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viernes, 20 de mayo de 2011

Mi Recatada esposa. 1ª Parte, Cap. 2, 1ª Escena ( Un espía en casa / en flagrante delito )

Mi Recatada esposa.
1ª Parte, Cap. 2,   1ª  Escena   ( Un espía en casa / en flagrante delito - )

¿Qué habría sucedido ya en esos momentos o a continuación si hubiéramos seguido jugando aquella misma noche y la voz de nuestro hijo no hubiese ocasionado que dejándola allá abajo recomponiéndose, mientras que con la intención de evitar que bajara a encontrar a su madre en tan inesperadas circunstancias yo hubiera tenido que verme precisado a subir corriendo a calmarlo ?.    En realidad tanto como no sé lo que ocurrió exactamente a continuación de que la dejé a solas con ellos, o que más sucedió o se dijeron, y probablemente nunca lo sepa.

Lo único que si sé es que para cuando por fin, luego de al menos otros cinco minutos que pasaron antes de que ella en vez de permanecer sentada allá abajo a medio vestir con esos hombres, por fin subiera a ayudarme a con el niño, ya se había puesto la falda de nuevo y terminando de acomodársela sobre la cintura mientras, vacilando sutilmente al andar y encaminarse hacia mí con pasos ligeros, simplemente me dijo:

— Lo hubieras llevado a la recamara con Nadia, con ella si se hubiera quedado tranquilo.—   En cuanto habló percibí el aroma del alcohol en su aliento.   Por lo que sorprendido de no haberme dado cuenta antes del avanzado estado de intoxicación en el que ella se hallaba, le dije:

—Ay Isa, no inventes…. ¿A qué hora se te subió?...    Con razón.   Ya entiendo., sí estas toda borracha cosita—   Intenté explicar el porqué de su atrevida desinhibición.

A lo que ella como si fuera a saludarme o despedirse de mí agitando la mano, alzó la que me tenía más cerca para dejarla por unos instantes allí abierta mientras me decía:    —…Ayyy, no  Dany…   Sólo tomé un poco no ando mareada ni mucho menos borracha.—     Indicando enseguida que bajara a si sus invitados ya se iban o que hacían:   —¿Por qué no bajas a ver si ya se van o bajo de nuevo?... —   

—No, Isa, no creo que debas bajar ya.    Aquellos andan yo creo que hasta mas tomados que tú y…—   Intenté persuadirla antes de que ella juntando enseguida su bien manicureado pulgar con el índice justo frente a mis ojos, terminara interrumpiéndome en tono meloso al decirme:

—Ayshs  bueno,  sólo un poquito papito…    No es para tanto—  

—No, mejor tú espérame —    Insistí antes de disponerme a bajar y tener que ir disculpando la descuidada y provocadora conducta que había estado teniendo hasta hacía unos cuantos minutos delante de mis conocidos y aquel desconocido marrón.

Pero al ir bajando por las escaleras les escuché hablar:

…No hombre.    ¡Que vieja!...  ¿Eh?...  que vieja…   Que nalgas tiene…—   Escuché la animosa voz de Erick comentarles a Ricardo y su nuevo amigo de copas cuando lleno de nervios e incomodidad bajaba de nuevo a reunirme con ellos.

—Ya tú…  Compórtate…    Te va a oír  o ella o Daniel—      Le escuché  a Ricardo reconviniéndole. 

—Ay tú… ¿Qué tiene?, no inventes…   ¿Qué no le  viste tampoco como se le veía su cosita?....O bollo como le dice este cabrón… Si te vi como también te  la comías cuando la tenías allí encima de ustedes…  —   Y movido por una morbosa inquietud que me hizo detenerme a intentar descubrir que otras cosas decían,  aprovechando la clandestinidad que me ofrecía la escasa luz que la lámpara derramaba sobre el recibidor y la estancia decidí no delatar mi presencia ante ellos para ver que más escuchaba.

— …  Y el tal Samuel ese que no vino.    No sabe del espectáculo que se perdió…—     Alcancé a escuchar la  voz del moreno comentándoles.

—…Que por cierto., te digo  que  el otro día me dijo acerca de otro despacho, que simplemente si le hubieran llegado al precio o puesto a una buena mujer como la que acabamos de ver, me dijo que de seguro ya tendrían su contrato con él…—   Habló ahora de nuevo Ricardo en tono sereno. 

…¿Si por que crees que le dije a esta cabrona que lo invitara para que viniera pero no quiso el muy puto?...   De veras que yo no sé como arreglan ustedes las cosas en este país…  por eso no avanzan…—   Terminó riendo el de color.

— No, si se pasan de veras…   —     Subió la voz  Erick antes de decirles:   —  ¿Qué pasó Richard?...  De este negro cabrón ya mejor ni me lo imagino por que se ve que nada mas anda viendo a que vieja se clava, ¿pero tú?...     Es la esposa de nuestro cuate Daniel., y ya andas pensando en ponérsela a ese otro cabrón…—      Con fingida severidad y a modo de juego pretendió hacerse pasar por el inocente que en realidad no era.

