darse proveniente del elemento más débil de aquella ecuación que dibujó una macabra sonrisa en el rostro del hombre que antecedió el momento en que al notar éste que ella se quedaba sin habla ante la contundencia de los supuestos que él le arrojaba a la cara se aventuró a hincar aun más el colmillo de la vergüenza en su acobardada víctima.

‑Eso si no es que con todo lo que te dejé allí adentro, no resulta que para dentro de nueves meses él se empiece a preguntar que pasó con su mujercita y su nuevo bebe que se parece más al vecino que a él .‑ .  Terminó de decirle antes de volver mostrarle aquella amplia y grotesca sonrisa.

…¿Nos grabó? ., ¿Cómo es usted capaz?  ‑    Reclamó totalmente sonrojada Isabella.

‑O si mi Cielo, claro que  lo grabé todo y deberías de ver lo preciosa que te ves conmigo montado encima de ti mientras te la daba hasta el fondo‑    Continuó él haciendo creer a la impávida mujer que ya para ese momento sentía como si sus rodillas fueran a flaquear y dejarla caer hacia el suelo.

‑Ni más ni menos la acabo de volver a ver antes de venir para acá y deberías de  ver lo caliente que me pongo de tan sólo mirarte y recordar las cosas que hicimos‑    Le dijo después de pasar  cerca de ella al dirigirse hacia el sofá sobre el que se tumbó.

Verla voltear hacia donde él se encontraba ahora apoltronado sobre el sofá que habitualmente ella compartía al lado de su marido y sus hijos, constituyo en si mismo todo un momento de gloria infinita  para la malvada cabeza del despiadado sujeto.  Con aquella mirada llena de angustia y derrota fundidas en un gesto propio de un animal que se sabía herido de muerte y tan sólo le quedaba esperar el ataque asesino final que le quitara de tajo la vida.  Aunque también aunado a toda aquella apariencia de abandono total de cualquier posible esperanza, al inhumano actor le pareció distinguir algo que no supo interpretar dentro de la perdida mirada de su derrotada contrincante.

‑¿Ves como así es más fácil cosita?...  Si acaso piensas o vuelve a cruzar por tu cabeza la idea de renunciar o se te ocurre no hacer lo que sea que yo te pida, a tu maridito e incluso tal vez  a su jefe le sorprenda cuando les llegue un sobre con una copia de esta cinta para que te vean en acción y se den cuenta de lo que eres capaz de hacer con ese cuerpecito tuyo que tienes para conseguir que un hombre te goce a cambio de algo que tu quieres… ‑  Declaró sin dejar de mirarla.

‑Quien sabe, quizás hasta busque como mandarles una copia a tus padres para que también vean a su hija ya mas crecidita , haciendo las cosas que corresponden a una mujer de su edad ya hecha y derecha‑    

‑No, por favor no‑ Culminó la serie de procaces comentarios con los que había conseguido resquebrajar la voluntad de Isabella cuando ella abatida terminó de rendirse con aquellas breves cuatro palabras.

‑Bueno ‑  Atajó él sabiéndola ya vencida al tiempo en que separando sus piernas sobre el sofá simplemente le dijo.   – Entonces todo depende de ti.‑    Y le cuestionó       ‑ Supongo que entonces debo entender que harás lo que sea para que ni tu marido ni nadie aparte de mi se entere la clase de golfa que eres.

Ante lo que ella se limitó a bajar la mirada hacia el piso y  abochornada de si misma asentir levemente con la cabeza sin atreverse a mirarle a los ojos. En tanto que sin poder apartar la vista de los pulidos mosaicos del piso de su estancia, escuchó lo que sería la primera ordenanza de aquel hombre que había venido para violentar la santidad de su hogar con sus desmedidas maneras.   ‑‑ ¡De rodillas zorrita.  Creo que necesito algo de afecto aquí y nada mejor que tu boquita para que me lo dé…

En ese momento, al escuchar la exigencia de aquel hombre,  Isabella volvió a encontrarse ante una nueva encrucijada.  En su cabeza se hallaba completamente incrustada la necesidad de llegar a cualquier extremo con tal de impedir que su marido o alguien más pudiera llegar a enterarse de las cosas que había dejado que aquel hombre hiciera con ella,  pero habiendo tomado aquella inyección y comenzado a tomar píldoras anticonceptivas apenas dos días atrás, la posibilidad de que estas no funcionaran y pudiera llegar a quedar embarazada por él era tremenda., por lo que sin terminar de atreverse a arriesgarse de nuevo,  quedó sin saber cómo actuar o pedirle que no la hiciera llegar a tener un intercurso completo con ella.

