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viernes, 24 de enero de 2014

Asuntos de Interés y Negocios 3er Act ( 7a Esc ) ( Cont 6a Esc )



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… ¡Aahghh!…  ¡Ahægh!…  ¡Heehghh!...  ¡Cohghm!...¡Cohmm!... ¡Cohf, coff!... Huhgh, huhgh…—  Por fin la escuché jadear y toser apresuradamente buscando llevar algo de oxígeno a sus pulmones en cuanto por fin su garganta se vio libre del grueso garrote que le había estado obstruyendo hasta casi asfixiarla y ella levantó la cabeza.  Mostrando su lápiz labial completamente corrido, y con espesos espumarajos que pareciendo brotar de sus labios, e ir embarrándosele por todo el mentón hasta terminar colgando en densos hilos de babas que quedaron guindando de la fina barbilla, que entre los tosidos y jadeos pude ver fugazmente en Verónica, casi tan bien, cómo las lágrimas que después de inundar por completo sus ojos llorosos, le escurrían dejando  rastros oscuros del rímel que rodaban desde sus empapadas pestañas para estropear el maquillaje que de pronto acababa fundiéndose con las tonalidades entre rojo candente e intenso purpura producto de la hipoxia que ostensiblemente se reflejaba en la perspiración de sus mejillas enrojecidas y abochornadas.

¡Hagh cohghmm!...¡Cohgh!...!Hieehhhggh!  ¡Cof, coff!... Heagh, hagh…—  Se seguían escuchando los jadeos y la tos; que para mi alivio al menos empezaban a disminuir al conseguir ella jalar más aire.

 Aunque en verdad no podía yo creer o alcanzaba a entender como era que lo había conseguido., y más luego de mirar el estado en que tras el intento había terminado su rostro, si pude saber que aquel obsceno gusto que el miserable vejete lardoso y chaparro la había hecho que cometiera con la boca sobre su pene, a mi esposa le había resultado algo extremadamente complicado y difícil de hacer.  Por no decir que toda una proeza, dadas las condiciones en que, como si fuese ella más bien un objeto o una muñeca de carne, huesos y músculos sin voluntad, ni otro objetivo en la vida más allá que el de someterse y darle placer a los hombres, se había visto forzada por él a obedecerlo sin más. — Pensé para mí, durante la algidez posterior a la tormenta, que me dieron los breves instantes que entre resoplidos, jadeos y tosidos, ellos le concedieron  para que se recompusiera de tan severo maltrato.
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Asuntos de Intereses y Negocios  (  )  Adaptación*
Ludo Mentis G.O. Tigers.

Todo por un Precio Especial

9º Acto - Escena 7ª    ( Favor de no molestar… )



…“La verdad es que cuando la llevó a la agencia, yo si no le creía cuando me dijo que me cambiaba ese descuento y las llantas por un buen palo con ésta…   Cuando se lo dije a los otros pendejos ni me lo creyeron cuando la vieron paseándose con usted entre los carros…   Se veía bien guapa y muy elegantemente putona con las piernitas, sus zapatitos que traía puestos; esa faldita, la blusita blanca transparentita; esas chichotas y esas nalgotas todas apretaditas dentro de la falda…”     Complacido del logro y de pronto, mientras todo parecía poder volver a la calma luego de la hartera faena a la que había obligado a mi esposa, con palabras más o menos o muy semejantes a esas, recuerdo que escuché al desgraciado ese congratulándose soezmente de su buena fortuna.

—¡Mira nada más ese cabus!...      Sin dejarla abandonar la posición asumida anteriormente que la tenía arrodillada entre las piernas de éste,  exclamó el  desvergonzado refiriéndose a la grupa de mi mujer al contemplar su amplio trasero presentado en pompa y altivo justo al final de la vista que sentado enfrente de ella, él  aún tenía de mi maltratada Verónica.

… ¡No!.  Si unas nalgas así como estas de verdad lo hacen a uno saber que hay más vida en otros mundos Pacheco.   No más espérese a que se las vea bien o les meta ya bien las manos encima., y me dirá si no parecen algo de fuera de este planeta.—   Sumó al de “el otro”, su comentario bufón que sin menores empachos soltó ahí sin más, cómo si mi mujer ni se hallara presente mientras hablaban acerca de ese aspecto de su anatomía o estuvieran alabando las apreciadas virtudes de alguna mascota o un ser que sin un dejo de dignidad o no comprendiera lo que decían y enseguida vendría.  