— No.    ¿Cómo crees  tú?.,  yo sólo decía lo que  Samuel me dijo.    Tú eres el que anda ahí de calenturiento…   ¿ O qué?., ¿soy yo el que anda con la riata que apenas le cabe dentro de los calzones viendo a la mujer del señor que te enseñó casi todo y hasta trabajo te dio?.—     Sin más no se hizo esperar la tremenda respuesta por parte del aludido.

—Ahora si te mató mi güerito…   —    El tercero de ellos celebró la contundencia del otro.

—No., ahora si te pasaste Erick…   Yo creo que la cabeza le debe de haber estado vueltas cuando se paró.—   Terminó de recriminarle Ricardo al alebrestado muchacho.,   quien al no encontrar por que más discutir, escogió hacer oídos sordos de lo que le decía este y mejor dirigió otra andanada hacia el nuevo invitado.

… ¡Ay si mira tú, negro cabrón!...    ¡Si te vi como casi se la clavas completita con todo y sus calzoncitos cuando se paró a servirnos antes de que se subiera!—      La contumaz insistencia de Erick a referirse de aquella manera hacia mi mujer, me ocasionaba  las mas encontradas ideas.

… ¿Y viste esas nalguitas  mi pinche güerito?...   Cómo se movían de acá para allá cuando se paró…  Por poco y se cae de lo bien servida que nos la pusiste —    Asaltaba ahora a mi conciencia la voz del oscuro sujeto que claramente me indicaba que todo aquello había sido deliberado, y habían disfrutado algunos momentos que ahora yo simplemente, por  no haber estado presente, sólo podría imaginar.

…Si hombre,   como no iba a ver ese culito.     Me cae que si en vez de haber estado jugando esos pinches dados, hubiéramos estando jugando un Twister,  ¡de menos yo dos arrimones si le hubiera pegado para que me sintiera la vara cuando la tuviera bien empinada con las dos manos en el amarillo y  azul;   y las patitas bien abiertas en el rojo y el verde !   —  Escupió hacia mi atribulada cabeza aquella obscena visión el menor de los tres.

—¿Te lo imaginas tú Richard?...    Allí empinadita delante de ti en sus taconcitos y sólo con esos panties que traía la cabrona cubriéndole el hoyo?...—    Insistió el lascivo muchacho.

…Mejor que eso, ¿a poco no les hubiera gustado haber visto esas nalguitas subiendo y bajándome por el palo delante de su marido  mientras ella daba grititos de gusto?  —   Sin dejar contestar a mi amigo  atajó el grotesco moreno. Añadiendo enseguida, jactancioso de si mismo:

Si el chamaco no hubiera llorado les aseguro que ya la tendría aquí mismo atornillándola delante de los dos mientras su marido la veía como le entraban a su mujercita mis diez pulgadas de carne de burro…—

—  No,  ahí si ya no seas cabrón., con eso la matas…—     De repente volví a escuchar Ricardo dirigirse a su amigo y nuevo compinche para opinar.

—¿Qué va?...    Si se ve que le cabe completa…   No más es cosa de que se acostumbre.   —  Fue todavía por más el amenazante negrote.

—  Si, no seas pelado cabrón presumido,  pinche Tomás…    ¡Estás hablando de  la esposa de mi mejor cuate!…  ¡No de una puta cualquiera!—   Terció con el aun más grotesco y desmedido comentario, que jamás hubiese yo siquiera imaginado soportar a ninguna persona hacer en agravio de mi mujer.

— ¡Ahh mira tú!.,  ahora resulta que tú si puedes querer singarte a la esposa de tu amigo, pero si yo te digo que de seguro hasta a él le gustaría ver como yo me la parcho,  tú te me ofendes…     Estás bien loco baboso.—   Para aumentar la enormidad de mi ignominia ahora aparecía mi persona como parte de la obscena conversación.

…Ya señores.    Si está muy buena pero mejor tú Erick, vístete  y ya vámonos, que la verdad es que no creo que ya bajen.  De seguro  han de estar allá arriba discutiendo y yo ya me cansé de oírlos decir tantas burradas de chamacos calientes que parece como si en vez de hablar de cojerse a la señora de la casa a la que los invitaron, estuvieran hablando de que se quisieran tirar a la maestra de francés de la escuela…  —   Puedo decir al menos que algo de confort y respeto sentí ese momento por Ricardo cuando finalmente escuché que los callaba  aunque  fuera empleando  aquellas expresiones tan coloquiales y burdas.

—   ¡Ay…si no Richard!...    —   Embrutecido por el alcohol se quejó de su suerte el jovenzuelo.   —…Ustedes por que la tienen allí toda la semana para cojersela cuando la quieran…  ¿Y yo que?...   ¿Sabes desde hace cuanto se me antojan esas nalgas y esos pechos que tiene para cachetearme entre ellos con la muy puta esposa de ese pendejo?... 