‑¿A que se supone que esperas?.  ¿Quieres que  regresen tu hija y tu hijo para que vean a su mamí  haciéndoselo a su vecino mientras su padre se encuentra de viaje?‑   Preguntó con toda vileza y sarcasmo el abusivo sujeto.

‑…No puedo acostarme con usted otra vez ‑  Sollozando al terminar de escuchar sus propias palabras, ella intentó aclararle.  –Le haré lo que usted quiera, pero no puedo acostarme con usted en este momento…‑

‑Vamos., por mi no te preocupes cariño, ya sabes que soy muy comprensivo y existen otras maneras  ‑   Le contestó él divertido al tiempo en que sin dejar de observar a la abatida mujer,  fue a buscar con sus manos la portañuela de sus pantalones para desabrocharlos.  Aunque en su cabeza poco importaban las palabras de su ofuscada víctima y simplemente le contestó de aquella manera por el apuro que sentía ya de sentir sobre su falo las femeninas caricias de Isabella.    De seguro llegaría más pronto a él el placer si ella creíaque todo terminaría donde ella suponía que lo haría.   Pensó para si.

Completamente confiada del acuerdo al que había logrado llegar con aquel hombre, Isabella se acercó hacia él unos cuantos pasos antes de terminar de apoyarse sobre sus rodillas y aproximarse hacía el sofá donde este se encontraba  sentado esperando por ella.

Cuando Isabella prácticamente había cubierto la escasa distancia que aun los separaba, de pronto  lo vio terminar de extraer  de  sus pantaloncillos la gruesa estaca con que había logrado poseerla apenas unas noches atrás.  Y tal como en la anterior ocasión, sin aparentemente importarle ni un ápice la madura edad de su portador, esta vez de nuevo se reveló ante sus ojos, oscura, vigorosa , enhiesta, en busca de atención y lista para la batalla.   Hasta aquel día Isabella únicamente había practicado sexo oral sobre el miembro de su marido., resultándole incluso con él una parte del sexo del nada grato para tener que cumplir solamente en ocasiones muy especiales, aunque a cambio de ello y con tal de evitar dicha tarea,  bien había aprendido a satisfacerlo con las caricias de su mano o empuñándolo vigorosamente entre la palma de sus manos y dedos. Así que determinada a terminar con la amenaza que se cernía sobre la tranquilidad de su hogar acomodó firmemente las rodillas  sobre el mullido tapete que se encontraba frente al sofá y acercando su mano hacia la palpitante tranca que tantos suspiros le hubiera arrancado durante la otra noche, suavemente posó sobre esta la delicada punta de sus dedos. Era incluso esta más oscura de lo que recordara ella  haberse fijado anteriormente, y el fulminante contraste entre el oscuro color y la blancura de sus dedos fue tal que incluso  al parecerle tan ofensiva en esos momentos , la hizo detenerse antes de atreverse a continuar lo que fuera que ella tuviera que hacer para complacerle.

Impaciente por aumentar el placer que el oscuro sujeto anticipaba ya  estar por recibir de aquella mujer, lo hizo empujar sus caderas hacia delante para conseguir mayor firmeza en el contacto de su miembro contra los tibios dedos de Isabella, que en manera instintiva se cerraron en torno a este para comenzar a masajearlo al sentir la impaciencia del hombre.

