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miércoles, 18 de mayo de 2011

Mi recatada esposa. 1a Parte Cap. 01 Escena 1 - 3 ( Prefacio a Fase 10 )

Prefacio.

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Antes de empezar, quiero agradecer a mi hijo, ex esposa y pequeño puñado de amigos que pese a tantas vicisitudes, dudas y sin fin de temores me han alentado a continuar escribiendo y creando toda clase de escenarios posibles donde seguir intentando desarrollar algunas de las mas desmedidas ideas y situaciones posibles

Esta va para ti …  Yorch de los Boletos;  todas las Adrianas e Isabeles;  ratones fuereños y demás gente que me ha hecho favor, durante ya más de diez años de leer, opinar y contribuir.    Pero muy especialmente  a Manuel Bond por asegurarme que siempre vale la pena tratar de hacerlo uno mismo sin importar que otros lo hayan intentado ya antes que uno.  Y por supuesto que, por  haber dado pie de nuevo a la intención de crear este relato, a la Silvia, sin cuya cooperación tal vez no hubiera aventado de nuevo el sombrero del otro lado de la cerca.
(. “Por un beso de la flaca daría lo que fuera…   Por un beso de ella, aunque solo uno fuera” )   Jarabe de Palo.

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Mi Recatada Esposa. ©
Ludo Mentis
1ª Parte,  Cap.1,  Introducción (“Gózame Más Mi Macho”.)

…¿Por qué fue que todo esto comenzó?.   En realidad creo que no lo sé.   Quizás algo tuvieron aquellas fantasías y relatos que desde temprana edad comencé a leer cuando por accidente encontré el escondite secreto donde se hallaban todas aquellas novelas eróticas y policiacas que mi padre o hermano mayor guardaban con tanto recelo.


El caso es que entre todas aquellas portadas, páginas, párrafos y renglones tan llenos de evocadoras  y candentes escenas que relataban las más desmedidas situaciones que transcurrían entre personas adultas desconocidas aun para mi febril mente, y por mi cuenta pronto comencé a imaginar todo posible tipo de escenarios o cuestiones por las que personas de mi entorno inmediato pudieran prestarse a que les sucedieran.  Y así como cualquier hombre normal nacido en el siglo pasado.,  con mis propios miedos, tabúes y fantasías que fueron creciendo junto conmigo., llegando, después de algunos arrebatados romances finalmente a casarme con la bella mujer que ahora es María Isabelle, madre de nuestro querido pequeño.  Y quien pese a haber ya haber estado casada anteriormente con otro hombre y haber concebido a otra criatura, siempre se había mostrado un tanto cuanto reservada conmigo respecto al sexo, permitir que se hablara en la cama o cualquier otro lado gran cosa acerca de mis fantasías o las suyas., y mucho menos comentarme acerca de su vida anterior o relaciones con su esposo o cualquier otro compañero que hubiera tenido antes de conocerme.

Así fueron las cosas durante nuestro matrimonio, hasta que quizás por el aburrimiento o el hastío que de repente surge dentro de la vida  familiar, no de padres, sino de pareja, de pronto algo pareció comenzar a cambiar en su actitud tiempo después de que naciera nuestro niño, quizás por la edad de ella que al aproximarse ya a los cuarenta buscó aun sentirse vigente, atractiva y sensual después de haber traído al mundo a dos hijos.  Al tiempo de conseguir un nuevo trabajo como asesora de auditoría, se inscribió al gimnasio para reafirmar su agraciada figura; poner en forma sus deliciosos muslos, rebajar alguna llantita que la hacía sentir disconforme su cintura y tonificar la contundente redondez de sus glúteos.   Aunque lo que definitivamente no pudo disminuir prácticamente ni un ápice fue el tamaño de su voluminoso busto., el cual pese a que yo siempre le decía que para mí era uno de sus principales encantos, a ella después de su segundo embarazo había empezado a hacerla sentir injustificadamente apenada de su tamaño.

Incluso llegó a darse la situación de que sin que en realidad su busto sea de aquellos escandalosos o desproporcionados para su figura, al ser necesario que en algunas marcas de prendas íntimas, no le acomodara o llenara sobradamente algo más que la copa C de talla, para asombro mío una noche me dijera que había pensado en la idea de acudir a ver a un  cirujano estético para que se lo redujera.   Ante lo que sorprendido le dije que estaba completamente loca por pensar siquiera en dicha posibilidad.

—…Es que lo que se usa ahora son los cuerpos más delgados Daniel.    Tú no sabes lo que es tener que andar cargando estas cosotas que me hacen ver gorda…   Te aseguro que todos tus amigos y sus novias de seguro se ríen de cómo me veo…   Me veo pasada de moda…—    Recuerdo  que me alegó.

Ante lo que le contesté que simplemente aquello no era cierto.,  y si bien, aunque mis amigos la respetaban a ella cómo mi esposa,  en más de alguna ocasión me había ya dado cuenta de lo mucho que les atraía:   —…Te aseguro que les encantas., y si alguna de sus novias flacas te miran o te critican, te aseguro que es por celos y envidia y no por otra cosa Isa…

—Lo que pasa es que a ti te gustan esas mujeres como las de tus cuentos o aquella revistita o librito que tienes allí en tu buró…—   Afirmo categórica, evidenciando que aunque no me lo hubiera dicho antes,  había estado husmeando entre mis pertenencias o al menos sabía de lo que guardaba dentro de mi  buró.