—Y en cambio ahora que ya la teníamos toda pendeja con el alcohol y casi encuerada para cojernosla hasta por las orejas., se me va la paloma…   ¡No vale  pinche Ricardo ya dame trabajo ahí con ustedes mi Richard —    Con aparente verdadera ansiedad insistió el trastornado muchacho.

—No hombre, no…   Que las putas no nacen…  Sólo se hacen.      Y si está lo es, te aseguro que hasta sin alcohol te las da, que el licor que ella, Daniel, tú o Tomás puedan tomar sólo es un desmitificador bajo el cual se  demuestran los verdaderos antojos que la cordura y sobriedad siempre esconden debajo.—      Con singular aire de maestría y conocimiento de la materia disertó el aludido  Ricardo.   Y después insistió:

…Ándenle ., ya vámonos  que ya estuvo buena la copa.   Ya vi lo que quería ver.     Los de la casa de seguro tienen mucho de que hablar y yo me tengo que parar temprano mañana para ir a desayunar con mi hija.—  

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¡¿Daniel?!...   ¡¿Qué haces aquí parado?!  —   La inesperada presencia de mi mujer  a mi lado,  casi hace me dé un paro cardiaco allí en ese momento  cuando la escuché susurrarme entre las profundas sombras que daban al pie de nuestras escaleras y luego subían hacia el piso de arriba.    Y sobresaltado por haber sentido que había sido descubierto in flagrante delicto, no pude hacer otra cosa más que tartamudear al intentar defender ante ella mi postura de espía que sin saber desde hacia cuanto tiempo había sido descubierto, no sabía que tanto tendría que explicar por sus actos, pero todo quedó en nada mas que un  balbuceo que me llenó de congoja.

…¿Eh?.  Ahh , eh s-s-si…  eh..  este  ehhh yo…—  

—Tranquilo papito…  ¿Te da pena?...   Yo me despido de ellos y tú sube a dormirte para que me esperes allá arriba en  lo que yo los mando a sus casas…—   Acercando la mano hacia el tremendo bulto que llevaba escondido bajo del pantalón., con aquel sutil aliento de alcohol que de nuevo inundó mis fosas nasales, Isabelle se ofreció a no hacerme pasar por el difícil momento.

…¡Ah, si allí están!.   ¿Qué?.,  ¿nos estaban espiando a ver qué cosas decían estos?...   —  De pronto nos sorprendió a ambos la voz de Erick  que habiéndose acercada hacia la escalera para despedirse mientras terminaba de abrocharse los pantalones, nos  había descubierto entre las sombras.

—  No, para nada.    Pensamos que ya se habían ido sin despedirse siquiera.  —   Se apresuró a adelantarse hacia ellos, trastabillando levemente sobre sus altos tacones al dirigir el inusual contoneo de sus caderas hacia la puerta de entrada., y en cuanto el muchacho terminó de vestirse la abrió para despedirlos, prometiendo que los vería la siguiente semana,  dándoles a cada uno un beso en la mejilla., excepto a Tomás que en vez de agacharse para cubrir la notoria diferencia de sus estaturas, tomándonos por sorpresa a todos los que los veíamos, como si fuera una muñeca en vez de una mujer de carne y hueso,  rodeándola con sus corpulentos brazos, la levantó del suelo para besarla en cuanto la tuvo a su alcance.

…Nos vemos el lunes tesoro.  —       Finalmente le dijo al devolver  la empequeñecida figura de mi esposa hacia el piso y posarla de nuevo sobre el precario equilibrio sus inestables tacones de mujer elegante.

— Nos vemos hombre… De verdad gracias que aunque no acabamos el juego la pase de pelos aquí en tu casa con tu mujer…  “Tu casa, mi casa…   Tu vieja, mi vieja”—      Finalmente usando a mi esposa y a mis  costillas cerró con broche de oro su afrenta hacia mí delante de mis amigos.

Sin duda alguna que si me hubieran pedido en ese momento que opinara acerca del mezquino sujeto, yo habría dicho que por mí bien podrían haber mandarlo de vuelta al balsero ese, a la isla de la que de seguro  había salido para que allí se pudriera en una mazmorra hasta que muriera Fidel,  pero había algo en él que me abrumaba al verlo en mi casa parado tan cerca de mi mujer.
¿Quizás todo esto se limitaba a lo que Ricardo había dicho apenas un par de minutos atrás, y el alcohol definitivamente había hecho aflorar emociones que de otra manera me hubiera negado?...      En realidad yo aún no sé si eso era cierto o si acaso simplemente aquello había surgido de manera espontanea y tan fuerte dentro de mí durante aquella velada,  pero al ver como la colosal presencia del desmedido sujeto sobrepasaba de manera tan avasalladora la pequeña y femenina figura de Isabelle, que aun pese a encontrarse montada sobre sus llamativos zapatos de tacón alto, a duras penas y escasamente con el alborotado copete de su cabello sobrepasaba el esternón del tremendo gigante de chocolate oscuro y amargo que  luego de, junto con Erick haber estado expresando tanta procacidad en su agravio y el de mis oídos., de pronto había comenzado a hacerme deseable la pervertida idea de haberlos visto, no sólo a él si no a los tres tomándose turnos para cometer con ella al menos la mitad de los ultrajes que habían sugerido que les gustaría perpetrar en su cuerpo.