‑Oh si...  Así encanto que rico se siente en tu mano., ¡exprímemelo y sácame la leche de las pelotas hasta que me chorreé a borbotones sobre tu alfombra!. ¡Que rico!...   ‑  Exclamó fascinado por la sensación del cálido y tierno contacto de los dedos de Isabella sobre su miembro.  Fascinación que se convirtió en casi delirio cuando inesperadamente y sin habérselo pedido, de pronto sintió que la otra mano de la mujer acopaba entre sus dedos los pesados testículos y los oprimía suavemente, en tanto que con la otra, se ocupaba con mayor ahincó del embravecido y oscuro mástil.

El abusivo actor se mostraba completamente complacido con lo que ella estaba haciendo con él  y su miembro pero simplemente de verla , algo en su interior atinadamente le hizo suponer que sin duda alguna no estaba aun llegando al limite de los placeres que aquella criatura podría prodigarle, por lo que llevando inicialmente sus manos gentilmente sobre la sedosa cabellera de Isabella para no perturbarla, las dejó descansar sobre sus ondulados cabellos por unos instantes, justo antes de empezar a enredar entre sus gruesos dedos un puñado de pelos y comenzar a halarlos hacia adelante.,  urgiendo a la desdichada madre y esposa de su vecino a acercar el rostro hacia su miembro candente.

Al sentir la firmeza con que  el mañoso hombre comenzaba a tirar de sus cabellos,  inmediatamente Isabella supo lo que pretendía que ella le hiciera por  lo que levemente intento forcejear con este, esperando que al menos en aquella ocasión le permitiera salirse con la suya sin verse obligada a hacer algo que en realidad no le agradaba hacer ni siquiera con su marido y mucho menos con aprovechado como con el que se encontraba.   Pero las manos de este resultaban menos gentiles que las de su esposo  y si mucho más decididas e insistentes que las de David., por lo que luego de unos instantes de forcejear con el cuello, no le quedo más opción que la de acercar sus lindos labios hasta que titubeantes estos se posaron sobre la oscura carne de aquel descomunal miembro.

‑Oh si chiquita tómala,  Anda métetela toda en esa boquita que ya vas a probar la malteada batida que te tengo aquí dentro guardada para que te la tragues tooo… oohh … oda completaaa… aaa… ahhhh  aghhh… ‑   Profirió Martín el morboso comentario que terminó por extinguirse en un delirante suspiro que escapo de su boca al momento en que por primera ocasión sintió abrirse suavemente los labios de Isabella para recibirlo entre ellos.

No habiendo nunca estado acostumbrada la refinada señora a satisfacer de aquella manera a ningún hombre, la tarea de recibir aquel descomunal miembro entre sus labios pronto comenzó a complicarse y luego de acoger los primeros diez o doce centímetros del pesado instrumento, simplemente le resultaba impensable que le fuera posible llevarlo mas dentro sin que la quijada se le desprendiera o le llegara hasta la campanilla e incluso si se descuidaba tocara el fondo de su garganta, pero las firmes manos se rehusaron a dejarla escapar y sin permitirle que se apartara comenzó a moverse hacia adelante y atrás.   E Isabella sin tener hacía donde moverse o manera de escabullirse del casi animal modo en que parecía tenerla atenazada, tan sólo intento concentrarse en no perder la respiración o el escaso oxigeno que alcanzaba a entrar a sus pulmones por las narices .

Como si no se trataran en realidad de los labios y el rostro de una mujer los que  ahora estuviera violentando con su virilidad, tal y como había hecho noches atrás con su corrompida feminidad, estoicamente Isabella ahora tenía que soportar todos y cada uno de los innecesarios y rudos embates con que aquel bruto violaba la castidad de sus delicados labios.  Hasta que de repente tal y como lo había hecho dentro de ella, de pronto lo sintió empujarse todavía de manera más profundo y llegar al fondo de su garganta tomándola por sorpresa al sentirlo tan dentro y sin darle el menor tiempo para intentar acomodarlo antes de retirarlo casi por completo hasta extraerlo del sonrosado sello formado por los cálidos labios de Isabella y volver a la carga hacia el fondo de nuevo como parte del obsceno metisaca.