—¿Cómo se llama ese que más lees?...  ¿ “Goza mi macho”?...  ¿O “Gózame mi macho”?...—   Inquirió  en tono confuso entre severo y burlón.  Para concluir enseguida:   —De  veras que yo no sé por que lees esas cosas.,¿ de veras te excitan o crees que las mujeres hacemos ese tipo de cosas cuando ustedes no están; nuestros jefes o cualquiera que se para dentro de nuestra oficina durante el día?...

Cuestionamiento tan profundo que, al sentirme desarmado por completo y expuesto de mala manera ante ella ya no supe que contestar y sin querer entrar en más detalles sobre lo mismo, simplemente opté por callar y cambiar de tema.    Aunque recuerdo que de cualquier manera., luego de aquella conversación las cosas comenzaron a ser diferentes y de pronto la cuestión del tamaño de sus pechos dejó de aparecer sobre la mesa, y más aún, para sorpresa mía de repente volvió a comprarse zapatos de tacón mas que altos, y ponerse para salir al trabajo algunas faldas cortas acompañadas de blusas que si no en extremo o nada inapropiadas, al menos en un principio ocasionalmente volvieron a ser escotadas como las que usaba antes de casarnos.   Lo cual celebré.  
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Mi Recatada Esposa.
1ª Parte, Cap. 1, 1ª Escena   ( - Secretos de la Lencería de una Distinguida Dama Casada - )

Así las cosas, por durante un tiempo la vida volvió a la normalidad y yo disfrutaba salir los fines de semana con Isabelle y los niños a comer a  algún buen sitio y hacer nuestras compras.  Especialmente cuando la ocasión se daba de que, como a muchos maridos en la actualidad nos sucede, al encontrarnos en alguno de nuestros centros comerciales favoritos, sin saberlo ella, al pedirme que la acompañara a alguna tienda a buscarse alguna prenda nueva para su renovado guardarropa de oficina, me permitía poner un poco de lado mis frustraciones y secretamente fantasear con la posibilidad de que como parte de aquel inesperado cambio de actitud y vestimentas que ahora la renovada Isabelle tenía, se atreviera a ser más atrevida y yo de alguna manera pudiera conseguir que aparte de que fuese mas abierta conmigo respecto a el sexo y detalles de su pasado, se convirtiera en la esposa coqueta que yo siempre había soñado tener.,  e incluso mostrara un poco más de su cuerpo a los demás.

Así,  cada vez que ella pedía mi opinión sobre alguna falda o vestido, yo siempre le sugería que llevara la que fuera más corta o entallado,  y cuando en una ocasión en que estaba buscando que ponerse debajo de un vestido que había escogido., aun cuando jamás había tenido , ni creo que algún día tenga nada en contra de los panties o juegos de prendas  íntimas tan delicadas y femeninas de encaje con transparencias que regularmente usaba para mí o durante el día, me apresuré a sugerirle que en esa ocasión llevara además de un encantador juego de lencería cuyo estilo de pantaletas había yo descubierto recientemente en alguna revista que había visto, y que consistía en algo semejante más bien a una banda o cinturoncito ancho de encaje  que ciñéndose al contorno de las caderas y glúteos de la modelo, de repente de algún lugar entre la diáfana tela, surgía una delicada lengua de material que cubría la entrepierna y serviría para proteger los rincones más íntimos de su  anatomía.   Y le propuse que aparte de esta, el juego de brassiere que lo acompañaba y  otras prendas, llevara también una tentadora tanga que al encontrarse en el mismo exhibidor de la marca, parecía ser la segunda opción para coordinar el  sugerente jueguito de ropa interior.

…No., no sabes lo que dices.  Esas son incomodísimas para traer puestas…   Sientes como si trajeras todo  el día algo allí en medio metido…—    Intentó oponerse explicándome su razón.

—Pero si no tienes de esas…  Yo veo que ahora todas las mujeres las usan., y no creo que sean incomodas si  tantas que veo en la calle  durante el día  van como si nada.   ¿Tú como sabes que son asi de incomodas?...—    Argumenté

—Bueno si, es que si me he llegado a ponérmelas pero no me gustó, se siente como si trajeras algo allí entre las pompas y que todo mundo te anda viendo como si no trajeras puesto nada debajo…   Por eso es que nunca me has visto  con unas. —       Aclaró antes de proponerme:   —  Mira., ¿por que no mejor me llevo estas que me escogiste, que casi parecen una tanga por lo delgadito de la tira de en medio, y si quieres me compro unos de esos transparentes que también tanto te gustan?...  Si veo que no me parecen tan incomodas luego venimos y me regalas la tanga u otra que quieras…

—Además, ya pronto va a ser tu cumpleaños y nuestro aniversario.     Y si te portas bien…—     Dejó en suspenso la sugestiva oferta, que como si fuera más que claro para todo le mundo lo que aquello podía significar tan sólo completó con lanzarme una enigmática mirada  acompañada de la más picara aunque igualmente desconcertante sonrisa.