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Mi Recatada Esposa.
1ª Parte, Cap. 2°,  2ª  Escena   ( -       - )

¡Phiuu!...   ¡Ay, que cosas con tus amigos!...   ¿Eso estuvo muy cerca?.  ¿No?...   —     De repente en cuanto les hubo cerrado la puerta a nuestros invitados, con aire de alivio, Isabelle se volteó a decirme un tanto sonrojada de todo lo que había sucedido.   Y dirigiéndose hacia el sillón en que había estado sentada, después mirarme,  sin más dejó caer todo su cuerpo encima de este mientras yo la observaba y en los altavoces comenzaba a escucharse la voz de Sade, acompañada de un sensual ritmo.

—Ven…   Siéntate aquí a mi lado conmigo…—   Palmeando sobre el mullido cojín del sillón color tierra, me pidió para fuera a su lado.

—Que nochecita…  ¿No crees?...    Pensé que nunca se iban…—  Comentó en cuanto habiéndose acurrucado contra mi pecho, me tomó de la mano.

Si Isa, creo que no debiste…   —  Pensaba en externarle mis dudas sobre lo ocurrido, pero en vez de eso pedí:   —¿Por qué no mejor ya no nos vamos arriba?.

—  Porque además de decirte que te quiero por ser como eres conmigo y me digas que crees tú que deban traerle los Tres Reyes Magos y Santa a Danny., quiero pedirte que me perdones…—   Bajando la mano hacia mi pantalón contestó sin voltear a mirarme.   Dejándome completamente perdido con su asociación de ideas.

—¿Eh?...  ¿Qué  tiene que ver una cosa con la otra? Isabel .—     Tuve que preguntarle intentando entender o seguir sus ideas.

—No bueno,  nada, sólo es que ahorita pensé en que ya hay que ir pensando en decorar la casa.  Se viene nuestro aniversario, luego la fiesta del niño y cuando menos te das cuenta ya ni tiempo nos dio… Y no sé si tú ya has pensado en vamos a regalarle este año.—     Explicó,  paseando sus delicados dedos por encima de la aletilla de la bragueta.

—Si, pero…  ¿eso que tiene que ver?...   Faltan al menos dos o tres semanas para nuestro aniversario.  Todavía hay tiempo, ¿no crees?.—  Vacilé un poco al sentir la proximidad de sus dedos con mi encerrada masculinidad.

—Bueno sí…  Pero es que no sé…    ¿Ya no estás enojado conmigo?.—      Insistió volviendo al punto inicial,  mientras que buscando con los dedos comenzó a  jugar con el pequeño ojillo metálico que servía para halar el carro de mi bragueta y sujetándolo entre  las delicadas puntas de sus uñas y yemas de los dedos comenzó a deslizarlo hacia abajo.

—Pero… ¿Y de que debería de estar enojado?—       Jugué a hacerme el desentendido, aunque  sabía perfectamente a lo que se refería., y sí,   efectivamente me hallaba, además de un tanto ofendido con ella,  también confundido por no decir que más bien sorprendido conmigo mismo por todas las cosas que habían ocurrido durante la visita de sus amigos, y que, supongo, bien habría yo podido impedir que sucedieran si lo hubiera querido.

—Es que no sé que me pasó o que cosas me pasan a veces cuando estoy con Tomás,  o Samuel…     No sé…  Es que creo que tienen algo que  no sé…—

Por contradictorio que esto parezca, al escucharla explicarme de aquella manera tan desmesurada confesión que de pronto atiborraba mis oídos con las posibles implicaciones de tanta infamia que de forma tan inesperada ahora se atrevía a decirme, y sin que yo, ante lo imprevisto de la situación pudiera encontrar manera de defenderme o impedirlo, ocasionó de repente que dentro de mis pantalones volviese  a cobrar vida mi masculinidad.

Pero ella siguió sin que yo pudiera callarla:      —   Te juro que no he  hecho nada con ellos papito…  No te enojes conmigo.

¿Con Samuel y el negro ese?...—   De manera despectiva al referirme hacia el tipo que recién acababa de irse de nuestra casa , luego de haber estado diciendo todas aquellas cosas de ella y  haberla cargado frente a mis propias narices.,  por fin me animé a preguntarle  antes de conminarla a que no le diera lugar a una persona así para que se tomase esa clase de libertades con ella.

— ¿Si sabes que no debes verdad?  , el tipo ese es un pesado grosero payaso…   La verdad es que no sé  ni siquiera como Ricardo  lo trata…   pero en realidad es que no quiero que lo vuelva a traer…

—¡Ay no cosita!...   no  seas así…    Por favor no te enojes con él, ¿si?...    Sólo es que así son los cubanos…  Y los argentinos… Bueno tu sabes, ya los conoces…    Ya sabes cómo es Samuel.—      Dijo en tono meloso y siseante cuando por fin había terminado de correr hacia abajo el cierre de mi bragueta y se aprestaba a meter las manos dentro de la portañuela del pantalón.

