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viernes, 26 de diciembre de 2014

Amor y Lujo Pte 5 Cap 2 ( Una mujer diferente… ¿ … ? )



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Amor y Lujo©
Parte 5 Capitulo 2             ( Una mujer diferente… ¿ … ? )
Ludo Mentis

* * *

‑¿Ya vas a decirme por qué estás tan molesto conmigo?...‑    En la quietud de la noche, ya a solas en nuestra espaciosa habitación, después de haber ido con los niños a dar una vuelta por el boulevard de la costera, entrado a cenar algo en un restaurante cercano al hotel y habernos asegurado que apagasen la televisión del dormitorio contiguo, comunicado por doble puerta, que permitían pasar de uno hacia el otro sin tener que salir al pasillo; me preguntó Patricia en tono sereno.

…Bueno Patricia discúlpame.  ¿Si?...  Es que ya sabes que a veces no me es fácil, ni tantito.‑ intentaba pedirle a Patricia comprendiera mi situación.

Aquí estábamos en lo que parecía la más costosa habitación de un hotel digno de un rey o Jefe de Estado.  Toda ella costeada o al menos reservada con la tarifa preferente debido a la cuasi incestuosa relación de ella con aquel hombre que habiéndose aprovechado de mi situación para lograr enredarla y hacer de mi mujer su juguetito sexual. Para colmo, Yo había tenido que aprender a tolerar toda la situación sin casi objetar o decir palabra alguna, o que el par de angelitos dormidos al lado, callesen en cuenta de que su madre hacía con el nuevo abuelo, o los vecinos con los que pasaron buena parte de las tardes del caluroso verano.


Si bien, como Patricia había casi jurado hacía un par de meses atrás, trataría de ser lo más discreta posible para procurar que nadie se diera cuenta de las ilícitas relaciones que había establecido, y asegurándome que prácticamente todo ya había terminado con ellos; todavía quedaban muchas cosas por resolver en cuanto a nuestra confianza, temores y celos, que amén de otras tantas cuestiones que ahora inundaban mi ego, afectado al extremo de resultarme difícil ya dejar de pensar en ella siendo seducida por cuanto hombre se le cruzaba por delante mientras Yo, con la esperanza de que esto realmente fuera pasajero, me hacía el desentendido de casi todo lo sucedido hasta entonces, confiando sólo que la buena fortuna evitara que aquél o algún otro cualquiera se lanzara en busca de suerte con mi mujer.  Pero dentro de todo, entendía que el problema era exclusivamente mío y no de ella.

…No; no te apures mi vida.   Sólo te pido que me tengas confianza de nuevo y no te enojes conmigo si alguno de ellos me llama para que lo vea…   Sabes que he tenido que hacerlo, y como siguen un poco difíciles las cosas desde la cancelación de tus contratos, no puedo negármeles o decirles que no así nada más porqué sí, y prefiero decírtelo, a que pienses que de veras te engaño, lo que definitivamente no me gusta, es que me andes celando o me salgas a cada rato, con algo como lo que ibas a decirme cuando llegamos a la fábrica o almacén ese.‑   Expuso ella sus puntos.

‑No, es que no es eso nomás Paty…   Aparte de ellos, y que mira que ya de por sí nada más eso es ya difícil tener que aguantar y saber; Tú ya no eres la misma…   Ese short que traías…  Olvidándonos de que te lo pusiste o de que quién lo compró para que te lo pusieras, fue uno de esos mocosos…   Ahora te lo pones conmigo…  Y no sé si notaste cómo te miraba el tal Ramón ése; o Don Ramón como tú le llamaste al pelado ése que mientras Tú casi le hablabas de Usted, él cómo perro baboso, delante de los niños, nada más te veía queriendo quitártelo     Le señalé en tono de sorna antes de seguir reclamándo:  

  Antes, jamás lo habrías hecho Patricia, Marta Patricia o Marta como ahora ellos les da por llamarte, nada más …   Patricia, la mamá de mis hijos no se lo hubiera puesto para salir a la calle; ni aceptado que Yo mismo y menos alguien más se lo regalara, ni mucho menos un impertinente mocoso para ponértelo cuando fueras a verlo.  Y ahora, usarlo y que te viera con él un mugroso moreno…  ‑ Culminé mi reclamo antes de preguntarle:

¿Qué no vas a decirme que no te diste cuenta de cómo te veía cuando subías a  David?...

