Nota

Te recordamos que las aportaciones incluidas en este blog son propiedad intelectual de sus creadores y estan registradas, por lo que su uso o publicación previamente no consentida constituye una violación a los derechos de autor internacionales vigentes. Antes de "Tomarlas Prestadas" sin aviso te agradeceremos contactarnos si requieres su uso.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Asuntos de Interés y Negocios 3er Act ( 5ª Esc )



Asuntos de Intereses y Negocios  (  )  Adaptación*
Ludo Mentis G.O. Tigers.

Todo por un Precio Especial

3er Acto - Escena 5ª .   (¿Y ahora?… ¿Quién podrá defenderte?… )


Podía yo notar que, mientras sin pararse del sillón sobre el que se hallaba  expectante, sin decir todavía ni media palabra, ya había comenzado a zafar su camisa, desabotonándola por completo, la reacción de Verónica era de franco temor, vergüenza,   y resignado rechazo ante la situación que ya iba entendiendo, que de una u otra manera tendría que aceptar.    Y así, la vi, que sin otro remedio más que el de comprender que para pagar la palabra, promesas, antojos y culpas, ‑ ajenas y suyas también‑  tendría que atender a ese hombre ,  inmolando su cuerpo de la forma en la que se lo había prometido el bribón con quien ahora salía a divertirse antes de dejarse llevar a la cama por él., de a poco, o de un último golpe hacia su consciencia finalmente ella desmoronó por completo cualquier intento por defenderse o impedir que hicieran con su persona lo que más ellos quisieran.


Mientras ella resignaba una vez más la deshonrada nave de su decencia como señora casada y madre de dos, de a poco, y nerviosa, daba la impresión de ir asimilando lo espeluznante de la difícil situación en que de pronto se hallaba metida y probablemente le sucedería a continuación, ante su vista iba apareciendo la abultada camiseta que intentaba cubrir torso moreno de aquel hombre con panza de borrachín cervecero, que dejándose ver desde su ombligo, escapaba fuera de esta con un par de tatuajes oscuros que aparecieron ante el visor de la cámara, acompañando a unos con figuras de diablos, flamas y representaciones de la muerte que también llevaba permanentemente marcados en los antebrazos, ya cerca de sus dos hombros fornidos  y bíceps, que pese a su edad aun lucían por demás musculosos.

—“Oh no”…  “¡Por Dios Veró!”…   “ ¡¿Y ahora quien te va a ayudar!?”…—  Casi mascullé sin dejar de observar., pendiente de lo que se pudiera venir enseguida.  Pero cómo si con aquellas palabras pudiera yo conseguir invocarle la ayuda de algún místico o mítico súper héroe, que con antelación, bien sabía yo, nunca vendría.   Si no es que, y si acaso, en verdad existiese la ínfima posibilidad de que un ser prodigioso acudiera en esos instantes, ‑ muy probablemente‑., éste incitado ante el predicamento en que se hallaba mi esposa en esos momentos, tampoco la auxiliaría, al menos no sin antes él mismo regodearse un poco la vista a sus expensas, y lleno del mismo morbo que ahora me consumía por completo al querer enterarme y ser testigo del siniestro giro que habían tomado las cosas para aquella mujer que con todo y las reservaciones hachas para la cena y los boletos comprados para la función a la que la llevaría, sin más había dejado plantado a su esposo, y pronto terminaría siendo usada por un tipo que la había podido comprar junto con sus favores sexuales.

—“De ésta, ni el Chapulín ya te salva mamita”-—  Recuerdo maliciosamente haber pensado para mis adentros ya corroídos enteramente por la venenosa ponzoña de mi propia y retorcida lasciva.  Teniendo claramente en cuenta lo oprobioso de mi situación al estarla observando estando a menos de cinco o seis metros del lugar donde pronto todo sucedería.