Yo  aunque  anticipaba la calidez del contacto que sus dedos producirían sobre mi miembro, hice un esfuerzo fútil por impedir quedar atrapado en sus redes sin antes  haber terminado de hablar sobre todo lo sucedido.

— No Isabel, mejor ya déjame…    Vamos arriba a dormirnos y ya otro día que estés menos borracha hablamos de todo, incluido  Samuel, lo que hiciste y el negro ese payaso.—     Le solicité sintiendo que pronto me perdería si no hacía algo por detenerla.

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—  Oye no, no es un negro payaso.   Ese negro, como tú le llamas  es mi jefe y no me gusta que te tengas que expresar así de él de esa manera papito.—    Como entre brumas de pronto me dio la impresión de estarla escuchando cuando sin apartar el suave contacto de sus dedos sobre el vibrante bulto que cada vez con mayor fuerza parecía querer esforzarse por escapar de la incómoda atadura y saltar fuera de la prisión de mis calzoncillos., y ella con inusitada vehemencia sostuvo ante mí la posición de aquel tipo pero aún así recusé:

—Si  Isa., de acuerdo…  Esta mal que yo lo traté así, pero no me digas que según tú ahora yo tengo que soportar a todos los tipos que te miren así como el que te veía  y se quieran propasar contigo aún sabiendo que eres mi esposa…    Sólo de pensar  que el muy pasado de listo de veras pase tanto tiempo contigo durante la semana después de lo que vi,  me llena de celos y hasta me hace pensar en que sería mejor pedirte que renunciaras en vez de tener que tolerar que esté cerca de él o cualquier otro que no te de tu lugar.—    Reclamé  auténticamente consternado ante la posibilidad  de perderla.

—  Ah vaya…   ¿Y entonces me quieres decir según tú desde cuando no tengo yo vida y todo lo que algo pasa me lo debes autorizar?...   Fíjate que no más no chiquitito… —     Dejando de mover la mano sobre mi miembro pero sin apartarse de mi reclamó quedándose quieta.

—  Bueno, puede que en eso tengas razón mi vida…   Pero  entonces no entiendo por qué mejor no le pides a Ricardo que mejor ponga en tu oficina que diga que es la encargada de relaciones públicas y así aparte del negro ese, también atiendes a todos los tipos y clientes a los que él quiera que te echen un ojo como lo hizo esta noche.  —  Solté el hiriente comentario sin medir las consecuencias que me pudiera traer.

—   ¿Ya ves como si estas enojado conmigo?...—   Afortunadamente, supongo yo que por el sentimiento de culpa no reaccionó de manera alocada o me abofeteó en el acto.    Añadiendo enseguida con aflicción.   — De verdad fui una tonta…   No sé que me pasó… No sé cómo pude pensar que eso de veras pudiera gustarte…   Ahora siempre vas a pensar que soy una mujer de lo peor o una puta cualquiera.  No la mamá de tu hijo…    Yo no quería…  Y menos que tú los oyeras…

Sollozó pasando de un estado de ánimo a otro,  cuando para sorpresa mía, percibí la humedad de sus lágrimas sobre mi camisa., con lo que ocasionó en mí aparte de un súbito e incluso aun mayor estado de exaltación dentro de mis pantalones, también un sentimiento encontrado de culpa por todo lo que le había dicho respecto a ella  y aquel tipo.

—No, no es eso Isabelle…  Por favor, no quise decirte  eso, pero es que de veras no me gustó ver como se propasaba contigo como si fueras algo de él y no mi mujer…—     Me  atreví a decirle en tono conciliatorio,  aunque sintiendo al hacerlo, que estaba ahora de nuevo venciendo mis naves, abandonándolas ante el morbo y oscuro placer que me ocasionaba saber que lloraba por mí y lo que había hecho.

—Pero si fue Erick el que empezó  todo Daniel…   Él fue el de la idea que jugáramos y empezó a decirme todas esas cosas… y pedirme que me quitara la ropa.     No él…   — Aun así continuó su defensa.     —  Cuando estabas debajo de seguro que lo oíste.

Ahora ya había quedado claro que ella  bien sabía que yo los había estado escuchando sin decirles nada al saber que estaban hablando de mi esposa y no cualquier otra.