De veras que cuando la vi en esa vez me gustó cuando me la paseó enfrente Romeo, pero si no me imaginé que de verdad estuviera bien casadita., o con hijos.    Ni mucho menos que a cambio de unas llantas y un pinche estéreo, que ni me costaron a mí, menos de dos o tres semanas después la tendría aquí de rodillas mamándome el pito con su boquita de señora casada…  La verdad si está bien rica., buenota,  nalgona y chichona…  — En  su muy limitado y por demás soez vocabulario el hombre continuó hablando de ella muy complacido de sus palabras mientras ambos le observaban entretenidos comentando acerca de su persona, cual si lo hicieran del maslo de una yegua apta para ser paseada en una exposición de potrancas u otro espectáculo, a punto ser ofrecida para ser montada por un buen garañón ante la complacida mirada del amigo del orgulloso amo que la poseía y la lucía para regocijo de éste.

Y así, sin más, mientras el moreno la detenía en su sitio dejándola en pompa frente a Romeo para que procediera a su antojo, este se acercó hacia Verónica, y tomando el vuelo del ajustado vestido que enfundaba parcialmente sus piernas y la retaguardia de ella, lo levantó de un tirón para ir descubriendo ante su conocido todo el tesoro de las fantásticas redondeces y formas de las ancas de mi mujer., que salvo por la pequeña prenda que aún les cubría parcialmente, quedaron expuestas y al aire en cuanto, acabando de develarlas, él aventó hacía arriba el costoso material de vestido de noche que yo le comprara a mi esposa.     Quedando para casi todos efectos morbosos e impúdicos que les pudieran venir a la mente a aquel par, ahora ella de la cintura hacia abajo,  sólo con sus tacones; las frágiles medias de Dior; y la finísima pantaleta de suaves matices y discretas costuras de encaje en sus bordes color de blanco, que sin ser excesivamente pequeña, sí por lo perspicuo de la transparencia del material empleado en su fabricación, la hacía ver como si hubiera sido confeccionada para crear en la mente la más disímbola contradicción de imagen e ideas que surgían de solo mirarlas.   Yendo por una parte con tal tela y esas discretas costuras, casi encuerada e impúdica a la vez que cubierta…  ‑ A la vez, vestida que expuesta.…     Elegante y muy puta a la vez…  ‑ Madre casada y golfa a la vez…‑

—¡Humm!...  Pero si mire no más Don Pacheco…  Vea usted no más que rica se ve con su calzoncito todo transparente y chiquito…  Vea el regalito que nos mandaron para que nos animemos y nos la cojamos con más ganas…—  Aparentemente extasiado de manera muy similar a la del mío, igual el cerebro de aquél, incluyendo la amigadla, que avasallada por la incitante lujuria que le comía, termino inundándole por completo de dopamina que desbordándose por todas partes junto con fuertes cargas de serotonina para hacer un cocktail de secreciones aderezadas con enjundiosa testosterona de macho enardecido ante tan provocativa visión, también ardía al contemplar delante de sí, la encantadora prenda ella había decidido usar para salir a la calle conmigo.

‑A ver Mamita…  A ver, ven para acá que quiero tocarte—  De repente me sacó de mis atropelladas consideraciones Romeo, cuando le vi que tras acercar una mano hacia el tentador promontorio que en tal posición de pronto se mostró a la vez sutil e incitante, con una suave apariencia de domo formado con la diáfana tela que surgiendo a la vista de entre los muslos de mi aturdida señora, apareció justo delante de él para menos de unos cuantos segundos más tarde, después de admirar la seductora visión, comenzara a palparla antes de congratularse ante el otro que la detenía allí acomodada entre sus piernas oscuras: —   ¡Huy. Mira no más!...   Pero si ya estás toda mojada y hasta escurriéndote de tus calzoncitos Mamita…

Escuchándole hacer tan impúdico comentario en contra de la condición en que hallaba a mi esposa, al menos pude  sentir el destello de una victoria menos que pírrica, al concederme el pequeñísimo gusto de saber que dadas las circunstancias, y si las cosas hubieran sucedido de otra manera distinta a las que ahora se sucedían en aquel cuarto, en principio ella habría preferido ponerse para mi dicha prenda esa noche. ‑Pensé para mis adentros mientras expectante anticipaba lo que pudiera ocurrir enseguida de que el tal hombre decidiera parar sus contemplaciones y entrar en acción en contra de ella o aquel nimio pedacito de traslúcida tela se presentaba enfrente de su interesada mirada se presentaba sin siquiera contar con el usual escudete de moderado y permeable algodón que hasta en la mayoría de las tangas acostumbran usar para por lo menos pretender resguardar y cubrir de alguna modesta manera la entrepierna de las que las visten.