‑Pero si mira que preciosa te vez con mi barrota de chocolate toda clavada hasta el fondo dulzura ‑  Sin perder un solo embate de su virilidad contra la deshonrada y aparte de todo extenuada boca de la injuriada joven señora. Aquel bribón la  abofeteó hasta el alma con sus insultantes palabras mientras que al notar cómo se sonrojaba al escucharlo proferir semejante tipo de comentarios, se decidió a continuar humillándola hasta la saciedad.

‑¿ Qué crees que pasaría si tu marido o tus hijos entraran por la puerta en este momento y te vieran comiéndote toda mi verga?...   te aseguró que no se podrían creer que hayas podido acomodar casi todo mi palo hasta las bolas…   Deberías de ver cómo te ves… Es un encanto digno de verse y dejar que otros te vieran primor‑       Terminando de escucharle decir lo anterior, de repente Isabella se forzó a abrir los ojos y subir la mirada en busca de unos ruidos aparentemente producidos por algún aparato electrónico que de pronto escuchó.  Tan solo para confirmar  la terrible sospecha de lo que suponía que había ocasionado aquel ruido mientras ella con los ojos cerrados y sin habérselo esperado a esas alturas había pasado por alto el hecho de que él había soltado una de sus manos para tomar una foto con el dispositivo que le enseñara minutos atrás.

…Mira nada mas .si  yo miento, ve que linda  te ves …   ¡Pareces una golosa en busca de leche espesa caliente!  ‑   Le escuchó exclamar divertido por su desgracia al mismo momento en que girando el pequeño aparato en la pantalla del mismo apareció la más grotesca imagen que ella hubiera visto de si misma jamás…

Allí en la diminuta pantalla de cristal aparecía ella en una imagen incluso mas obscena de la que él refiriera.  En la foto aunque no aparecieran en un  primer plano de inmediato se apreciaba la escabrosa visión de sus hundidas mejillas succionando aquel monumental órgano masculino en tanto que con sus carnosos labios cerrándose alrededor del descomunal falo parecía encontrarse ella en la foto dispuesta a sellarlos alrededor de este para impedir que ni siquiera el aire escapara de ellos, mientras que poco más abajo alcanzaban a verse los dedos de su mano izquierda sujetando con fuerza dentro de su boca aquel miembro.  Destacándose entre sus delicadas falanges el elegante fulgor del exquisito brillante De Beers que coronaba su anillo de compromiso y la dorada argolla de matrimonio que de no ser por la contrastante composición que aquel sujeto había conseguido retratar en esos instantes , ante el resto de los mortales la señalaban como una mujer casada., reservada desde el día de su boda tan sólo para su esposo y apartada de los demás con la simbólica sortija que los demás hombres deberían respetar a partir de aquel día.  No obstante lo cual ahora aparecía en el primer plano de aquella foto engalanando sin sentido o valor alguno su dedo anular mientras que el mismo se  cerraba alrededor de una masculinidad que definitivamente resultaba mucho más oscura, longa y gruesa que la de su engañado marido.

Al verse Isabella en aquella foto, de pronto la sobrecogió la inmensidad de la infamia que había permitido cometer a aquel hombre en agravio de su persona y su propia familia,  por lo que no pudiendo contenerse más se forzó a apartar la vista de la pantalla y abatida por la vergüenza de sí misma al haberse prestado a tantas bajezas por parte de su vecino en vez de hacer lo que siempre había entendido como lo correcto, bajó la mirada de nuevo antes de dejar escapar un par de lagrimas que rodaron por sus denigradas mejillas. 

…¡Ungh  ughh!., ‑  De pronto escuchó a su vecino mugir mientras que habiendo soltado la cámara la sujetó firmemente por el cabello para acomodarla justo donde la deseaba.    ‑… Ya casi Tesoro., e-e- ssstoy    li…iii.  i- isto Perra aaa. ahhh.    Prepara- a a te ehh para comértelos to-o oo odos con tu boquita de pu-u…  uta  aaahh  agghhh!!!...  ­– Apenas una decima de segundo antes de que  sujetándola firmemente y empujando hasta el fondo de su garganta toda la reciedumbre de su masculinidad que le era posible sin terminar por sofocarla, dejó de moverse por unos breves instantes  y lanzó la primera descarga que sin pensarlo siquiera por un breve momento, de manera automática Isabella se vio forzada a tragar con tal de no ahogarse con todo el torrente de aquella penetrante y profundamente potente erupción de candente lava con gusto y aroma de macho.