— Si,  lo sé  Isa…   Pero por eso mismo me preocupo aún más…   Dejar que mis amigos  te vieran así no  creo que  fuera una buena idea... —      Aclaré, antes  de yo mismo, con el afán de no hacerla sentir ya tan mal por lo sucedido, cometer el error de sincerarme con ella.   Y tras pasar la saliva que parecía hacerme difícil encontrar la serenidad, confesarle:

Si, sé que fue Erick el que empezó de baboso., y no  es tanto que esté molesto con él por intentarlo…   De hecho hasta te puedo decir si tú quieres que me gustó lo atrevido de todo lo que sucedió  pero te aseguro que de no ser porque Danny los detuvo  cuando te llamó, el tipo este te hubiera encuerado o hasta te hubiera hecho algo más aunque estuviera yo ahí delante de él…—

Y percatándome de como al hablar, mi erección volvía a recuperarse dentro de los calzoncillos que ella rozaba,  incluso fui aun más lejos, como para decirle :  —Y luego cuando subí a calmarlo y te deje a solas con ellos,  de pronto mientras lo cargaba me di cuenta que no había sido una buena idea.    Me dio miedo volver a bajar y no sé…    Interrumpirlos…—     

“¡Allí estaba!...    Todo  en abierto…    ¡Lo había dicho!.” —  Embrutecido por el alcohol y la extrema lasciva,  públicamente había aceptado ante mi mujer  que había tenido temor de bajar a defender su honorabilidad y respeto…   y  si alguno de ellos hubiera decidido pasar de la “línea”, probablemente aun estando presente yo, allí a su lado, no me hubiera atrevido a impedírselo.

—Si papi, lo sé —    Fueron las únicas palabras que salieron de ella cuando notó henchirse mi exacerbada virilidad y apoyó mas fuertemente sus dedos en contra de esta.

— Por un momento me preocupó…    Sabes que nunca te dejaría pero cuando te vi aquí parada entre ellos …—  Tuve que hacer una pausa para pasar saliva de nuevo antes de atreverme a soltar que lo iba a decir.

— Pensé que al verte tan cerca, alguno de ellos o Erick tal vez, se lanzaría encima de ti para arrancarte la blusa y forzarte a que tuvieras sexo con ellos…   Si no hubiera sido por el niño que los detuvo, no sé qué hubiera pasado.

—Si papi…  lo sé....  Y de veras lo siento.  No fue mi intención hacer que te preocuparas pero no se…  No quiero que pienses mal de mí y no sé si deba decirte…—   Hizo a su vez ella una pausa antes de aventurarse.

…No sé si deba decirte para que no te molestes.,  pero es que no sé que me ha pasado de un tiempo a la fecha… — 

Ahora ya había atenazado mi miembro entre sus dedos, por lo que yo, consumido por la pasión y la tremenda perversión que estaba experimentando esos instantes quise saber.    —¿Qué Isabelle?...   Dime qué te pasa…

—Es que no sé, no quiero que ya te enojes conmigo…—  Continuó tentándome a que cayera tanto con sus palabras como con la encendida caricia que había comenzado a prodigarle a mi enardecido órgano masculino.  Por  lo que trastornado le asegure:

No…   no te apures, está bien si me dices, mira como me tienes…—

—Bueno, pero sólo si prometes no enojarte te puedo decir que cuando Samuel, Tomás o alguno de tus amigos o gente que yo creo que ni siquiera conoces me ven, yo me enciendo no sé porque…—   Cómo un golpe directo al estomago como una tonelada completa de peso cayó sobre la imagen de mi bella mujer exhibiéndose delante de todas aquellas personas.   Pero aún así, mi  pene enfundado creció entre sus dedos.

…¡Hegh!.   ¡Ay papi!...  Mírate nada más…   ¡Que cosa papito! …    Ve como te pusiste…—     Provocativa comentó refiriéndose a mi erección en cuanto la palpó de manera incluso aun más firme .

—¿Me la vas a dar papi?...    ¿Me vas a hacer un bebé?...—       Insinuó morbosamente.   Por lo que sin importarme ya más nada de  lo sucedido intempestivamente  la aparté de mi pecho para tirarla sobre los amplios cojines de nuestro confortable sillón y tras contemplar por no más de unos breves segundos el espectáculo que de repente me obsequiaba a los ojos el diminuto triangulo frontal de la superficie de encaje y algodón de sus pantaletas, que debido a la agitación de nuestros movimientos, sumándose a lo corto de la falda que, con excepción de aquellos momentos durante los cuales habiéndose despojado de esta para que sus invitados las observaran,  había permanecido cubriéndolas durante casi toda la noche.    Y coquetas aún, ya nada más a solas conmigo, apenas volvían a asomarse ante mí,  justo al final del alborotado dobladillo de tela plisada color blanco., al terminar aquellas piernas lozanas y firmes de tierna piel suave y bronceada por el sol del verano, que ahora como un regalo para mis ojos, en el otoño para acrecentar su belleza., y bajo la tenue luz de la lámpara de la sala, de las sutiles vellosidades que semejándose por su delicada apariencia y tersura a pelusas de durazno tono uniformemente dorado, arrancaba un gentil resplandor que al envolver toda la mórbida superficie de sus apetitosos muslos la hacía lucir incluso aún más tentadora e invitante hacia mis carnales deseos.

…¡Si mami.,  te voy a dar lo que te mereces por andar provocándome y exhibiéndote frente a mis amigos!—    Exclamé en un arrebato.    Al tiempo en que  abalanzándome encima de ella, al tiempo en que mientras con una mano palpé la humedad que traspasaba las capas del fino tejido de lencería y algodón que aun resguardaba la anhelante hendidura de su empapado monte de venus, y de un solo tirón con la otra busqué liberar mi enardecida virilidad.    Y tras conseguirlo, movido por un extraño deseo de prolongar aquel incitante momento apunté la encapuchada corona de mi falo hacía la tela, hasta que acercándome a ella empujé levemente la áspera tela que separaba mi cuerpo del suyo.