Interesantemente para mí,  al menos yo si lograba entender a que se refería con aquella sonrisa y su ofrecimiento., y aunque en verdad tenía unas ganas tremendas de verla o  al menos saber y darme cuenta el día que llevara puestas debajo aquel tipo de descocadísimas pantaletas, decidí no insistir más por el momento, aun cuando me  llamaba la atención tanta renuencia y el hecho de que también me comentara que lo malo que ella le veía a las tangas era que aunque supuestamente esto no debía ser así,  muy frecuentemente se notaban más las pantaletitas de corte regular , y ella suponía que en realidad las mujeres no deberían de usarlas de manera tan cotidiana.

—  No sé, para mí , es como si quisieras irles gritando a todo mundo...   Hola , ¿ya vieron como se me marca la tanga? …    ¿ya vieron como se me notan?...      Por eso prefiero las normalitas de encaje o hasta las transparentes que tanto te gustan…  Así sólo yo y el que las vea tiene idea de lo que realmente traigo debajo… —  De repente me reveló.

— ¨¿Él que te las vea?...  —  De pronto, aturdido ante semejante  posible implicación que había podido sugerir con sus palabras, abrí los ojos como platos al preguntar exactamente a que se refería.

—¡Ayshh!...  Que bobo eres tontito!...   Claro que no me refería a ti …o a mi —   De inmediato añadió, antes de aclarar:

—A lo que me refiero es que,  por ejemplo, los calzoncitos blancos transparentes que me pongo para ti, ni te imaginas que los traigo puestos hasta que de repente sin que te lo esperes te dejo que me los veas., ¿ si entiendes?...  ¿No supondrás que me los pongo nada más porque sí, verdad?…  Esos me los pongo cuando te has portado bonito conmigo y sé que me los vas a ver puestos…  O si no estuviera contigo o casada supiera que alguien más me los va a ver.—      Explicó antes de concluir  cuando nos dirigíamos ya a la caja a pagar por sus cosas.

— Yo creo  que es casi lo mismo con las tangas…   Son tan incomodas que un hombre debería bien claro saber que cuando  una mujer se las pones es para agradarle y que la vea.,  no para andar de diario por la calle dejando que todos las vean y se imaginen cosas…A no  ser  que ande una en busca de novio…

Finalmente ella como siempre, me cambiaba el sol por la luna, y lo que  inicialmente yo había estado suponiendo y fantaseando acerca de convertirse en una mujer más coqueta y descarada.,  de pronto se venía otra vez hacia el suelo, e incluso hasta conseguía hacerme sentir malvado por permitir que llegaran a mi cabeza tan insanos pensamientos,  cuando ella lo que me decía es que tan exquisito placer de observarla y saber acerca de detalles tan íntimos que ella me regalaba,  eran únicamente en beneficio mio y para mi goce exclusivo.     

De cualquier manera, la decisión ya había sido tomada  por ella y yo sin más entendí que bien podía mi Isabelle tener la razón absoluta sobre el asunto., por lo que sin alegar extraje  de mi cartera el plástico para pagar y que cargaran las compras a mi cuenta de crédito., gustoso de tener a mi lado a tan  adorable mujer por esposa.

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Días, o una semana más tarde tal vez, sin esperarlo de ninguna manera,  al estar ya por acostarme luego de llegar tarde a la casa tras haber tenido una reunión de última hora con el director de crédito de uno de los importantes bancos con los que trabajo., y que cuando llegué Mary, sin haber podido esperarme a cenar con los niños, hubiera subido a dormirse,  sin hacer ruido para no despertarla me había quitado el saco y la corbata, cuando de improviso me entró la urgencia de utilizar el baño, y tras  hacer de mis necesidades fisiológicas, en el momento que me disponía ya a salir para ir a acostarme al lado de ella, y al levantar la tapa del cesto de la ropa sucia con la intención de arrojar dentro la camisa y calcetines que recién me acababa de quitar. , dentro de este hallé algunas de las prendas que sin duda había usado ella durante aquel día.

Sorprendido de lo que veía, reaccioné de inmediato a mirar hacia el vestidor que comunica a nuestra recamara principal con el cuarto de baño, e inmediatamente después hacia ambos lados de donde me hallaba, cuando de reojo algo captó mi atención colgado dentro de la regadera.  

De súbito mi cabeza se altero al tiempo en que mi corazón y en todo mi ser sentí como si me desvaneciera por un breve momento al percatarme que con aquella femenina pieza de finísimo tejido azul sustancialmente translucido que hubiera resultado materialmente transparente de no ser por las delicadas aplicaciones de encaje y llamativos moñitos que adornaban la finísima tela de la confección., y que ahora por completo indulgente ante mí, colgada en un pequeño gancho de plástico , aparecía aún húmeda tras haber sido lavada  por mi esposa en algún momento durante la noche, se completaba el coordinado de ropa íntima con el que hacía juego el resto de lo que se hallaba ya escondido dentro de la discreción del bote de la ropa sucia.