‑‑‑ Ohhh siiii., así Mamita preciosa tómese toda la leche que su papi le trajo cargada aquí en sus huevotes para que se la trague directamente de su gordo sorbete… ‑ Continuó él profiriendo todo tipo de obscenidades en contra de la agraviada mujer mientras continuaba descargándose dentro de su boca sin importarle siquiera el modo en que parecía estarla asfixiando con su miembro completamente incrustado al fondo de su irritada garganta.,  hasta que sin inmutarse siquiera por los ahogados quejidos y guturales ruidos que ella emitía al intentar seguir tragando la viscosa sustancia con tal de no ahogarse y notar que el desencajado gesto de alarma que se formo en el rostro de la pobre señora que de pronto abrió los ojos completamente vidriosos ya no por el llanto si no por la mera de angustia de no poder respirar con la pesada tranca obstruyéndole toda posibilidad de llevar aire hacia sus pulmones., y no fue sino hasta que satisfecho ya al menos por el momento y terminar de venirse dentro de los ultrajados labios de su vecina, complacido, por fin soltó sus cabellos para permitirle que volviera a respirar normalmente.

Retirando entonces toda la extensión de su miembro que ante sus ojos apareció cubierta y reluciente de la saliva de la infortunada Isabella., y algunos hilillos de saliva y  rastros de semen que ella no se había visto forzada a tragar.  Mismos que terminaron finalmente sobre los empapados labios y barbilla de ella cuando por fin la gravedad los hizo caer hacia algún lado.

El miserable Martín saciado y al menos contento por el momento luego de obtener aquella nueva victoria sobre la aturdida mujer, terminó por dejarse caer sobre el mullido sofá del salón familiar, le sonrió complacido a su víctima, luego de reconocer que por lo pronto muy a tontas y ciegas había conseguido con ella no sólo derrotarla una vez más si no lo que sin duda había sido el mejor sexo oral que en ese momento recordara que alguien hubiera sido capaz de proporcionarle en su vida.  Sabiendo también que aquella felación era algo que seguramente ella no hubiera deseado nunca tener que practicarle ni mucho menos de tan cruenta manera.

“Después de todo la muy zorra es igual que todas las otras putas blancas que me han dado las nalgas a cambio de algo., y esta se lo tiene mas merecido que otras por ignorarme tantas veces en el pasado y haberme colgado el teléfono la otra noche”  …    Pensó para sus adentros mientras se recuperaba de sus emociones el despreciable sujeto.   En tanto que aun postrada a sus pies Isabella  continuaba intentando volver a respirar normalmente y recapacitar sobre lo que acababa de permitirle a aquel hombre que hiciera con ella.

Se sentía extenuada y bastante  aturdida como si se encontrara apunto de desvanecerse debido a la falta de oxigeno en su cerebro., y en tal estado de confusión que no alcanzaba siquiera a identificar el repiqueteo del teléfono que le parecía un simple e incomprensible sonido distante de alguna alarma a la que no relacionaba con nada conocido hasta que luego de algunos timbrazos más Martín  en tono exasperado le preguntó:    ‑ ¿Qué no piensas contestar esa llamada?...

Ante lo que levantándose lo mas velozmente que pudo luego de reunir las fuerzas necesarias para salir aunque fuera mínimamente de su estupor y encontrar el receptor inalámbrico del teléfono de la casa, finalmente fue capaz de ubicarlo para contestar antes de que colgaran del otro lado de la línea. 

…¡Hola!., ¿ cómo está  usted Señora? .  ¿Qué andas haciendo que no contestas ni tu ni ninguno de tus hijos?...‑  Desde el otro lado provino la animada voz de David que le preguntaba como estaba.