‑Parecía como si hubiera querido lanzársete encima y arrancártelo allí mismo en el estacionamiento si no hubieras ido conmigo Patricia…‑ Dejé que afloraran mis tribulaciones antes de culminar:

‑Y te digo algo más Paty…   No es que Yo quiera ofenderte, pero no sólo él, sino creo que si cualquiera de nuestros otros vecinos te hubiera visto con algo así hubiera imaginado lo mismo de ti…

‑¿Ah, si Daniel?...    Hizo una pausa antes de dejar de mirar hacia el mar que reflejaba la luna y comenzar a cuestionarme ahora ella.   ¨‑¿Y qué?... ¿Supongo que no vas a decirme qué era lo que se imaginaba ese hombre o hubieran pensado nuestros vecinos y qué a ti ahora te molesta ya tanto como dices?...  ¿O sí?...

‑¡No Patricia!...  En eso tienes razón, no pienso decírtelo, definitivamente…   En eso ya habíamos quedado y no quiero pronunciar por descuido algo que pudiese ofenderte, sabes que nunca lo haría…  Es sólo que, no me gusta que ahora te veas o te vistas así sin motivo y parezcas o seas tan…‑

¿O sea tan qué?...   ¿Por qué no lo dices Daniel?...  ¡Ándale!...  De una vez, di lo que piensas, pongamos todo en claro. Sí eso es lo único que te falta decirme...  Pero después Tú me escuchas a mí…  ¿Vale?... ‑  Lanzó el reto olvidándose ya del paisaje nocturno para fijar la vista en mi persona.

‑No mira Patita…  No voy a dignificar tus arranques y tonterías contestándote ya nada; Tú bien sabes a lo que me refiero y no creo que haga falta que lo dig…‑  Me quedé a medias.

…¡¿Tan Puta?!.   ¿Por qué no lo dices?...   ¿Que ahora, si no dices lo que piensas de mí, eso evita que lo sea? ¿Nada más para ti o para los otros que tú dices?...    No dejó de mirarme fijamente mientras que con toda calma cuestionaba y con frialdad inquisitoria.

‑No, yo no quise decir eso‑  Intenté evadir la responsabilidad en que me situaban sus palabras.

‑Pues sí Daniel, quizá sólo eso sea Yo después de todo…  ¡Sólo una puta!...   Pero esta puta es la puta con la que te casaste. La misma que te ha dado dos hijos…  No se te olvide eso…‑   Soltó el tremendo bofetón a mi orgullosa consciencia.

‑No Paty; por favor no hables así…  Para mí no eres eso…  ¿Qué no ves que te adoro y pese a todo lo que hagas te quiero y te lo perdono?‑  Me lamenté mirándola también fijamente a los ojos mientras le respondí.  

‑No, si no necesito que me perdones…  Si ya sé que para ti no soy más que eso Daniel, pero Tú si dejaste que lo fuera de ellos, cuando sabiendo lo que querían conmigo dejaste que fuera a verlos y me vistiera como le gusta a Eduardo, y a esos muchachos a los que ya ni siquiera soportas porque me regalaron algo de ropa y zapatos…    Recriminó de manera inaudita antes de llegar incluso más lejos de lo que Yo hubiese considerado posible

‑Sé que esto no es lo más correcto de todo, o lo que pensamos que sucedería cuando nos casamos… Pero por favor, no me salgas ahora como el padre Macías cuando me preguntó por qué no había ido ya a confesarme, y se enojó cuando le dije que si tan solo escuchara la mitad de los pecados que tendría que confesar, en ese mismo momento se le quemarían los oídos, y eso, si estaba dispuesto a oir lo que pudiera contarle…‑     Me dejó casi pasmado al recordar la ocasión en que ahora comprendía lo que había sucedido al salir aquella vez de la iglesia, diciéndome se quería ir antes de que la mandaran a tomar baños de agua bendita.  Pero luego vino lo peor.