Y es que por prohibido, retorcido e inmoral que antes pudiera haberme resultado saberla una adultera hecha y derecha.  Soñado mil situaciones en las que bien me podría ya ella engañado antes de reconocer durante nuestra separación que lo había hecho., y que a espaldas de mí, se veía primero con uno de sus jefes y luego con otros jóvenes ejecutivos de la empresa en la que laborara en aquellos entonces.  Para luego terminar enredada en este nuevo romance con este tipo., que sin contemplaciones ni más ahora la ofrecía cual moneda de cambio mientras yo los espiaba., me hizo pensar que por muy casquivana que mi mujer fuera, una cosa muy distinta era saberla toda una golfa insaciable que salía o aceptaba las caricias de hombres guapos elegantes, afeitados; de posición y bien parecidos., y otra más diferente y de extrema ruindad que el tal Romeo ése, aprovechándose  de la baja autoestima de ella, fuera a forzarla a tomar en sus labios la virilidad de un viejo decrepito, sucio, gordo, tatuado y seboso, que de otra forma nunca hubiese tenido oportunidad de lograr nada con una criatura de tan despampanante presencia y figura como la de mi resignada y por demás sumisa mujer.

—Es que no sé Rom.—  Se notó nerviosa su voz, ahora ya, que sin haberse quizás ella cuenta de ella en realidad el infeliz ése le había soltado los brazos y sólo la contenía apretujando sus senos por encima de las copas de su vestido.    Luego repuso y terminó de decirle:  —En verdad no pensaba  venir…  Tendría que estar con Alonso y los niños en el concierto…   Pensaba que íbamos a estar solos cuando me llamaste…  No que tú pensaras que…  Pensé que te urgía verme…

Parecía no poder lidiar con sus emociones tan encontradas y querer hallar una manera de excusarse buscando palabras que se quedaban a medias, cuando sin más él la mandó a que callara interrumpiéndola al tiempo que soltando sus pechos la empujó hacia el grasiento y sonriente Pacheco que ya ansiaba sentirla más cerca de él.

—¡Ándale tú!...   ¡Puta!.     ¡No me vengas ahora con tus teatritos!...  Que ya todos, hasta tu marido sabemos cómo te gusta besar y mamar palos y buenos camotes con esa boquita!...—   De forma cuasi simultánea al  insultó, él la empujó hacia el frente.  Y  antes de que tras el empellón, Verónica pudiera recuperar el control de sus pasos para no ir a caer encima del otro sujeto., comenzó a caminar tras de ella., de  forma que estando todavía al alcance de aquel aprovechado que la amedrentaba con su maltrato, le dio una suave pero certera nalgada.

¡Ora´!… ¡Pinche vaca tetona y nalgona, no me hagas quedar mal ni te hagas pendeja!...  Aquí viniste a mamar y a coger…  ¡Así que empieza antes de que me encabrone!... —  Escalofriantes llegaron a mi conciencia las indignantes palabras que acompañó con otro suave empellón, ahora aplicado a la grupa de mi señora, que vacilante sobre sus altos tacones se encaminó por el cuarto hacia el sujeto que ya la esperaba., hasta detenerse justo enfrente del hombre, y en actitud completamente sumisa arrodillarse ante él.

Sintiéndome yo como el más vil de todos los cobardes traidores, por un momento pensé en por lo menos, ya que no iba a impedirlo, si concederle la privacia de no ser yo mismo quien estuviera fisgoneando la humillante rendición de mi mujer a las manos de aquel par de canallas, y apagar el dispositivo con el que estaba capturando para la posteridad toda aquella ordalía de la que pronto sería sujeto mi esposa.   Pero al manipular el aparato sobre su base, me di cuenta que al moverlo, tanto cambió ligeramente el ángulo de su encuadre como el enfoque que se acercó para mí. 

—¡Ay, Dios Mío!...— Unos cuantos instantes más tarde, de pronto volví a escuchar la nerviosa voz de la madre de mi hijo, cuando habiendo zafado la hebilla y broches del pantalón de Pacheco., al bajarle al zipper y sin tener que hurgar mucho dentro de sus calzoncillos, se topó de repente con una gruesa barra de carne que aun no hallándose enhiesta de todo, lució enorme entre sus pulcros y delicados dedos blancos de señora casada.

Al ver el tamaño de aquella lanza., nerviosa volteo a buscar al gañan dueño de esta, y luego al abusivo que la había conminado a tener que atenderla y someterse ante esta.  Como si siendo el motivo su extremo tamaño pudiera excusarla de no tener que ir más lejos con él.