Y así lo hizo: En el instante en que simplemente para su divertimento, y a pura mansalva apuntó sus dedos índice y medio contra el frívolo e indefenso guiño traslucido de tela que de veras en poco o en muy “nada,”  servía para proteger el vulnerado pudor que a mi mujer pudiera restarle ya en los momentos en que aplicando presión sobre este, de nuevo jugó a toquetearle la prenda., para luego, sin tener que buscar gran cosa, ir en pos del camino por el que trasteando hábilmente las yemas de estos sobre el humedecido tejido de las pantaletas de mi mujer, sin mayores esfuerzos pronto encontró sobre estas la remojada hondonada de la cual provenía aquella humedad que ya antes él había descubierto filtrándose a través de la misma tela, que sin más, enseguida probó a empujar dentro de la empapada cavidad de Verónica, hasta que esta se hundió un poco y ella se agitó brevemente al tiempo que de su boca escapó un  suave gemido que apenas alcancé a percibir a través del pequeño altavoz.

…Humm, ¡que rica!.   Estás toda mojada Mamita… Tu bichito peludo todo mojado se come mis dedos, Putona…—  Febril dijo cuándo empujó un poco más dentro la delicada aunque sumamente incitante e impúdica pantaleta de mi mujer, que de haber primero lucido coquetamente bombacha, con la presión de aquella dupla de dedos mañosos que aguijoneaban el delicado tejido que aun resguardaba la entrada definitiva a su vulva, partiendo de aquel punto de la entrepierna donde aquél le tenía encajados los mismos, se apreciaba ya surgiendo algo tirante hacia las finísimas tiras del femenino encajito de sus endebles costuras, tanto como la sutil tela que ahora cada vez más tensa aparecía estrechamente pegada a los tentadores glúteos de ella, y mojada con los propios jugos que para sí misma había producido al ser sobajada, tocada y dedeada por aquel par invasores que la probaban humedeciéndola toda.

Mientras mi mujer experimentaba los incesantes toqueteos del que estaba siendo objeto su cuerpo, de pronto percibí que al menos por el momento parecía haber cesado el débil intento que había estado ofreciendo para oponérseles a sus captores, y se dejaba hacer más por los dedos de Romeo, que ahora empezó a jugar extrayéndolos por completo de su vagina, para después pasearlos por sobre la prenda, en las cercanías de su feminidad, llegando a tocar gentilmente con estos el blando pabellón interior de sus muslos., tal como si tan sólo quisiera inquietarla lo suficiente como para provocar que involuntariamente ella separara un poco las piernas para él al sentirlos.   Deteniéndose por  algunos instantes en la suave tibieza de aquel paraje de  la anatomía de Verónica, antes de volver a andar el camino de vuelta hacia arriba y dirigirlos a la profunda angostura que bajo la tela de las pantaletas, adivinaba yo que encontraría el asterisco que marcaba el punto más reservado e íntimo de todo el ser de mi esposa.

Y así, delante de su compañero de correrías que atento miraba, repitió el movimiento en más de dos o tres distintos momentos. Pinchando aquí, tocando allá., sumando incluso a la carga los demás dedos, y la otra mano completa que usó para apretujar levemente y acariciar la porción interior de ambos muslos., previo a ocasionar que de a poco ella misma separara las piernas para él; y mostrando genuina aflicción de sí misma ante las espontáneas reacciones de su feminidad, en actitud dócil quedara postrada en anticipación de lo que enseguida fuera a tantear.

Cuestión que no se hizo esperar en el instante en que aprovechando la servil actitud de la madre de mi pequeño, Romeo volvió a ir en pos de la diana que se hallaba justo al centro de la humedecida entrepierna, que a decir de éste, a esas alturas se hallaba completamente impregnada con los flujos y humores, producidos por ella, y que mojándolo todo, habían infiltrado la prenda a través de cada intersticio del vaporoso material.

Aun antes de que aquel índice, abriéndose paso hacia el interior de su anhelante vagina con todo y el bañado tejido la penetrara de nuevo hundiéndose más hondo, y soltando un resuello ella respingara estremeciéndose por completo al volver a experimentar la profunda incursión que se dio cuando su cuerpo se abrió para recibir dentro aquel dedo que con todo y la prenda inesperadamente la penetró tan profundo aun antes de que él volviera a hundirle firmemente su índice y ella respingara estremeciéndose por completo al volver a experimentar la inesperada incursión de aquel dedo que abriéndose paso a hacia el interior de su anhelante vagina, con todo y el bañado tejido de nuevo la penetró cuando el cuerpo de Verónica se abrió para él.