…No me hagas esto Daniel.  Ya hemos hablado lo que teníamos que hablar de todo esto; y ambos sabíamos en lo que nos metíamos cuando aceptaste el cheque o que fuera a ver a Eddy con la ropa que me regaló...     A ti también te gusta que sea así…    Ten valor y acepta las cosas como son; reconoce tu parte y tus gustos… Sabes que como tú  seas, Yo de todas maneras te amo, aunque ahora digas que soy Tu Esposa y la puta de otros…

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…Podía ser que todo aquello fuera simplemente cierto; que a mí se me quemaran los oídos como ella le había dicho al cura…  Que sin mayores ambages ella fuera lo que aparentemente tan ufana de serlo, decía que ahora era…  ¿Pero entonces, en qué me convertía a mí eso? ‑  A la mañana siguiente, luego de recibir  semejantes declaraciones por parte de mi mujer, me desperté temprano para volver a la distribuidora, y mientras me distraía con el paisaje al ir manejando hasta aquel sitio -sin poder apartar de mi mente aquellas palabras- procuraba pensar al respecto cuando al ir acercándome al pintoresco poblado, me topé con el anuncio espectacular de una marca de bronceadores que presentaba una encantadora modelo que quizás, y para mi gusto a pesar que sin duda parecía la encarnación misma de la tentación, tal vez luciera innecesariamente provocativa en la pose que aparecía promocionando el producto del que se trataba.  – Pensé para mí, sin querer ser timorato.

♪…Cuerpos de gloria, grandes historias…  queremos más, queremos más…♫*

Fue entonces, que al atender a la letra de la canción que se escuchaba en los altavoces de la camioneta de Paty, acabé trayendo a mi cabeza la propia circunstancia que me aquejaba, me puse a pensar en cómo sería la vida de aquella modelo.  ¿Acaso era también atribulada como la de mi Esposa?, ¿tendría a su lado un hombre con tantos complejos e inseguridades, tantos como los míos?...

♫Somos esos ídolos que inventamos locos     Ellos son como Tú y Yo    ♪*

Seguí atento a la voz de la cantante, entendiendo que no era precisamente el caso pero al repasar la sugerente figura que en tan mínima parte el bikini cubría, no pude dejar pasar de largo cuestionarme en qué cosas podrían pasar por la mente de los pretendientes, novios, esposos, padres o quizás hasta hijos de las mujeres, que como ella o mi Esposa, si es que había casos en los que así ocurriera, o ya fuesen modelos, vedettes o actrices que aparecen en esos anuncios, los de ropa íntima o trajes de baño para mujeres, las portadas o en páginas centrales ya no tan sólo de revistas para caballeros, sino simples revistillas de espectáculos o posters que, por decirlo de alguna manera, engalanan los talleres mecánicos?...— 

♪…Héroes adorados tan ciegamente  Condenados a vivir *

Para mí, de pronto me resultaba muy conocido pensar o entender lo que aquellos hombres casi siempre anónimos tenían que padecer, como Yo ahora lo hacía, al saber que mi Esposa era capaz de despertar tales deseos en quienes la rodeaban.  Allí estaba aquella modelo sonriente y sugestiva que invitaba a comprar el producto de una manera un tanto corrupta; ¿pero cómo lo había hecho? … 

Seguramente no era una mala mujer nada más por el hecho de aparecer a los cuatro vientos en tan diminuto bikini para que la vieran todos cuantos pasaran por aquel camino; pero ¿cómo le había dicho a sus padres?... ¿Cómo a su novio o Esposo?...   ¿Qué les diría algún día a sus hijos si, cuando los tuviera, estos llegaban a ver fotos tan provocativas de la mujer que los había traído a este mundo?.