…¡A—ahaahh…ahgh!… Papi…  hegh… ¿Qué cosas me ha… hagh ha-ces?...—    Balbuceó ella al sentirme empujando mi masculinidad contra la inicuo refuerzo de tela que la protegía de mi avance.    Y después ya en forma mas clara me preguntó:

—¿Te gustan mis panties papito?...      Los estrené hoy para ti...—

—¡Si!...    ihhhgg  heegghh… —   Ahora musité yo entre mi respiración entrecortada al sentir que mi glande se humedecía aún más al apoyarlo contra el centro de sus pantaletas y parecía hundirse ligeramente con ellos hacia su hendidura antes de separarme de ellos un poco y observar así el estado en que había conseguido dejarlos con mi ardoroso jugueteo.

—…Me los puse para ti.       Para que tú me los vieras…—   Hizo una breve pausa para jadear.,  antes buscar con su pelvis estrechar la distancia que yo había producido., y halando mi cuello hacia ella susurrarme al oído:

—  Los usé para ti mi papito  pero tú dejaste que ellos me vieran con ellos…        Hazme tuya mi cielo…     Hazme tuya completa…    Hazme un bebito…    Mánchalos con tu cosa y cógeme toda…    ¿Es lo que quieres no es cierto?...

—  ¡S-s-si!., es lo que quiero  Isabelle…   Es lo que quiero.      Mancharte completa  y tirarlos después…   ¿Por qué dejaste que te los vieran?...—      Finalmente inquirí trastornado por sus palabras.

—¿Te gustó que me vieran?...      Dime si te gusto que vieran los calzones que tu esposa se pone para cuando quiere que te la cojas…—     Continuó restregándose contra mi garrocha.  Antes de preguntarme:   —   ¿Te gustaría que me vieran ahora?...     ¿Qué vieran como me tienes con estos calzones que me puse para que me cogieras pero tú les dejaste que vieran?.

— ¡Si!...     Que te vean…     Que vean como te tengo y dejo los calzoncitos de mi señora por andar de caliente… —  Casi gruñí sin apartarme de ella.

—Si papi, enséñales como me coje mi maridito…    Enséñales como me regalas otro bebito si yo te lo pido para que juegue con Danielito…—    Me aturdía cada vez más con sus palabras mientras empujaba sus pantaletas contra mi embravecido órgano reproductor.    Casi doblándomelo  por completo pese a lo excitado y firme que lo tenía.

—  Oh  Dios Danny, mira como me tienes toda mojada con tu cosa empujándome los calzones…    ¡Por favor cógeme!...    ¡Regálale a Daniel un hermanito con tu cosita!...   —     Morbosa me cuchicheó al oído al tiempo en que apartándose de nuevo de mí enhiesta barra, la busco con sus dedos para rodearla.

…¡Ay papi casi me la metes con todo y mis calzoncitos mojados.—   Me hizo delirar al escucharla de nuevo y sentir como volviendo a cerrar el espacio que nos separaba,  sin darle oportunidad a mi miembro para que apuntara hacia cualquier otro lado como no fuera aquel deshonrado pedacito de tela que la cubría, me pareció que estaba próximo a reventárselo con la inflamada punta de esta o penetrarla con todo y el empapado tejido si algo no sucedía antes.    Por lo que no queriendo desperdiciar el momento para poseerla , le pedí que me dejara entrar a su ser.

Simplemente no había manera alguna en que pudiera yo resistir ya por mucho tiempo más el febril escarceo de Isabelle,  por lo que aunque no fue necesario, a la siguiente vez que separó mi barra encendida del contacto con sus pantaletas, me hallaba dispuesto a apartarlas a un lado y hundirme hasta el fondo dentro de ella,  cuando para mi sorpresa y alivio al empujarme de nuevo, en vez de aquella barrera encontré la candente humedad de su cuerpo abierto para recibirme.

“Ahhhh…    ahhggg…   Ma- ahh- ami…   ¡Estás toda mojada y caliente!”—   Recuerdo como me derretí al sentirla por dentro tan húmeda.   Aunque sabiendo que seguramente en buena medida aquella sensual acogida a mi miembro viril, podía deberse a lo ocurrido durante la visita de sus conocidos,   no pude contenerme y separando mi rostro de ella me atreví por vez primera a decirle:

— Pensé que el negro ese luego de verte no se iba a querer ir sin intentar cogerte o de menos querer verte totalmente encuerada delante de ellos!...

Ante lo que ella de pronto reaccionó saliendo de su abandono para abrir bien grandes los ojos y mirarme con la boca entreabierta en actitud de franca sorpresa por unos instantes que me parecieron eternos., antes de contestarme sin que yo lo pidiera.