Se trataba no de otro si no de un atrevido jueguito de lencería que ahora sin dudas había usado ella aquel día., y del que aparte de no habérselo visto puesto más que en la sola ocasión cuando lo compró y hasta lo modeló para mí., para luego decirme, como lo había hecho días antes durante nuestra conversación en la tienda, que en realidad no era algo para ponerse seguido, dado que si de por si no fuera ya suficiente para la vista la diminuta y transparente pantaletitta del mismo, el desmedido escote de las copas del su brassiere , o como sea que pudieran en realidad llamárseles a las dos medias lunas que mas que acopar a sus senos  parecían ser un simple par de apoyos para mantener de alguna manera acunados los vastos orbes de carne y glándulas pero sin cobijar  o siquiera molestarse en hacer otra con ellos mas que mantenerlos apuntando hacia delante y engrandecer su tamaño.

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Mi Recatada Esposa.
1ª Parte ,  Cap. 1,  2ª Escena   ( - invitados incómodos - )

¿Qué hiciste ayer?...   Ya ni te oí llegar. —   A la mañana siguiente me preguntó Isabelle mientras caminando de un lado hacia el otro se apresuraba a terminar de vestirse y se dio cuenta de que ya me hallaba despierto

…Eh.ehr  ahhh., na-  nad-da…  fui con Samuel a ver unas cosas de la productividad y después me invitó a tomarnos la copa…  ya  sabes como le gusta seguirse a veces la fiesta.—    Terminando de despertarme le contesté.  

“¿A dónde estaba yo?”…   “¿Por qué no mejor me dices a donde fuiste o que hiciste ayer tú?., o ¿Por qué o para quien te pusiste ese brassiere y esos calzones?”…   —   Como un ansioso flagelo golpeó en mi cabeza la inquietud de preguntarle para hacerle saber de mi hallazgo  en el cuarto de baño.   Y casi me lanzo a cuestionarle, de no ser porque algo muy dentro de mí me hizo quedarme callado al respecto., y en vez de eso le pregunté:  — ¿Y a ti?...  ¿Cómo te fue?.  ¿Qué hiciste?.

—Ah,  ¿a  mí?... S-si… ya sabes, me fue bien.  Se me hizo un poquito tarde porque fui con Tomás a comer con una compañía a la que es muy probable que les hagamos una auditoria de sus procesos—  Titubeó ligeramente al comenzar a responderme.

¿Tomás?...  ¿Quién es Tomás? —   De inmediato me asaltó a la cabeza la duda.

¡¿Cómo que quien es Tomás!?...   Tomás Lanzagorta,  mi jefe.—   Dejó de mirar su reflejo en el espejo del tocador para volteara a mirarme mientras terminaba de acomodar un pendiente.  

“Ah, vaya…  Ahora resulta que te vistes  así para el mono ese que me dijiste que no soportabas y menos por que tu jefe había sido el de la idea de aceptar que lo enviaran como asesor por la idea de asociarse con la compañía esa de Miami”… —  Seguía tentado de soltarle a la cara mis suposiciones para que no siguiera fingiendo ahora que al menos ya tenía yo si no un rostro al menos un nombre.  Pero en vez de eso le pregunté:

Ah vaya…  ¿pero y desde cuando ya se llama Tomás?...    ¿Qué no me dijiste primero que era un prieto pesado y chocante?—      Viniendo  de forma inmediata a mi cabeza el recuerdo de mi hallazgo de la noche anterior en el baño., y movido por la inquietud de un súbito ataque de celos casi en tropel me lanzo a preguntarle para que o si para ese tipo tan pesado como el que ella me había contado que era, había sido que ella usara semejante tipo de prendas.  
Ayshh bueno…¿Qué Erick no te contó?.    Ricardo ya se lo presento hace unas semanas y nos fuimos un día a tomar la copa con él.,  y  no resulto tan chocante como parecía…  Si habla un poco golpeado como casi todos los cubanitos pero es bastante simpático.—   Intercedió por él llamando mi atención hacia sus palabras y la ocasión que  me comentaba.   Por lo que quise saber:

¿Erick?...    Ahora no me digas, ¿Erick que tiene que ver en tu compañía?...   No me digas que también con tu jefe…    De veras que ¿que les pasa a todos?, me da risa—  Me distraje del motivo de mis inquietudes, francamente divertido por la sorpresa que aún me producía que la mayoría de mis contactos y relaciones de trabajo hubieran encontrado en un personaje tan joven al que yo les había presentado, un aliado de copas.

—¿Qué?., ¿Qué tiene de malo?...  todos dicen que es muy divertido—      Interpuso ella en defensa ahora del que hasta  hacia algún tiempo había sido mi protegido.

—No, si no digo que tenga nada de malo, pero es que no me imagino que tanto hacen o de que hablaran directores de banco,  dueños de empresas y hasta mecánicos que le he presentado con este cuate que ni la preparatoria acabó…  Sabes que lo estimo, pero me da risa que ahora resulta que también ya hasta su jefe de seguro conoce y Ricardo pensó que era interesante salir a tomarse  unos tragos para presentárselo —  Le comenté mientras la veía ir a buscar su bolso  y cerciorarse que todo lo que necesitaba se encontrara allá adentro.