Saliendo en ese momento un poco fuera de encuadre el malnacido Romeo, no le vi, pero si pude escuchar su voz que con firmeza decía:   ‑ ¡¿Y qué te esperabas?!...    ¿Un caramelo?...  Yo te he visto tragarte unas de esos tamaños.  Así es que no te me hagas ahora la de la boca chiquita…

Y mientras yo buscaba volver a tener un plano más ajustado de toda la escena, en vez de apiadarse de ella, enseguida excusó en otro sentido:   —Usted disculpe Pacheco, no que le pasa esta noche a la princesa mamona…

Volviendo yo a ajustar el encuadre del aparato en un modo adecuado, lo resolví  justo para ver cómo, entre  divertido y orgulloso de haber puesto nerviosa a mi esposa con su lustrosa virilidad de tono marrón, el muy granuja le sonreía a mi mujer con clara anticipación de lo que se vendría.

—Anda chiquita., no hagas enojar aquí a Don Romeo…  Al menos dame un beso en la punta y lamela un poco preciosa…  Ya verás que te gusta…    Por primera vez escuché a hablar al sujeto con una voz serena y bastante madura.  Pretendiendo ser dulce en su trato hacia ella si Verónica lo obedecía.

—Ándale.,  dale un besito con esa boquita…  ¿Si mami?...—  En tono mesurado pero asertivo y seguro de que la convencería,  el inesperadamente sutil dueño de aquella tremenda lanza le insistió a mi mujer que probara a regalarle en beso en la punta del mástil que crecía de a poco y ya terminaba de enderezarse ante ella.



Sibilino., no obstante el engañoso buen trato que le profesaba a Verónica con sus palabras., supongo yo que sin que ella se diera bien cuenta de ello, mientras le hablaba y le pedía que le besara la rechoncha cabeza del glande, los brazos y manos de él fueron moviéndose hacia la abundante mata de pelo sedoso de mi mujer, y enredando entre sus dedos algunos de los ondulados mechones de sus rojizos cabellos, comenzó a halarla suavemente hacía su barra de carne, hasta que sin haberle sido necesario dar algún fuerte tirón, pronto la tuvo donde quería, y ahora los labios de mi mujer se encontraron a escaso par de centímetros de aquel gran champiñón que el pretendía que ella besara y comiera.

—A ver…  Así… —  No dejó de aplicar algo de fuerza para que Verónica acabara de cerrar la breve distancia que aun separaba sus labios pintados de aquel capuchón.   Y siguió…

—Hum…  Que linda boquita tienes mamita.   Te vas a ver toda bonita dándole un beso con esa boquita toda pintada en mi puntita… —   Oírlo hablarle de aquella manera a mi esposa mientras yo les grababa me tenía vuelto loco.

…Ándale, otro poquito y dale otro besito en la puntita con esa boquita putita que tienes bien pintadita mamita putita…—  De pronto creí haberme perdido el momento en que todo ocurrió, y mi esposa le había obsequiado los labios besándole la punta de su supremo garrote.

…Hum que rico!!!—  Aunque después ya en mi casa más adelante vería aquella tremenda décima de segundo en que mi esposa, formando un protuberante capullo color carmesí con sus labios para besarlo, y lo tuvo en sus bezos por primera vez.,  en esos instantes él la hizo repetir para mí aquel inquietante momento en que rindiéndose por competo hacia él, volvió a besarle su miembro, aplicando sobre éste un beso que por extraño que pudiera llegar a sonar o leerse, máxime aun pese a las circunstancias en que todo había comenzado entre ellos, me pareció hasta algo inquietante y perturbadoramente bello y romántico, siendo este casi un cariño que surgió de sus labios, mezclado entre rendición y señal de respeto ante el dueño de aquella cabeza viril, y que ella le plantó desde arriba para colocárselo justo en la cúspide de su virilidad.

Pero aquel alucinantemente perverso espectáculo de ver a mi esposa regalando a aquel tipo la suave caricia de los mismos labios conque después me sonreiría no solo a mí que ya lo sabría, sino a todos los demás que sin imaginar lo que la había visto yo hacerle con estos al glande de ese hombre, sin sospecharlo siquiera o nada de ella le devolverían sus sonrisas, muy poco duró, y en cambio pronto llegó un momento aún más inicuo, que comenzó cuando le oí pedirle que ahora le comiera su lanza morena, cada vez más enhiesta.

…Que linda chiquita.    Con esa boquita.   Ahora con tu boquita imagina que es un trozo bien grande chocolate y lámelo con esa lengüita. —  Usando hacia ella todos aquellos diminutivos melosos y muletillas, escuché como le iba pidiendo a Verónica lo que quería mientras que, guiándola por los cabellos la dirigía hacia un costado de la imaginaria barra venosa de tono cacao. Así, conduciéndola por el pelo la hizo girar la cabeza hasta que por unos instantes la misma quedó regostada sobre la áspera tela de sus pantalones rugosos, y ante la lente que los captaba en tan cerriles momentos, y el rostro de mi mujer, quedo expuesta la obscena erección de su masculinidad, que se alzó justo frente a los labios de ella para que empezara a lamerle.