…N-n-ada, es que estaba acostada agachada recogiendo unas cosas que se quedaron tiradas y ellos no están, se fueron al cine con la vecina y sus hijos mientras yo veía algo de lo de las clases  ‑ Mintió ella inicialmente, volteando la espalda hacía el indeseable invitado en un intento por actuar natural ante él pero pretendiendo que no descubriera que se trataba de su marido al teléfono .

‑Bueno ni modo, quería ver si estaban para decirles que los he extrañado, pero ni modo., espero que mañana estén cuando llame ‑  Se lamentó el inadvertido David sin sospecharse siquiera en mínima parte nada de lo sucedido entre su esposa y aquel hombre apenas un par de minutos atrás y que ahora fatigado por el trajín de toda aquella faena, este encontraba acompañando a su sobresaltada señora, tumbado sobre su propio sofá mientras él hablaba con ella.

Y luego de una pausa, al no escuchar ninguna respuesta por parte de ella, para interrumpir el inquietante silencio preguntarle intrigado por sus clases de actuación.   – Bueno., ¿pero y entonces que pasó?., ¿ como vas con eso del as clases con  el vejete ese? , aun sigue con la idea de que contigo le vuelvan a abrir las puertas del espectáculo?...   ¿Me has extrañado o has estado demasiado ocupada con lo de las clases como para acordarte de mí?...

‑No claro que no he estado ocupada y también me he acordado‑    Por fin se atrevió a contestarle a su marido Isabella  luego de mirar con disgusto el grotesco e impúdico espectáculo que constituía el tener que soportar la visión del desguanzado aparato sexual de su vecino colgando fuera de los pantaloncillos de este,  abatido ahora como una oscura y enorme babosa embarrada e inerte, tirada sin el menor decoro en una buena porción de su largo tamaño sobre el mismísimo sillón que casi a diario compartía ella con su familia mientras el cretino aquel le sonreía como bruto., contento de lo que había hecho…

Por  lo que impedida para reclamarle cualquier cosa, para no tener que continuar observando aquella vulgar exposición,  Isabella buscó la parte posterior del respaldo y bajando la voz lo mas que le resultaba posible, le pregunto a su marido.  ‑‑ ¿Tú cuando vienes?...

Continua...


Ludo_mentis@msn.com            Ludo_mentis@yahoo.com
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18 comentarios:

  1. Ludo y a continuacion

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  2. y a continuacion. saludos ludo te deseo un buen año muy productivo y feliz magoes

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  3. Gracias Magoes:

    Disculparas las tardanzas, pero es que apenas medio recupero algo de control de mi vida y estados de animos necesarios para darme a la tarea de dibujar, reorganizarme y re- entenderle un poco a estos cambios del Blog.

    Igual vayan mis deseos para tí.

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  4. Fenomenales los relatos. Los siguientes?

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  5. Que relatos tan mas calientes, espero pronto poder leer los que siguen, muchas gracias, besos y mas besos :)

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    1. Gracias a ti por tomarte el tiempo de encontrarlos, leerlos, y comentar Karen.

      Haces que en el sentido verdadero de la expresión, uno sienta que vale la pena el hacerlo.

      Uno goza sabiendo que hay quienes disfrutan lo que se hizo o se intenta crear.

      LUDO M.

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  6. Hola Ludo, excelente tu forma de contar. ¿donde podemos leer los siguientes y "La segunda toma"?

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  7. muito bom relato com as desventuras de isabella
    aguardo os proximos capitulos
    luiz

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  8. e a continuação mestre ludo.esperamos aqui no Brasil os proximos capitulos desta historia
    luiz

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  9. Ya pues qué manera de hacerse rogar...

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  10. donde puedo leer la obra completa?...es muy buena pero solo e escotrado unas 4 partes y las otras no las encuentro

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  11. Eres un grosero y pésimo escritor un verdadero escritor no se hace del rogar y engaña a la gente publicando puras obras mochas

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  12. Fenomenal!
    Para quando la continuación?

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  13. Leí este relato porque lo vi en recomendados y me gusto mucho, gracias ludomentisdsoyarte

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    1. Gracias por tomarte el tiempo de revisarlo y comentar. Celebro que te haya gustado, Natalia

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