— Bueno lo  que pasa es que es tan espontaneo, loquito y dicharachero que a todos les gusta invitarlo a la cantina de vez en cuando…   Por cierto que me dijo que les avisaría para que vinieran a la casa a celebrar tus cuarenta. —   Repuso.

—Bueno si, pero es que en realidad casi no me los imagino  a ellos tan propios, bien trajeados y soflameros departiendo con un muchacho de menos de treinta., y menos si se pone como a veces se ha puesto aquí cuando viene y le da por ponerse a bailar contigo poniendo su cara de menso cuando ya se le pasan las copas de más.   La verdad es que luego hasta ridículo se ve con esa cara que pone y las muletillas que le da por decir una y otra vez.  —  Aclaré olvidándome un poco ya del asunto del baño., y enseguida recapacitando en lo que me había dicho acerca de mi cumpleaños, quise saber:

—Oye…  pero paraqué le dijiste , en verdad que no tengo pensado nada especial y me da hasta un poco de flojera que me celebren.   Y mas si además  tengo que andar quedando bien…  

—  Si chiquitito, pero  no…     Además de  celebrarte  si quiero que si se puede vengan porque he estado buscando a Samuel para ver si  consigo que me ayude a entrar al banco con unos cursos que estamos desarrollando y a Ricardo y Tomás les interesa que veamos la posibilidad…  —   Hizo que perdiera un poco más el encanto, aunque por alguna razón, el casi descaro y franqueza de decirme que en realidad pensaba usar la ocasión para resolver sus asuntos, de alguna manera me causo una sensación desconcertantemente placentera.  Y recordé:

—Ah  ya veo…  con razón…  ¿Por eso ayer me dijo Samuel que tú  lo habías estado buscando?—

—Ah, ¿si le dijeron que le llamé?...  No me contestó o me devolvió la llamada…  ¿Qué cosa te dijo?., si nos va a ver?...  Por eso le dije a Erick que si lo veía le dijera que yo o Ricardo lo habíamos estado buscando pero no sé…—   Explicó ella acercándoseme  ya con llaves en mano para bajar y llevar a los niños a su colegio.

…Si, si me dijo, pero no me comentó más…   Pero…  —  Hice una pausa antes de buscar la manera de que lo que iba a decir no sonara  de mala manera.  Ante lo que ella luego de besarme reacciono como si ya de entrada supiera que algo le pretendiera recriminar., y enderezándose al lado de la cama se quedó esperando a que hablara.

—No, no te pongas así Isa…    Es que no sé., Ricardo  lo conoce…  ¿Por qué no se lo pide él  y te manda a que lo hagas tú?...   Sabes que no me gusta que sienta que le debo favores.

—Aysh., ¿que tiene?...   No creo que él piense que es un favor para ti, si  se lo estoy pidiendo yo  y es parte de lo que también debo de hacer con Ricardo y Tomás…—  Retrucó ella  con actitud contrariada.

—Si , bueno, eso lo sé pero él no lo ve así  y la verdad es que yo  no sé que le dijiste en alguna ocasión cuando andabas buscando trabajo, que no me gustó lo que creo que después me quiso dar a entender—  Al final intenté darme a entender.

—Si, eso lo sé, ya me lo dijiste una vez.   Por eso te pedí que tú se  lo propusieras—   Me alegó.

…¡¿Ya mamá?!.    No vamos a llegar…—  Proviniendo del pasillo superior que conduce hacia las escaleras de pronto nos interrumpió la ansiosa voz de Nadia pidiéndole que se apurara.

…Por cierto que como  ya no sabía si los fueras a invitar o quisieras que vinieran a tu fiesta,  los invité para que vinieran hoy en la noche a tomarse una copa y te festejemos. Si se puede llámale a Samuel y que venga si quiere con su esposa.  Erick si  va a venir…—    Encaminándose hacia abajo comentó sin más ya antes de salir.,  sin darme tiempo ya para alegar más nada ni preguntarle finalmente sobre las prendas que había dejado en el cesto del baño.

Mi Recatada Esposa.
1ª Parte,  Cap. 1,  3ª Escena  ( - La Fase 10 - )

Por favor., entiéndase que no es que en realidad no tenga amigos o aprecie la amistad de algunas de  las personas con las que colaboro o de manera frecuente acostumbro  ver para conversar mientras tomamos algún buen trago, y a con quienes ocasionalmente María Isabelle también me acompaña para departir con ellos.   Incluso debiendo admitir que sin ser mi intención en momento alguno la de apartara  a mi esposa de ellos, dado lo sexy que la encuentro desde que la conocí,  cuando por razones de trabajo, algún otro impedimento o plan que ella pudiera tener no iba conmigo, constantemente si no es que de manera  demasiado frecuente caía ella en el centro de la conversación de varios de ellos, quienes decían, y a la fecha sostienen que es ella una de las mujeres más atractivas casadas con alguno de sus amigos aunque quizás un tanto tímida y reservada, a no ser que  tomara uno de aquellos “Rusos Negros o  Blancos” que tanto le gusta beber.