Apenado un poco por ella e intranquilo de mí mismo., en ese momento que me percaté de la inapropiada excitación que me había ocasionado al estar presenciando todo lo que le hacían, tanto así como la naturaleza sumisamente inconsciente de la reacción que mi esposa se permitía mostrar frente a los morbosos toqueteos e inopinadas caricias con que tras del severo abuso inicial en contra de su persona ahora aquél la hacía de nuevo su víctima ante mis ojos y la lente del dispositivo con el que en aquellos instantes captaba yo su propio derrumbamiento., cuando súbitamente, después de pasearse una vez más por encima de todas las áreas tan precariamente cubiertas del cuerpo de Verónica, de repente las manos del tal Romeo se apartaron brevemente de ella.   Dejándola expectante e inquieta, meciéndose sutilmente delante de él al dejar de sentirlas tocarle.

…¿Qué pasa Veríto?—  Preguntó él, divertido al ver cómo sin reacomodarse de la posición en que la había hecho quedar cuadrada delante a sus ojos ella giraba la cabeza a buscarlo para cerciorarse de lo que hacía él mientras con las piernas aún separadas, permanecía ella tal cómo la dejara él., apoyada sobre las rodillas con su orondo trasero prácticamente desnudo y al aire; tremolando levemente, plantado justo frente a sus pupilas que la miraron también cuando en un ruborizado y súbito gesto de franco bochorno , vaciló pudorosa cerrando los ojos antes de voltear de nuevo hacia el frente bajando su rostro para esconderlo entre las morenas extremidades del otro que interesado la contenía solo para cerciorarse de que no fuera a intentar abandonar la comprometida postura en la que la tenían en aquellos instantes., cuando distrayéndome del monitor,  intempestivamente un ruido proveniente de la habitación en que yo me encontraba me hizo voltear a intentar ver de qué se trataba.  

Así ella, quizás sólo escuchó, pero no vio tampoco el momento en que terminando de destrabarse la hebilla, abrir y bajarse los pantalones, de pronto cuando volví a fijarme en la imagen Romeo, se había colocado entre sus piernas y había comenzado a usar su aparato sexual como un espolón y lo paseaba por encima de ella restregándoselo cerca de la incitante abertura que aún se hallaba medianamente protegida de alguna intrusión más decidida.

—Me dan ganas de clavártela bien dentro con todo y el calzoncito… —  Le dijo morboso.

¿Estaría bien?, ¿no cree mi Pacheco?...—   Se dirigió a su invitado mientras que ahora empuñando firmemente en la mano su miembro, jugaba a empujar dentro de ella la cabeza de éste,  haciéndola agitar suavemente su cuerpo y arquear alternadamente la espalda ante las confusas sensaciones que esto producía que recorrieran su cuerpo.

Así, a ver si le sirve en vez de condón cuando le empujamos todo el garrote a la cabrona…— Movido nuevamente por la lujuria que le hacía proferir semejante tipo de figuras obscenas se dirigió al compañero antes de volver a apartarse de ella y ofrecerle en contra de mí:   —Si no de perdida se lo llevas a Alonso para que lo vea como te lo dejamos todo embarrado y cubierto de esperma, pero tú puedas decirle que al menos no te diga que no intentaste cuidarte… —

Sentí que me conmovía con tan perniciosa visión que de repente y de un solo golpe que me llegó de antuvión inundó mi alterada conciencia de forma inmediata al oírlo referirse a mí por mi nombre delante de su invitado e imaginar el ignominioso bochorno de tan retorcida clase de infamia que ahora se le ocurría a este sujeto sugerirle en mi contra. 

Así,  de pronto, y sin poder evitarlo, aparte de todo aquel espectáculo, me hallaba lidiando con la abrumadora alucinación que casi como un flashazo vino a mi mente para intoxicarla con el profundo delirio de visualizar a mi esposa intentando explicarme sobre lo sucedido antes de levantar su costoso vestido para mostrarme el estado en que sus pantaletas usadas volvían a la casa luego de ser estropeadas con la ruindad de tan estúpido uso., cuando de repente, saliendo de tales elucubraciones mi cuerpo se estremeció al percibir de nuevo algo que me pareció que se movía muy cerca de donde yo me encontraba.
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4 comentarios:

  1. sencillamente excelente don ludo todas esas hormonas a que te refier es en la narracion aun fluyen en ti y . tambien la poesia y el buen gusto circulan a borbotones felicitaciones y gracias magoes.

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  2. Ahh Ludo, me desjastes a mil... esta buenisimo!

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  3. saludos don ludo y extrañando mucho tus trabajos escritos y tus grandiosos dibujos magoes

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  4. Hola, muy lindo relato, me gusto mucho te felicito.
    Mónica García Awad

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