Lo surrealista y extrañamente aberrante de tan obscena visión era sobrecogedor para mí ya desde antes, y más en esos segundos en que casi sin atreverse a empezar, la bella faz del rostro mi mujer permaneció recostada allí,  justo enfrente de la jugosa barra que pronto tendría que empezar a besuquear y comerse, con los mismos labios que también usaba para besarme.  La cosa de ese sujeto era enorme casi tanto como mi arrobamiento ante la indeleble imagen que estaba guardando de esta en mi propia memoria desde aquel ángulo desde donde la cámara registraba el tremendo garrote de éste alzándose al menos unos buenos 15 a 20 centímetros por encima, y más arriba sobre el perfil de la abochornada mejilla de mi mujer., que cuando escuchó la urgente demanda que enseguida le hizo. se ruborizó todavía otro poco.

Anda., ¿qué esperas Mamita?...  Puedes chuparla,  darle besitos o comértela toda—  La azuzó tirando ligeramente de sus cabellos para instarla a obedecerlo.  Hasta que Verónica para no hacer esperar más al dueño de ese recio instrumento, un tanto renuente fue cerrando los ojos al tiempo en que posando sobre éste sus labios abiertos, comenzó a cumplir la instrucción., colocándolos primero sobre la carne para luego cerrarlos suavemente encima de ésta y enseguida empezar a subir a lo largo de su venosa fisonomía.

—¡Eeeso!...  Así se hace Mamita…  ¡Que rico!...   Mira no más que linda te ves así comiéndome a mordiditas mi chocolatote con tus labios de señora casada…  — La elogió con tan mordaz comentario.

—Humm…  Sí , esa lengüita también…  Que rica boquita…   ¡Sí!., así vente hasta arriba y muérdeme la cabecita con esos labios todos pintados…  — Apenas audibles algunos pocos sonidos acuosos y húmedos de la boca de mi mujer., lo que más se escuchaban eran las palabras de aliento que aquél dirigía hacia mi esposa que, con todo, aún no llegaba por primera a vez a colocarlos sobre la punta de su descomunal miembro.  

¡Que rico lo besas con tu boquita!... Ahhh…  ¡Sí!...  Ahhssí.  Sí… ¡Así Mamacita!...  ¡Que linda te ves comiéndome el palo!...   Estás para fotografía de concurso y luego enseñárselas a la bola de bueyes que no van a creerme que de verdad estuviste comiéndomelo con tu boquita…  — Extasiado el sujetó le repetía a mi señora casi siempre las mismas palabras de encomio, agradecido de su buena fortuna de  haber conseguido tenerla.     Y así estuvo observando los mimos que con sus corruptos labios prodigaba a su órgano mi esposa Verónica., que habiendo llegando a la punta del glande, se detuvo a mimarle otro poco, y sin que él lo pidiera, enseguida giró la cabeza para comenzar a descender por el flanco de su virilidad que aún no le había  lamido ni besuqueado.  Cuando atento a la acción que se sucedía frente a sus ojos, de pronto aquella insultante aunque sobrecogedora visión que capturaba yo de la cabeza de mi mujer recorriéndole el miembro hacia abajo, esta súbitamente me fue interrumpida en el momento en que, oyendo y haciendo, reapareció la figura de Romeo pasando por enfrente de ellos, para capturar el momento con su teléfono celular, al tiempo que por la bocina escuché que ofrecía:

¿Quieres una dónde se vea que eres tú pero también se vea la cara de la Reinita comiéndote el palo?...—

—¡A-aghh!...  ¡ Sí!  Para que en el taller me lo crean…   Y tú no te detengas mamita que a ti nadie te dijo que podías dejar de besar y mamarme mi palo, Chiquita.—   Impedido de ver, intenté volver a ajustar el ángulo en que mi propio dispositivo apuntaba hacia el hueco por el que espiaba toda la acción que ocurría detrás de aquella pared y el relativamente reducido espacio que este me daba para enfocar sin que me estorbara la presencia de Romeo tan cerca de  ellos. 