No , no soy  perfecta. Ya lo sé, no hay duda…   Pero soy la perfecta para ti…  La tuya.*

Parecía ir contestando cada uno de mis pensamientos la canción; pero ¿Ella como mi Esposa, tendría también a su lado una pareja celosa a la que todo eso le desacomodaba?...  O ¿acaso habría esa modelo ya conseguido que a él no lo atacaran los celos que a mí me aquejaban hoy?...  ¿Cómo ocurría que sin que, necesariamente, ellas fuesen lo que mi Esposa decía que ahora ella y Yo éramos, el, o los hombres que formarán parte de la vida de esas mujeres lo toleraban y durante el día o al ir a dormirse lidiaban con los profundos celos que producía no sólo saberlas deseadas por otros, que sin importarles sus vidas o la de los que las rodeamos, al verlas no únicamente se conforman con disfrutar dar una mirada a los muchos encantos que las hacen atractivas, sino que sin reparar en que casi siempre son todas ellas mujeres ligadas a algún hombre, padre, hermano, Esposo o hijos, las piensan como meros objetos de deseo para usarlas y pasar un buen rato en la cama ?‑    Intentaba dilucidar entre todos aquellos pensamientos sin hallarle salida a ninguno.

… Y son como Tú…  Asómbrate, son cómo Tú…*

…Quizás fuera que Patricia dentro de lo que a mí me parecía nada más que un descarado cinismo, que sin poder justificarse plenamente ante mí, tuviera razón y fuera como esa modelo que seguramente para alguien era importante pero para los demás -que no la conocíamos ni nos preocupaba su vida-, sólo era una nalgona, buenota, que se veía de lo más puta anunciando un bronceador con las posaderas prácticamente expuestas al aire.   A la que no obstante, para unos fuera la novia, la madre o su Esposa, para otros era solamente un puta cualquiera a la que usarían hasta hartarse de ella si se los permitía como Patricia lo hacía ahora con ellos.‑  

♫ Asómbrate, son cómo Tú… úúúú…ú  ♪*

Después de un largo final, acababa de concluir la canción cuando, sin darme cuenta, al ir distraído no alcancé a ver tremendo hoyanco que se extendía a todo lo ancho del carril por el que circulaba; y para cuando alcancé a reaccionar, ya era muy tarde, porque fui a dar encima de él con las ruedas delanteras de la camioneta.   Ocasionando que, como lo vería más tarde, los neumáticos delanteros se estropearan irremediablemente aunque no de manera inmediata ni notoria.


(♪-♫*)Amor y Lujo. Mónica Naranjo, Tarántula !

* * *

De cualquier forma en que haya sido el golpe, y a pesar que debí haberlo sospechado desde que sucedió, lo cierto es, que no me di cuenta de lo maltratados que habían resultado sino hasta más tarde cuando ya habiendo terminado de hacer las mediciones e iniciado la planeación de lo que presupuestaría para la empresa, ya en camino de regreso hacia el hotel, al detenerme a comprar una gaseosa en la estación de servicio en la que habíamos repostado la tarde anterior, uno de los encargados me comentó que las dos gomas delanteras parecían estar desinfladas, por lo que descendí para inspeccionarlas, notando en ambas, sendos chipotes que evidenciaban el severo impacto que habían recibido, al venir pensando en mi Esposa y los hombres.

“Bueno, pues allí hay otra cosa más por la que tienes que pagar de la camionetita de tu mujer, por andar pensando en idioteces en vez de hacer lo que realmente debería de hacer un hombre con una mujer como esa”…    Recuerdo el ataque de rabia que me dio cuando saqué cuentas de lo que me costaría reponer los neumáticos que acababa de estropearle al maldito vehículo, que según mi consciencia, había iniciado toda aquella serie de desencuentros que finalmente me llevaron a darme cuenta de algo que quizás Yo nunca hubiera querido razonar del todo: “Seguramente, mientras estoy, Yo aquí, ahora ya padeciendo por esto, la  digna señora ha de estar ideando en qué otra cosa gastar para que luego Yo tenga que ver cómo le pago además de las estúpidas llantas de su camionetita de señora rica”…    Con sarcasmo acabé riéndome de mi propia circunstancia de marido que se siente usado de las más peores y viles maneras, antes de ponerme a recapacitar una vez más, acerca de lo que sucedía en nuestra relación.