De cualquier manera,  aunque durante mis labores y citas  del día  me encontré un tanto inquieto y molesto, por la noche cuando llegué a la casa sin haber convocado a Samuel a la tertulia que mi esposa había organizado, me dispuse a poner mi mejor cara para recibir a sus invitados., mas cuál no sería mi sorpresa, luego de un rato de estar esperándolos a que llegaran, cuando al entrar Erick seguido de mi amigo Ricardo, con quien ahora trabajaba mi mujer desde hacía  alrededor de seis mese, justo detrás de ellos entró un sujeto enorme y con la piel más oscura que hubiera jamás atrevidose a llegar hasta nuestra puerta.

— Hola Daniel, ¿cómo dices que estás?...   Te presento a Tomás, el jefe de tu señora…—   Hizo  Ricardo las introducciones, sin inmutarse en la sorpresa que me ocasionaba la presencia de aquel hombre en mi hogar.

—  Vaya…  ¿qué tal mi hermano?...   Hasta que conozco al esposo de tu mujercita… Tanto gusto mi hermano, gracias por invitarme.    Me llamo Tomás, pero tú puedes llamarme Mister Obama como me dicen los amigos allá en Miami…  ¡Pinches gringos!...   No distinguen la diferencia entre un africano, su presidente y un cubano…   Para ellos todos los puros le saben a Cohiba.   Para ellos antes de Obama todos éramos negros —     Sin más, antes de estrecharme la mano soltó la perorata con un modulado acento entremezclado de la voz de un norteamericano con raíces isleñas.

…Ja, ja ja… —  De inmediato se escucharon las risas de mis dos conocidos celebrándole el chascarrillo, al tiempo en que yo mas que por cortesía , quizás un tanto intimidado por su presencia y arrojadas maneras le tendía la mano para saludarlo,  en tanto que me daba cuenta que aparte de su prolongada estatura, que sobrepasaba fácilmente por más de una cabeza mi metro setenta y cinco de altura, en realidad, salvo por lo modales si tenía cierto parecido con el cuasi flamante presidente de color moreno del beligerante país del norte.

— Oye…  ¿y  Isabelita no está?...   Le dijimos que íbamos a llegar temprano.—    Cuestionó mi joven entenado.

—Ehr…  ahh  si, me dijo…   Pero me llamó para decirme  que pasaría a comprar algo a la tienda y unos bocadillos para que comiéramos…—   Aclaré  cuando el enorme hombretón me devolvió los dedos de la mano.

¿Y Samuel?...  ¿Si va a venir o te dijo que le pegaba  su señora y se tenía que portar bien?—     Preguntó el flemático director de la compañía donde ahora laboraba mi esposa.

…¡Que le va a pegar su mujer!     …Si el argentino ese ya se ha despachado a más de medio banco y las esposas de los que trabajan con él…  Nada  más ve faldas y ya sabes que de seguro él allí anda metido…   —    Con gesto de fingida desaprobación soltó el inapropiado comentario en tono jovial mi anterior protegido, y ahora  casi pariente, mientras que le recién llegado y yo los escuchábamos.
— No, si es buena persona Samuel.—  Intercedió por el aludido  Ricardo.

—No, si yo no digo que no… Ya sabes que me cae bien Richard  pero de que es un caliente y le encanta la fiesta y el olor a pantaleta, no me digas que no…—      Ahora rieron los tres  después de escuchar el socarrón comentario., e inmediatamente enseguida nos apartamos de la puerta para dirigirnos hacia la sala.
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Al poco rato de haber comenzado a beber, por fin Isabelle llegó con los bocadillos y algunas otras bolsas más  que se apresuró a guardar y subir a dejar algo al piso de arriba para luego  bajar a reunírsenos.

…Hoy vi a Samuel.—     Declaró muy  satisfecha de que la escucharan.   —Me dijo que iba a tratar de venir pero no sabía si pudiera por que tenía algo que ver con su esposa y no sabía si se pudiera zafar

—Pues le hubieras dicho que viniera con ella—   Le amonesté por no haber corrido la cortesía.

Intercambio de palabras al que tanto los dos hombres con los que colaboraba como Erick, tan  sólo respondieron con sendas sonrisas que me parecieron de complicidad.

—  Ya ustedes…  par de payasos…  —  Dejando fuera de la jugada al oscuro cubano quien también se sonrió, les recriminé recordando muy claramente sus comentarios al respecto de él y las esposas de los que trabajaban con él, pues como era de suponerse  me pareció lo que estaban pensando o al menos usando ahora para bromear a costa de mis costillas.

De esa manera, luego de aquella  situación finalmente mi esposa se nos unió y en seguida Erick se ofreció a prepararle una copa de lo que le gusta beber.,   encargándose  después de que aunque su vaso de Old Fashion pareciera pequeño, se encontrara por lo menos a la mitad, y rellenándoselo en cuanto comenzaba a bajar.