— Cógeme Danny, cógeme duro y hazme un bebe antes de que si tú no me coges como yo necesito,  deje que el negro ese me coja la próxima vez que me vea…  ¡ Él ya me lo ha estado pidiendo cuando salimos y hoy volvió a pedírmelo mientras tú no oías!.—

Sonrojándose cuando me lo confesó volviendo a acercar su boca a mi oído para que ya no la viera, continuó enseguida diciendo con su etílico aliento:    — Cuando hemos salido me lo ha pedido mil veces pero por ti he podido alejar sus negras manotas cuando me toca. 

Cómo si en vez de  un toro de lidia herido ante tan arteras ofensas , en aquellos delirantes momentos en vez de comportarme cual macho irritado al que le hincan la puya comencé a gozar de mi atolondrada mansedumbre embistiendo a Isabelle lo más profundo que mi avergonzada virilidad me permitía encajársela dentro de su receptiva feminidad.

— ¡Si, así  Danny,  dámelo todo completo!....      Márcame hasta lo más profundo y vente dentro de mí para que todos lo sepan y no tengan dudas de que eres mi macho… y no un marido cornudo que no sabe como hacérselo a su señora….      Hoy viste cuantas ganas tiene de llevarme a la cama el negro ese papito…   Casi me coge delante de tus amigos mientras no estabas…   —  Hasta mi nariz llegaba el aroma que emanaba de sus tiernos labios al decir agraviarme con tanta insolencia  que de ellos salía.

¡Arrrhggg!.... ¡N-n-nnno!.,    no… —      Perdido entre la locura y el más lascivo e insano deseo que tanto su cuerpo como sus palabras me producían, comencé a copularla frenéticamente como no lo había hecho nunca antes desde que estábamos casados, y de pronto estallé por completo dentro del cobijo que las paredes de su vagina me brindaban para que me descargara.

— ¡Papi, papi, papi!....   ¡Sí….  Que lindo!.   Dámelos, dámelos todos!...    Hazme tuya para siempre y regálale un hermanito de navidad a Daniel…—       Entre sus gimoteos finalmente escuché a Isabellé abandonándose conmigo, al tiempo en que sentí todo su ser vibrando debajo del mío y bañando con los cálidos jugos que su cuerpo había producido para aumentar mi deleite, explotar por completo alrededor de mi pene. 

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Sumidos en la inconsciencia ambos tuvimos profundos orgasmos y para mí al menos, aquel fue uno sino es que el más intenso que recuerde  haber tenido en la vida, pero una vez habiendo terminado de descargarme en su cuerpo y ella procurando recuperarse y evitar que el tapizado de nuestro sillón pudiera ensuciarse, volvió a acomodarse la pantaleta para cubrir con esta su canal amoroso y contener cualquier escurrimiento que pudiera provenir de su inundada oquedad femenina antes de levantarse con prisa en dirección hacia las escaleras.

Aturdidos por la inconmensurable procacidad del momento ambos habíamos explotado como un par de locos.   Sin duda alguna habíamos gozado cada quien con su parte de fantasías y temores a los que habíamos puesto a bailar descalzos sobre los encendidos tizones lujuria e indecencia.    Eso la sabía, pero después de haber sido bombardeados tanto mi ego como mis oídos con tan desmedidas palabras, sentía que tendríamos que hablar sobre lo sucedido.

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Continuará…


6 comentarios:

  1. Estimado Ludo te agradezco por partida doble.
    La primera esta parte de tu OBRA MAESTRA.
    La segunda tengo tu relato desde hace una semana, no he tenido el tiempo de leerlo, hoy no me aguante y comencé a leerlo una cosa llevo a otra y llego mi señora y “NOS” regaño, ¡bueno MAS a ti! Por crear esta OBRA MAESTRA, y retrasarme en el trabajo.
    Gracias me encanto hasta ahora, (me súper calentó, mi señora en la noche te lo agradecerá)
    Tu admirador Federico

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  2. Pues si es así disfrútelo Señor...

    Celebro te esté gustando

    LudoM.

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  3. Ayyy no, que cosas acabo de leer, es tremendo, nunca creí encontrar tanta sensualidad y deseo en Internet la verdad, lo felicito por este escrito y los previos a este, no pude evitar ponerme de mil colores y mil húmedos calores al imaginar semejante morbo...

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  4. solapa27:
    excelente serie ludo...desde k inicie no pude dejar dejar de leer toda completa... espero con ansias la continuacion.....

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  5. Me gusto este relato esa vieja si sabe que p2, oye ludo, crees que las esposas maduras son mas calientes que las jovencitas?

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  6. Hola Lily: Aunque me gustaría decirte en definitiva que sí; que la mujer madura en definitiva es mas candente que la jovencita; creo que hay casos y casos.

    Todo este gusto mío por estos temas, me fue "implantado" dentro de mi cabeza por mi primer novia,a los 15 años de edad.

    Creo que en parte eso responde - parcialmente - la pregunta, aunque, ahora bien: Tambien creo que la mujer madura gana en experiencia, secretos y entrega.

    Ludo M.

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