¿Si tanto la detestaba como en ese momento -y según Yo- tanto me molestaba que me hubiera humillado y avergonzado con aquellos hombres durante los pasados meses, por qué no había hecho realmente algo por impedírselo?...   ¿Qué me pasaba?...  Yo mismo había estado presente en al menos dos ocasiones, y lejos de nada más parecerme reprobable que la madre de mis pequeños se comportara de aquellas maneras, y permitiese a esos hombres que se tomaran con ella tal tipo de libertades, Incluso como prácticamente sucediera con el tal “Coronel” ése, que me había hecho esperar en la estancia de su departamento cuando se llevó a Patricia a su cuarto, y de alguna manera había sido no sólo mudo testigo durante su morboso juego de seducción sobre mi esposa, sino el más cínico participe de sus correrías, al quedarme callado mientras lo hacía o aceptar que volviera de nuevo a dormir a nuestra cama luego de haber estado con cualquiera de ellos.

¿Era ésta una de esas situaciones que ahora aparecían en la televisión o los diarios y que nadie comprende cómo es que suceden, más que los que estamos enredados en medio de ellas?.

Pensaba al acercarme hacia la costera donde se hallaba el hotel…   ‑ ¿Era esta una relación enfermiza de amor, de arrebato, de ansias perras por escapar de ella, y de odio por no poder zafarme del todo?.  O, ¿quizás sólo era que así habían sido todas las cosas desde siempre y la amaba ya demasiado como para dejarla, sin importar lo que hiciera y lo único que me perdía o trastornaba ya en esos momentos era el propio descontrol que me ocasionaba no saberme suficientemente seguro de mí mismo como para saber, que en este juego, no acabaría perdiéndola para siempre aún tal y como ella era ahora?...

Con una estúpida sonrisa dibujada en el rostro, por fin llegué hasta la rampa de ascenso y descenso de nuestro hotel donde me limité a decirle al uniformado moreno que recibió el auto, que tuviera cuidado con los neumáticos de la camioneta de mi mujer.

‑Si, usted no se apure caballero,  que hasta si usted quiere lo puedo llevar a donde se los vendan usados pero a buen precio para que así no batalle en la carretera…

‑No, mira; ya ahorita lo que quiero es llegar antes de que para colmo, la señora se entere o se moleste por que no he estado en todo el día con ella y los niños.      Respondí  a su ofrecimiento.

‑Usted no se preocupe que para eso estamos…  Para servirle…    Añadió siempre sonriente y orgulloso de la placa dorada que llevaba su nombre.

‑¿Sí? ¿De veras Anselmo?...‑  Lo conminé a que se entretuviera conmigo antes de soltarle el macabro comentario.

‑Si de veras es eso cierto, consígueme una pistola que ya no veo llegar la mía…   Cómo estarán las cosas que si la señora, cuando llegue a la alberca, me la encuentro con otro que diga que se la lleva con todo y niños, creo que también me voy Yo con ellos.

‑Ah que mi Patrón…   Pues si usted quiere nada más dígame adonde me apunto…  Que usted disculpara pero ya desde la otra vez le eché un ojo y Yo no me quejaría tanto por unas llantitas si está bien bonita la doña…‑    Dejándome atónito terminó antes de soltar la risotada fingida.

…¿Heh?. ¿ Y tú como sabes quién es o cuando la viste?...    Presintiendo que el indiscreto empleado había cometido un error -quise salir de dudas-.