Pasamos un buen rato bebiendo, contándonos chistes y hasta luego de lo que sin duda  habrá sido mi cuarto o quinto trago de whisky,  dejándome ver que en realidad no tenían la menor prisa por irse, fue Erick el que sugirió que jugáramos algo mientras escuchábamos música.

—Sí,  órale,  me parece bien…   si me dejan, voy a ver cómo están los niños y bajo el tablero de damas, el domino, unas cartas  o el juego ese nuevo que trajimos de dados, ahora que estuvimos en Orlando—  Se ofreció ella entusiasmada de siempre por los juegos de mesa.

—¿Qué juego trajiste mamita? …   ¿El Fase 10?—     De la manera más inusualmente casual le pregunto el moreno Tomás a mi esposa.

—  Si , ese…  ¿Te gusta?...—   Como si aquel modo de dirigirse hacia ella no le pareciera para nada inadecuado de oírle, le preguntó al  replicante del mandatario norteamericano.  

—Si ,mejor baja ese para que puedas jugar, por que si jugamos cartas, estos me querrán sacar hasta la camisa., y con el domino teniendo aquí  a Mister Obama, directamente bajado de un avión de la Habana, va a hacernos pedazos y quien sabe que quiera para que le paguemos…—   Quizás debido a los efectos del alcohol que ya se dejaban sentir en mi cuerpo, no hice mayor queja y hasta bromeé con el hombre para que hacerle  sentir que no me hallaba tan intimidado por su presencia y enorme tamaño.

 —Si, mejor bajo ese porque si no con los otros de seguro nos ganan…   ¿Me esperan entonces tantito?...—   Se ofreció finalmente dirigiéndose a todos.

…¡No , si ahora si ya se armó!—  Celebró Erick al tiempo en que se apresuraba a escombrar la pequeña mesa en la que se hallaban los vasos, ceniceros y adornos que mi mujer había puesto para decorar.

De esa manera, jugamos, primero una y después una segunda mano, durante la cual el alcohol siguió corriendo especialmente hacia mi garganta y la de Isabelle., hasta que durante una de las pausas que mi mujer  uso para ir al tocador y checar de nuevo a los niños, si no mal recuerdo fue Erick el que comentó que ya entendiéndole al juego, este bien podría también jugarse con apuestas.   Y no fue otro sino Tomás el que dijo que si, que si bien no por dinero, si yo no estuviera allí, él habría sugerido que lo jugaran por prendas.

Comentario ante el cual, movido ya por el estupor del alcohol, queriéndome hacer fuerte una vez más ante él, le contesté que no era yo para nada el del problema, pero consideraba que de ninguna manera la anfitriona de la casa aceptaría tal sugerencia.

Así, no obstante mis consideraciones respecto a lo que mi esposa diría, cuando María Isabelle bajó  y yo me ausenté por un par de minutos para ir hacia el baño y servirme otro vaso de whisky, al regresar los escuché alegando:

—Ándale mamita.,  ¿Qué puedes perder?...  Tu marido ya dijo él no tenía problema,  tú todas las veces haz pasado la fase a la primera, sacado el bono por los doscientos puntos  y hasta ganado una de las dos manos…—  Era Tomás el que la azuzaba a aceptar mientras los otros dos con caras de brutos, no perdían detalle de la que yo suponía que era nada mas que una inadecuada aunque vana negociación, producida por la necedad del estado de conciencia que a veces el licor en exceso ocasiona.

…Si, Isa.    Sólo el que no pase la ronda tendría que quitarse algo que traiga puesto.  —     Se asoció a la propuesta rapaz Erick.

—¡No!...   ¡¿Cómo crees Erick!?...  Además de Ricardo.     También Daniel…   Imagínate que cosa diría…  No les ayudes mocoso…   Tú ni siquiera deberías  de estar tomando si vas a manejar luego…—    Le escuché alegando a mi esposa.  Preguntando enseguida:

¿De verdad si les dijo que podíamos jugar como ustedes me dicen Ricardo?...—   Dirigiéndose al que mas confianza le representaba. Mientras que yo sorprendido de que aquella conversación estuviera realmente teniendo lugar entre ellas y nuestros invitados hice tiempo cerca del sitio en que se encontraban sentados., queriendo saber que otra cosa más alegaban.  Hasta que  escuché contestar al aludido con toda sinceridad.

—Bueno si , es cierto…  Dijo que él no tenía problema si tú aceptabas,  pero que no creía que nuestra linda anfitriona se atreviera o  cumpliera si llegaba a perder.—      Añadió a su propia versión.

—Mi amor…   ¿Ya oíste a estos locos?...    Dicen que tú les dijiste que podíamos apostar  prendas en vez de dinero.  ¡Ven y rescátame  antes de que me digan que les ofreciste otras cosas también!.—    Escuché a Isabelle llamándome en voz alta por lo que finalmente no me quedó otra salida más que aparecerme delante de ellos.

—¿Qué?...   ¿Siguen con eso?...   ¿Están locos  o que cosa les pasa?...   Ricardo no me digas que tú también le haces caso a este mocoso—  Apelé al buen juicio.