Conmovido ante el repentino giro que al menos para mi conciencia de nuevo daban las cosas, al tener que considerar la terrible posibilidad de que aquel par de cretinos o amigos y conocidos de estos, ahora también pudieran acabar haciéndose de semejante tipo de fotos de mi mujer. ¡O peor aún!.  Lo que podría llegar a pasar si tales archivos pudieran empezar a circular e ir a parar a las manos equivocadas o algún sitio web visitado por alguien que me conociera a mi o a mi esposa.

Cayendo en ese momento ante la pavorosa perspectiva de que algo tan fatalmente funesto pudiese llegar a ocurrirle, mi sangre se aceleró por completo dentro de mi torrente sanguíneo, en el justo momento en que  sin todavía poder ver nada intenté mover el dispositivo en que yo mismo intentaba grabar aquellos instantes, de pronto escuché alguna especie de forcejeo por parte de mi mujer que de pronto volvió a escucharse agitada mientras más ruidos se oían.

¡Humpgh!…  ¡uhmgh!...  ¡Nogh!…   ¡No, así no!...  Por favghh…   ¡No!...  ¡Quita la cam!...—     Sin más,  ¡repentinamente el audio calló!.  Y alterado, apresurándome a intentar descubrir que era lo que podía haber provocado la falla, para así poder continuar escuchando lo que sucedía, cuando de golpe también la señal de video se perdió sin dejarme ver que tanto era lo ocurría de forma tan intempestiva entre mi esposa y aquel dúo de alevosos trúhanes.

—“¡No, no, no, no!”...    “¡Maldita mi suerte!”… — Sorprendido maldije en voz baja pensando en que hacer en ese momento.  Y alterado luego del apagón., por unos breves instantes que en realidad a mí me parecieron eternos sentí algo muy semejante a lo que hubiera sentido si tal y como la conocía mi vida acabara ya en ese preciso momento, en el cual, y sin haberme cuenta de ello., en inicio al mover un cable que ‑según pude notar algunos segundos más adelante bajo la mortecina luz que aún me alumbraba‑,   aparentemente iba extendiéndose hacia el otro lado del muro de la habitación, mientras que de este lado se enchufaba a una entrada de micrófono alterno que la cámara usaba.  

—“Ni modo que le llame o busque a este tipo y le pida que venga a ver qué cosa le pasa a este pinche pedazo de mierda”…  — Enseguida pensé para mí volteando a ver el radio que también le había retirado a aquel hombre.

 —“No, no seas idiota ni te aceleres Alonso”...   “¿Cómo va responderte si tú tienes su radio?”… — Yo mismo me respondí intentando calmarme  y recuperar la poca cordura que aún me quedaba después de todo lo que había visto, y por último alcanzado a escuchar que hacían con mi esposa.   Y peor todavía.  Sabiendo que ni siquiera acababan de comenzar a hacerla pagar los favores que el infeliz de Romeo y ella, le debían a aquel hombre que por lo visto se cobraría hasta lo último que pudiera.
* * *

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

6 comentarios:

  1. Uhhh esto se esta poniendo buenisimo Ludo, se not el estilo de tu pluma!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Luis:

      ¿Qué te digo?... Aunque sé que en estricto sentido todo el porno debe de ser sexo... También creo que aunque sin que esto sea mas elaborado como para pretender crear una novela de acción o suspenso., es necesario o conveniente crearles "colores", cierta psicología, aflicciones, temores, pequeños trinfos , traicion y sed de "venganza" a los personajes.

      Atte. Ludo

      Eliminar
  2. como sempre espetacular mestre ludo.
    e nossa modelo y actriz de ocasião quando retorna a continuação
    luiz do brasil

    ResponderEliminar
  3. Muito obrigado, Luiz do Brasil

    No se pa quando retorna a continuação =)


    Ludo do Mexico... ( agora en portuñol )

    ResponderEliminar
  4. bien don ludo , ni agata sabe como seguira esta situacion . hay que arreglar ese inoportuno aparato pronto . magoes

    ResponderEliminar
  5. !Pura cosa buena!
    ¡GENIAL! el título del chapulín colorado
    ¿Y ahora?… ¿Quién podrá defenderte?…
    ¡GENIAL! las fotos del celular, sentí angustia y emoción.
    ¡GENIAL! La frase de ella ¡No, así no!... Por favghh… ¡No!... ¡Quita la cam!...
    Disfrutable de inicio a fin.

    ResponderEliminar