‑No, pues si como no voy a saber quién es la dueña de sus quincenas, Patrón, si desde ayer los vi llegar y hace rato la vi salir con los niños…   Hay pocos huéspedes y…   Pues bueno; pues uno se fija en los clientes, ese es el trabajo de uno: procurar a nuestros huéspedes, para ellos vivimos.  Y…  bueno, no se enoje mi jefe pero aunque estuviera lleno el hotel, como otras veces que ya han venido…   A una princesa así, pues quiera que no, uno la nota; venga quien venga… 

‑Pe-ero…‑  Quedé aún mas lleno de dudas por sus palabras, e iba a decirle, que dado que hacía más de uno o dos años que no íbamos a pasear a aquel punto del país, probablemente nos estuviera confundiendo con alguna otra familia o a mi Esposa con alguna otra mujer, pero no quise ya aclarar más nada con aquel indiscreto, y preferí preguntarle, si la había visto volver.

‑Ah; si. Ella venía con un traje a rayas y una faldita, azulita como su trajecito que traía; y los niños, venían comiendo unos helados…   Hace ratito apenas pasaron, creo irían para la alberca de la cascada.

‑Ah vaya…  Voy a ver si están y luego te pido ayuda para esto de las llantas…  Tú aquí vas a estar. ¿ No es cierto?.‑ Finalmente me despedí del entremetido empleado para dirigirme hacia el área de piscinas para buscar a mi mujer y mis hijos.

* * *

Olvidándome de todos los asegunes que habíamos estado viviendo, en cuanto vi al feliz trío divirtiéndose dentro de la cristalina agua del chapoteadero, me dispuse a pasar el mejor tiempo que me fuera posible durante el resto de nuestra estancia en el sitio, antes de tener que volver a la ciudad a batallar con los problemas que implicaría re-establecer el equilibrio de mi endeble empresa.

Ambos niños jugaban a llenar y luego disparar por completo todo el contenido de los depósitos de agua de lo que parecían un par de flamantes pistolas de agua de llamativos colores, mientras que Patricia, intentaba calzarse unos enormes zapatos de hule naranja que servían para hacer la flotar.

¡¿Y esos?!...  ¿de dónde sacaste todas esas cosas?...  los zapatos se ven geniales…  ¿De verdad flotas con ellos?‑  Le pregunté sonriéndole.

‑Pues tú dirás…   No he podido ponerme más que uno…  Cuando intento con el segundo ya no puedo y tus hijos que no me ayudan en nada, sólo esperan que saque la cabeza del agua para respirar, para echarme agua…    Los compré hace rato que salimos a desayunar… ‑   Como si casi nada hubiera ocurrido la noche anterior, ella me contestó igualmente sonriente; aunque con cierta reserva, que más allá de la sonrisa, se dibujaba en el rostro.

…¿Y cómo te fue?...  Pensé que te acompañaríamos pero cuando despertamos ya te habías ido solo…  ¿Ya acabaste o vamos a ir otra vez?.     Todavía me preguntó cerrando otro poco la recelosa distancia que ahora nos acompañaba de manera cada vez más frecuente.

‑Sí, sí…  creo que ya acabé.   ¿Quieres que te ayude a ponerte el otro zapatote?; ¿O mejor subo a darme un duchazo y luego bajo a nadar con ustedes?... ‑  Ofrecí para que notara la buena disposición en que venía.

…No; mejor primero me ayudas a ponerme estás cosas y luego subes a cambiarte.  Que los niños han estado esperándote para que juegues con ellos.‑   Contestó ya más afable, al tiempo en que se dirigía hacia donde estaba Yo parado, sobre el borde de la piscina.

…!Guau¡.  ¡Pero si mira nada más¡…  Que bárbara mi cosita… Que bueno que no te vi con ese bikini antes de irme al pinchurriento almacén ese, que si no, no me sacas de aquí...    Exclamé genuinamente sorprendido cuando sin proponerse que Yo la mirara, al moverse para que la ayudara, alzó ligeramente fuera del agua, la porción superior de su cuerpo y me pude dar cuenta de lo tremendamente bien que lucía todo su busto, apenas contenido de manera sucinta dentro de las limitadísimas copas de su bikini.