—No., si no fue  Erick el de la idea  Daniel…    ¿Te lo pregunté a ti o no Daniel?—   En tono más severo le aclaró el moreno aquel dirigiendo la mirada hacia mí, pero manteniendo de alguna manera la vista alternándose entre mi persona y la de Maribelle.

—Dile que contestaste…—   Me conminó finalmente a que me confesara.     Por lo que un tanto intimidado por el tono y la presencia del  tremendo moreno, no me quedó ya más que asentir y decirle que era cierto lo que decían, mientras que ella apartando la atención de Tomás me lanzó una confusa mirada, llena del más silente aunque profundo reproche y promesa de escarmiento a la vez, al mismo tiempo en que después de quedárseme viendo por unos cuantos instantes más, terminó por sonreír hacia mí al decirles:

— O.K. …  ¡va!...   Si mi marido dice que puedo jugar , juguemos.   Pero sólo le aclaro a él y a ustedes que no es fuerza que me quite lo que ustedes quieran y si me hacen trampa me salgo del juego y me voy a  dormir…  

Comentando enseguida —Que de todas maneras tú Danielito, hoy te toca la tina y tu almohada…—

“¿Que no de todas maneras tú bien podrías decirles lo que yo les había dicho que de seguro dirías?.,  ¿y decirles que o importando lo que yo quisiera o les haya dicho tú no juegas” … —  Recuerdo que me quedé pensando en tanto que  veía a Erick pararse de su sillón y con su sonrisa de bobo pasar  justo a mi lado para ir a rellenar su vaso y el de Ricardo antes de que la función comenzara.   ( De seguro que después no querría tener que pararse y perderse de nada de lo que sucediera )

—Mira mamita…   De alguna manera  todos tendremos que pagar algo si no pasamos la ronda.   Puede ser una prenda o un castigo, según lo prefiera el que pierda en su turno…  ¿Te parece Daniel?...   —   Le dijo el cubano , dirigiéndose a ella al principio para terminar después preguntando por mi opinión.     A lo cual asentí aun sin poder comprender como era que mi recatada y habitualmente reservada señora había decidido acceder tan sólo para castigar mi genial ocurrencia y falta de tino.

Quizás el exceso de alcohol, mi indiscreción o el hecho de que ella era la única fémina presente entre tres hombres aparte de mí era lo que había ocasionado que todo se precipitara de tan inesperada manera y que ahora habiendo arrojado el sombrero del otro lado de la barda, no nos quedara ya mas otra salida que ir a buscarlo…     —De alguna forma pensé para mí. —

Aunque no podía evitar sentirme engañado  embaucado por todos, incluidos principalmente María Isabelle que bien podía haberse negado a participar de aquel juego o con menor culpa Ricardo, a quien siempre había considerado persona ecuánime y bien portado., lo que más me pesaba era pensar que quizás yo mismo había caído y accionado la trampa en la que me había dejado enredar., y ahora  de no ser que armara un escándalo y los corriera de mi casa, habría que esperar muy atento a ver que otra cosa más sucedía o que tanto problema era cruzar al otro lado del  rio y regresar a esta orilla de la mejor manera posible y sin ahogarse uno a la mitad del trayecto o después.    De cualquier forma, intuía que pronto tendría una respuesta a tal ansiedad.

Isabelle aun usaba el coordinado de color hueso con falda corta tableada, blusa de tono oscuro con un elegante moño que, anudado al frente, evitaba que fuera demasiado evidente ante los ojos ajenos todo el contorno de sus opulentos y voluminosos pechos de mujer madura y aun apta para la maternidad.   Y encima de la cual, en cuanto acepto el reto de la comprometedora apuesta que el tipo aquel había osado ofrecerle, de inmediato volvió a colocarse el saco del mismo color que la falda y los llamativos zapatos de altísimo tacón, que, aunque no estaba  yo seguro de haberle visto, supongo yo que eran los mismos que llevaba puestos cuando salió para ir a dejar a los niños al colegio por la mañana.

Aunque, pensé para mí., dado que, como bien me había demostrado la noche anterior sin ella saberlo con la ropa que había encontrado en el cesto de ropa,  Isabelle bien podría traer puesto algo semejante a aquellas prendas o las que habitualmente usaba tan femeninas, las cuales aun cuando como ya he comentado anteriormente , pese a no ser tangas o nada demasiado descocado para una señora casada y madre de dos hijos, pese a ser elegantes y apropiadas para su edad y confeccionadas con los mas sugerentes encajes; eran también a veces demasiado pequeñas o transparentes como los panties que a veces se ponía para mí.    Y en realidad lo que me preocupaba más no era lo que se veía allá arriba, sino lo que traía o pudiera traer puesto debajo y que no había tampoco yo visto.    Y pudiera llegar a ser que no tomando en cuenta ella ese detalle siquiera, alguno de nuestros invitados fuera a ver bastante más de le cuenta o lo  ya de por si inapropiado que el simple hecho de la apuesta parecía sugerir que verían.

Ludo_Mentis@msn.com                             Ludo_Mentis@yahoo.com

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