…¡Ay ya, Tú!.  No seas latoso…  Mejor cállate y ya ayúdame, que te van a oír o que dices.‑  Contestó ella cubriéndose un poco con los brazos antes de voltear a ver a su rededor para cerciorarse de que nadie me hubiera escuchado o se percatara del motivo de mis asombradas palabras.

¿Qué?...  Digo; ¿Qué tiene?...  Estás que te comes sola mi vida…  ¿De dónde sacaste una cosa así…  Te ves como de calendario. ‑  Pensando en el anuncio espectacular que había visto y al que le debía ahora la necesidad de comprar unos neumáticos nuevos; mi mente voló hasta imaginarla a ella posando para la publicidad de esa marca de bronceador.

…Me lo compré la otra vez que v-v…‑  De tajo calló al darse cuenta que había estado a punto de decir una imprudencia.   Pero Yo, movido en ese momento por ese otro ser oscuro que habitaba dentro de mi ego, quise hacerle saber que no importaba con quien o cómo y cuándo lo hubiera comprado.

‑Pues mira; no me importa cuando lo compraste.  Lo único que te puedo decir es que quien te haya visto con él se ha de haber infartado…   ¿Fue aquí?...   ¿Te lo pusiste en esta alberca?... ¿Con él?... –    Movido de nuevo por eso estado casi enfermizo que ahora me ocasionaba cierta fascinación o placer que algunos celos me despertaban, me hizo que a pesar de haber querido evitarlo me fuese imposible no caer en la tentación de mencionarlo de alguna manera.  Pero ya que lo había hecho, intenté suavizar el tenor de mis preguntas.

‑¿Y a él?... ¿Le gustó?...   Apenas puedo imaginar lo que habrá dicho al vértelo puesto‑  Aún cuando me di cuenta de que mis preguntas podían ser tomadas en un sentido perverso, una ladina ansiedad de saber y escucharla decirme lo que Yo ya bien suponía en ese instante, se apoderó de mi lengua.

‑Ya Daniel… No sigas…  Ya habíamos quedado… Los niños…  Recuerda que soy tu señora. Ya hablamos  anoche… No me preguntes ese tipo de cosas ‑  Sorprendentemente, en vez de actuar como a menudo lo hacía cuando sentía que comenzaban a atormentarme los celos y todo derivaría en una serie de angustiosos reclamos como había sucedido la vez anterior, en esta ocasión quizás entendió que no había en mí afán de reclamo  ninguno, y volteando a mirarlos para asegurarse de que no hubieran estado muy cerca, sólo se mostró apenada de que le preguntase semejantes cosas delante de los pequeños.

‑Sí, tienes razón; sólo es que quería saber …    Es que luces divina y no me importa que nadie lo sepa…   Pero ven; déjame ponerte el otro antes de subir a cambiarme.    Terminé de incomodarla con mis preguntas antes de arrodillarme cerca de la orilla para acomodarle el otro flotador en su pie.  Y una vez terminado de hacerlo darle un beso suave en los labios, antes de apresurarme a subir a nuestra habitación para cambiarme lo más rápido que fuera posible.

‑Niños…  Ya vengo…   Cuiden que nadie me vaya a robar a su mami…  Ahí se las dejo para que me la cuiden…
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1 comentario:

  1. Siguen pasando los años y el efecto q causan tus relatos es el mismo. Me dejan sin aliento y muy malito al imaginar las escenas que viven los mariditos de tus relatos. Me la imagino con sus shorts blancos, levantando pompa, mostrándose como una yegua, delante del marido. Sin duda, es una mujer diferente. Una mujer q ha abierto sus piernas para deleite de varios. Ella ya sabe el efecto q causa en los hombres y en su marido, que dicho sea de paso, dejó q la situación llegue a este nivel. Ella lo sabe, su marido lo sabe, ellos lo saben ..... Es la puta .... De ellos ..... La puta de tu esposa :(
    Frank

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